El Salvador: En el banquillo de los acusados

lunes, 11 de octubre de 2004 · 01:00
Guarjila, El Salvador (apro) - Guarjila es un caserío del municipio de San Antonio Los Ranchos, en la norteña provincia de Chalatenango Fue durante la guerra civil salvadoreña (1980-1992) una de las fronteras entre las zonas dominadas por la guerrilla y aquellas donde el ejército sólo podía llegar con grandes unidades y apoyo aéreo Días antes de finalizar la guerra civil esta olvidada comarca brindó en su iglesia --una rústica galera sin paredes-- una misa de cuerpo presente a los tres últimos guerrilleros que murieron en combate Llegada la paz, Guarjila se convirtió en santuario de campesinos que retornaron de los refugios ubicados en Mesa Grande, de Honduras, a varios kilómetros atravesando cerros, ríos y montañas A mediados de 1992 fue uno de los lugares escogidos para las más de 30 concentraciones insurgentes que se preparaban para desmovilizarse bajo la inquisidora mirada de los boinas azules de la Misión de la Organización de las Naciones Unidas para El Salvador (Onusal) Pueblo diezmado Hoy Guarjila muestra otro rostro La mayor parte de sus 2 mil habitantes se dedica a la siembra de frijol y maíz; y a la crianza de animales domésticos La vieja carretera de tierra fue sepultada por una capa asfáltica y abundan las pequeñas tiendas comerciales Decenas de ranchitos de adobe han sido remplazados por casitas construidas con bloques de cemento y techos de láminas de zinc Apenas quedan vestigios de la guerra Sus pobladores llevan dentro las secuelas En una de esas casas, edificadas gracias al envío de remesas de los familiares que residen en Estados Unidos y Canadá, vive la familia Serrano Cruz, constituida en la actualidad en símbolo del calvario que aún sufre esta sociedad luego de 12 años de posguerra Es su afán de cerrar las múltiples heridas que dejó el conflicto armado Los Serrano Cruz son conocidos en la zona Como muchas otras familias del norte de Chalatenango fueron víctimas de la guerra Los pueblos de donde eran originarios sus padres fueron diezmados porque habían quedado atrapados en medio de las áreas de persistencia insurgente Fueran o no simpatizantes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) los campesinos de estas zonas tenían en el argot y en la práctica de las estrategias y tácticas de la guerra un papel determinado: “las verdaderas montañas de donde se nutre la guerrilla”, según el FMLN, y de acuerdo con el ejército oficial y contrainsurgente: “el agua en la que se mueve el pez” Las masacres de campesinos ejecutadas por el ejército, por ejemplo, en las zonas norte de Chalatenango o Morazán, tenían una lógica dramática: “había que quitarle el agua al pez” para vencer a la guerrilla La guerra no tuvo piedad Los Serrano Cruz aún no encuentran el bálsamo para cicatrizar sus múltiples heridas, sobre todo aquella que tuvo lugar el 2 de junio de 1982 durante un operativo contrainsurgente en el cantón Santa Anita, Chalatenango Dos pequeñas niñas, Ernestina y Erlina, de 7 y 3 años, respectivamente, fueron capturadas por el ejército y desde entonces no se sabe su paradero Actualmente el caso ha cobrado notoriedad porque está en manos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) Es primera vez que el Estado salvadoreño está en el banquillo de los acusados en las salas de la CIDH por graves violaciones a los derechos humanos Pero el gobierno niega que en aquel entonces hubiese existido un operativo cuando los jerarcas militares lo publicitaron porque creyeron que iban a capturar al jefe insurgente Cayetano Carpio, “Comandante Marcial”, fundador de la guerrilla en 1970 “Desde entonces las buscamos” “El 28 de mayo de 1982 inició un operativo militar y salimos de nuestra casa, que estaba en Santa Anita, rumbo a Los Amates, y llegando a ese lugar nos topamos con las tropas Quisimos retornar de nuevo a Santa Anita; atravesamos el río Sumpul, que estaba bien crecido Al llegar a un lugar que se llama Manaquil, nos dividimos en dos grupos Dos días después nuestra familia se volvió a juntar Anduvimos por todos esos montes hasta que llegamos al lugar que se conoce como Los Alvarenga”, recuerda Suyapa Serrano, hermana de Ernestina y Erlinda, que en aquel entonces tenía 16 años y estaba criando un bebé En Los Alvarenga las tropas del ejército emboscaron a los campesinos Victoria Cruz Franco, madre de Suyapa, llevaba en hombros Rosa, su pequeña bebé, quien había recibido una herida de bala en su pierna derecha; de la otra mano llevaba a otro hijo, José Fernando, quien tenía 2 años de edad; ellos lograron evadir del cerco de los militares en medio del caos El padre de los Serrano Cruz, Dionisio, se quedó con el resto de la familia: Suyapa y su bebé de 11 meses de nacido; Ernestina y Erlinda, y otro hermano, Enrique, de 10 años, quien años después se incorporó a la guerrilla y murió en combate “Erlinda comenzó a llorar porque tenía sed Mi padre y Enrique deciden ir a buscarle agua Me quedé sola con mis hermanitas y mi bebé Erlinda estaba herida de bala o de esquirla en un hombro y quizás por eso tenía tanta sed Estábamos todos afligidos, cerca escuchábamos gritos y balaceras”, cuenta Suyapa Su rostro está enrojecido y sus ojos inyectados de lágrimas Las tropas andaban cerca y disparaban “Yo sentía una gran desesperación Mi hijo también comenzó a llorar Entonces me separé de mis hermanas por un momento, en aquel nerviosismo”, recuerda Suyapa, quien junto a su hijito logró esconderse no tan lejos de donde quedaron Ernestina y Erlinda “Escuché disparos y gritos, luego que unos hombres gritaban que habían encontrado a dos niñas y mencionaban a un helicóptero Escuché órdenes de que continuaran rastreando la zona Gracias a Dios, mi hijo se quedó dormido en medio de aquella disparazón (sic) y yo también me quedé dormida, no recuerdo cuánto tiempo Estábamos débiles y cansados de tanto huir en aquella guinda (escapada)” Un tiempo después el ejército concluyó con su “Operación Limpieza”, que estaba al mando del coronel Domingo Monterrosa, fallecido en combate en el norte de Morazán Monterrosa es actualmente considerado un “héroe” por las fuerzas armadas, pero el batallón “Atlacatl” que comandaba, fue el ejecutor de operativos de “tierra arrasada”, como la masacre de El Mozote (diciembre de 1981), en Morazán, en la que murieron más de 500 personas, en su mayoría niños y mujeres El “Atlacatl”, “Atonal” y “Belloso”, entre otros, eran unidades de reacción inmediata de las fuerzas armadas y fueron preparadas en bases estadunidenses en operativos que pretendían “quitarle el agua al pez” y ahogar a la guerrilla “Con la esperanza viva” La familia Serrano Cruz llegó a la etapa de posguerra prácticamente diezmada Eran 14, entre padre, madre e hijos “En la actualidad quedamos seis, incluidos los dos que residen en Estados Unidos Mi padre murió en un bombardeo, junto al hijo de mi hermana Marta, que se llamaba Antonio Mi hijo murió un poco después de aquella guinda, se me murió de fiebres y diarreas Ernesto, otro hermano, murió en combate”, explica Suyapa, quien en la actualidad tiene 42 años de edad Suyapa concedió esta entrevista para Apro, pero invitó a estar presentes a tres de sus hermanos, uno de ellos, José Fernando, quedó ciego en 1990 cuando le estalló una mina antipersonal “Nuestra madre sufrió mucho; al final de dio diabetes y fue lo que la mató, pero ella padecía de insomnios, tenía pesadillas, angustias después que se perdieron nuestras hermanitas Ella murió pidiéndonos que no dejáramos de buscarlas Nosotros queremos saber dónde están, estén muertas o vivas Hay muchos niños que han reaparecido; ya no son niños, son jóvenes Quizás nuestras hermanas también lo sean Nos bastaría saber que están vivas”, reclama José Fernando Esa determinación por encontrar a las desaparecidas llevó a doña Victoria, al concluir la guerra, a los tribunales de justicia en El Salvador y luego a la fiscalía La nueva odisea trágica la comienza a sufrir la familia Serrano Cruz desde 1993 “La familia Serrano Cruz ha recibido una denegación de justicia absoluta durante 11 años El primer contacto que tuvieron fue de atropello a la dignidad de las víctimas Junto a otras madres de niños desaparecidos se presentaron en 1993 a la fiscalía y fueron insultadas Las desalojaron, ‘fuera de aquí, viejas putas’, les dijeron los funcionarios de la fiscalía en San Salvador”, aseguró David Morales, procurador adjunto para la Defensa de los Derechos Humanos Morales explica que en los tribunales locales las peticiones de los Serrano Cruz fueron archivados ilegalmente Por ello deciden acudir en octubre de 2000 a la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), con sede en Washington, bajo la asesoría de la organización humanitaria Pro-Búsqueda, que desde 1994 se dedica a localizar a niños desaparecidos durante la guerra civil La Comisión intentó en varias ocasiones persuadir al gobierno salvadoreño para que investigara el paradero de Ernestina y Erlinda, pero sólo encontró silencio, por lo que el caso pasó a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, con sede en San José, Costa Rica Entre los días 7 y 8 de septiembre pasados El Salvador ya estaba en el banquillo de los acusados Los representantes del gobierno, encabezados por el abogado y excanciller Ricardo Acevedo Peralta, se defienden diciendo que la Corte Interamericana no tiene jurisdicción para conocer el caso de las niñas desaparecidas y hasta pusieron en duda la existencia de las menores Los magistrados de la Corte, cuyas acciones son vinculante a los Estados miembros, darán a conocer en diciembre próximo su fallo, después de escuchar los alegatos de ambas partes “Me dio rabia y tristeza escuchar los argumentos de ellos (gobierno) Sólo Dios sabe lo que hemos sufrido Pero tenemos fe en que vamos a saber de nuestras hermanas que en la actualidad deben ser unas muchachas Cuando me doy cuenta que varios niños van apareciendo, gracias a la labor de Pro-Búsqueda, entonces me digo a mis adentros que mis hermanitas tiene que estar vivas y mantengo la esperanza viva”, dijo finalmente Suyapa Pro-Búsqueda, fundada por el jesuita Jon Cortina en 1994, tiene registro de 750 casos de niños desaparecidos y ha localizado a 250; muchos de ellos se han reencontrado con su familia biológica En la actualidad una de sus banderas más firmes es la conformación de una Comisión Nacional de Búsqueda de los Niños desaparecidos en la guerra salvadoreña para que termine de dar con el paradero de los 500 restantes --y posiblemente más todavía no registrados--, que en la actualidad no se conoce que suerte tuvieron desde que fueron arrancados de sus familiares

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