Privatizaciones, o nada

martes, 2 de septiembre de 2003 · 01:00
México, D F, 1 de septiembre (apro)- El tercer informe de gobierno del presidente Vicente Fox tuvo sobre todo dos propósitos: exaltar sus “logros” económicos y sociales --lo cual generó burlas y protestas de la oposición-- y reconocer rezagos e insuficiencias sólo para insistir en las llamadas “reformas estructurales” que, desde el principio de su gestión, están dirigidas a la privatización del sector energético y a la disolución de las conquistas laborales Pese a que el primer mandatario del país había anunciado “sorpresas” en el balance de su tercer año de gobierno, prácticamente no las hubo, a no ser por algunos leves --y tramposos-- cambios de matiz en el discurso En política exterior, por ejemplo, al puntual acatamiento de los dictados estadunidenses en política energética y leyes laborales lo rebautizó como “nacionalismo moderno” Ya un día antes, el coordinador de Políticas Públicas de la Presidencia de la República, Eduardo Sojo, había anticipado que en la segunda mitad del sexenio no habría cambio de rumbo ni sería modificado el modelo económico, en tanto que el secretario del Trabajo, Carlos Abascal, había ratificado su inquebrantable fe en los changarros, al punto de que, con proverbial cinismo, sentenció: “entre los autoempleados y Bill Gates no hay más que una diferencia del tamaño de una fortuna El fondo es tener iniciativa propia para autoemplearse” En concordancia con lo anterior, el presidente celebró en su informe que, hasta la fecha, se han otorgado 58 mil financiamientos para microempresas; manifestó que, en el Programa Oportunidades, 21 millones de mexicanos reciben (ridículos) apoyos en educación, salud y nutrición; que 700 mil jóvenes son beneficiados por el programa de ahorro y, triunfalista, anunció que, por tercer año consecutivo, no sería encarecido el precio de la leche Liconsa… Luego de mencionar algunos datos macroeconómicos reales, significativos y verificables --inflación menor en los últimos 30 años, las reservas internacionales más altas de la historia, aumento de la recaudación fiscal y menor costo del servicio de la deuda--, expuso que la gran tarea pendiente sigue siendo un crecimiento sostenido y dinámico, pues si bien “los cambios y logros aquí reseñados son importantes… faltan aún las grandes transformaciones históricas” Así, como viene ocurriendo desde el principio de su sexenio, para Vicente Fox la única manera de cumplir con las demandas económicas de los mexicanos es realizar las “reformas estructurales”: la de comunicaciones, la energética y la laboral Repitiendo el guión trazado por Estados Unidos y sancionado por el panismo, prácticamente responsabilizó a la anterior legislatura por no registrar avances y, dirigiéndose a los nuevos integrantes de la Cámara de Diputados, apeló a su conciencia histórica y a rebasar sus intereses partidarios para aprobar la inversión privada en el sector energético A la vez que justificaba el inmovilismo y la inercia de sus primeros tres años de gobierno, advertía a los legisladores que todo seguirá igual si las diferentes fracciones partidistas no aceptan sus objetivos privatizadores y antiobreros, a lo que se refirió como la necesidad de acordar una “flexibilización” de la legislación laboral El ambiente político, dijo casi para terminar, está congestionado… Existe desconfianza y recelo social… México reclama políticas nacionales, no políticas faccionales… es aquí, en el Congreso, donde debemos darles forma… Es tiempo de conciliar, de sumar y no de restar… “Si no hay acuerdos, no habrá avances” Muy probablemente cuente, en efecto, con el apoyo del Partido Revolucionario Institucional (PRI), no para lograr consensos, sino, como dicen ahora, “mayorías” que aprueben sus reformas, pero ello no se traducirá en “avances”, sino en uno de los más grandes retrocesos históricos del país y en un impredecible encono social

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