Sergio Andrade, poeta

lunes, 25 de octubre de 2004 · 01:00
México, D F, 25 de octubre (apro)- La brutal y perversa figura del abusivo pederasta que el público se ha formado sin compasión de Sergio Gustavo Andrade Sánchez (Coatzacoalcos, 1955), apunta más que nada a un producto fabricado desde la imaginería crematoria que hirvieron para fundirlo de por vida periodistas del mundo del espectáculo, como Paty Chapoy, conductora del programa Ventaneando Una vez libres Gloria Trevi y Mary Boquitas, el 21 de septiembre pasado (tras cinco años y ocho meses de haberse dictado el mandato de aprehensión en Chihuahua y casi cuatro años en cárceles de Brasil y México) Chapoy, archi enemiga del “Clan Trevi-Andrade”, calificó dicha exoneración en TV Azteca como un “lamentable suceso” (Proceso, 1456), sumándose al sentir general de una vox populi que esperaba castigo Guardianes de las buenas costumbres nacionales, pero incrédulos de la legalidad en el sistema de la justicia mexicana suponen que hubo “bastante lana de por medio y al juez le llegaron al precio” La historia sigue Ahora con los 18 tomos que devendrán en el futuro resolutorio del descubridor artístico de Gloria Sergio Andrade aguarda una sentencia que de antemano le ha sido adversa entre la población, pese a que nada ha sido probado; él mismo ha negado las acusaciones; aunque con su orgullo y egolatría se ha encargado de fomentar antipatías al arrogarse una sexualidad libertina, donjuanesca; se considera un potente imán masculino que atrae sin remedio al sexo opuesto, “un mujeriego”, “infiel”, etcétera (entrevista de María Scherer en Proceso, 1459) La condena no lo conducirá al cadalso; pero de perder, la exageración del personaje cumpliría aquellos rumores sexuales por los que lo metieron al bote: Sergio es tan malo o más que Al Capone y El Mochaorejas; un loco y violento pornógrafo peor que el Marqués de Sade y Casanova; una bestia salvaje como Mister Hyde, siempre dispuesto a atacar sexualmente En síntesis, es la versión “poquianchi narcosatánica” de un macho que reencarnó en el mero Príncipe de las Tinieblas, capaz de emular monstruosidades a la Jack El destripador; imagen y semejanza de asesinos como Charles Manson y Mark Chapman (quienes luego de sacrificar a John Lennon y Sharon Tate, cumplen prisión comportándose angelicalmente) Andrade espera una tormenta y lo sabe Los nubarrones son un remolino en torno al delito de dizque haber pervertido sexualmente a chiquititas Además, no ha faltado la sospecha de que mató: existe una sugerencia velada de que él y algunas chicas de su “clan” pudieron directamente involucrarse tanto en la súbita muerte --el 13 de noviembre de 1999 en Copacabana--, así como en la desaparición de la hija que Gloria tuvo con Sergio, Ana Dalay, a un mes de nacida Son preguntas que formula una de sus “víctimas”, Karina Alejandra Yapor Gómez, en las páginas finales del libro Revelaciones, Grijalbo Mondadori, 2001 En este sentido, la enredadera del caso Andrade evoca otro similar ocurrido hace varios siglos atrás, pero con la diferencia de que entonces se trató de un criminal cuyas culpas se comprobaron y murió en manos de sus agraviados El magnífico pintor italiano Caravaggio (1569-1610) fue perseguido en plena gloria artística durante los tiempos de la Contrarreforma, por un asesinato suyo en Roma, el verano de 1606 Huyó al sur, y dos años después, en Malta cometió una acción “innombrable”; tal vez un acto de tipo sexual con un paje adolescente, favorito de Alof de Wignacourt, quien benévolo había nombrado a Caravaggio “caballero magistral” en la orden de San Juan de Jerusalén Conclusión del estudioso australiano Peter Robb en M: El enigma de Caravaggio, Oceano, 2000) Vamos a trazar un juicio menos inquisitorio y más balanceado del prisionero veracruzano; compositor, políglota, cineasta y hasta poeta, al que su exmujer Érika Aline Hernández Ponce de León reconoció “supertalento”; “inteligencia y el talento de un genio”, y “una sensibilidad fuera de serie, sobre todo cuando se ponía a tocar el piano” (Aline: La gloria por el infierno Rafael Aviña, Grijalbo Mondadori, 1998) La vía: 55 poemas que en su propia tinta Sergio Andrade envió desde Brasilia como Revelaciones (Planeta, 2002), y que quizá empezara a dictar para Karina Yapor cuando vivían fuera de México Para tal efecto, ignoremos los siete relatos eróticos en la parte final del libro, mal armados, de torpe escatología y carentes de redondez literaria Por principio de cuentas, en el epígrafe hay tres citas tomadas del latino Virgilio (guía de Dante por el “Paraíso” en La Divina Comedia); de Manuel Acuña (vate del Nocturno a Rosario), y del emperador romano Augusto, tío de Julio César, de quien toma las palabras: El destino jamás sonríe con benevolencia constante para ningún hombre Para su defensa “Una dura lluvia”, título de la canción de Bob Dylan A Hard’s Rain’s Gonna Come, relata en las páginas 41 y 43: “Escribo poemas desde los seis años, en un hogar donde la lectura y la declamación de Teresa de Ávila, Luis de Góngora, Amado Nervo, Rubén Darío y Ramón López Velarde se mezclaban con la escuela de los discos de Manuel Bernal (‘Provincia inolvidable’) No era difícil, aunque fuese un acto puramente imitativo empezar uno mismo a intentar la rima, el ritmo, la métrica, la música del lenguaje” O sea, Andrade defiende su derecho de expresión poética y alega que un artista no debe ser juzgado por el tema de sus obras, y pone como ejemplo a Dostoievski, quien “no admiraba los asesinatos, Goya no gustaba de los fusilamientos (y mucho menos comía niños en el desayuno), ni Beethoven era muy feliz cuando orquestaba la Oda a la alegría” La frase “buenas intenciones”, de Salvedades, hace guiño a la cineasta danesa Billie August; así mismo, ostenta no ser ajeno al budismo zen ni al yoga de meditación trascendental, cuando reza “un mantra interminable” Oración contiene ecos caribeños de Carlos Pellicer (Curazao), por las “carcajadas de alegría” Cuando llegas, dedicado a Gloria Trevi, blanquea notas de Una pálida sombra, a-la-Procol Harum Aclaración: no que postulemos a Andrade, como se propone en Estados Unidos a Bob Dylan, nuestro próximo Premio Nobel; pero vaya que sorprenden sus líneas de contacto con el arte, la religión artístico y visiones relativas a personajes de la gran cultura universal Andrade anhela que el lector sepa cuánto ha asimilado en sus múltiples lecturas; cómo le duele amar a sus mujeres y su temor por perder la vida En María es Rosa (a Mary Boquitas) recurre al símil “piedra de sol” para su diosa amante, en tonos de Octavio Paz Dando lo mejor de mí, surca alegorías de la beatleana Un mundo sin amor, y reproduce tribulaciones del niño protagonista de la ópera rock Tommy (“sordo, ciego y mudo”), de The Who Pedazos equipara los vuelcos malevos de la suerte al tango que lloró en Cuesta abajo Carlitos Gardel, añadiendo atisbos bíblicos (“después nos traicionaron en aquel día de campo de besos”) Acaso Quedémonos aquí suspende los aires místicos que inspiraron al George Harrison de Be Here Now Cuando vivía en California moderniza una égogla del ayer con los placeres de juventud, resignándose Andrade con humor a su paradoja, en pos de una puerta abierta Entre su ventana desfilan sucesos como el de “El Chamizal”, en épocas del presidente López Mateos, y Rodney King cruza por la acera Las paredes de Los Ángeles se llenaron de graffiti que pintaba Andrade: “La agonía y el éxtasis son manifestaciones de Dios” Silvio Rodríguez y Dylan inspiran El hombre masa, cuando pregunta: “¿Quién habrá seguido a Gengis Kahn? ¿Quién a Mahoma? ¿A quién Jesús le habría dado el pan, su sangre y su deshonra? ¿Quién habría formado con sus cuerpos la gigantesca alfombra que como palpitante cempacúchil recibió las pisadas mancillantes de don Hernán Cortés?” Es una desesperada galera con imágenes de locura, a la que por igual acuden mitologías perdidas o claroscuros de pintores flamencos siglo XVII, que historias de Allan Poe y Harry Potter: “¿Quién habrá posado para la fragua de Vulcano en la Ronda Nocturna y en Las Lanzas? ¿Quién compraría los millones de ejemplares del hombre de acero, de los súper espías, las historias de muertos, las historias capciosas de los niños que estudian para ser hechiceros?” Andrade padece, busca vencer las tentaciones de su encierro cual Cristo de parábolas y sermones: “Hay humanos de bien, extraordinarios, que le gustan a los pueblos para chivos expiatorios, para cazas de brujas, para morderlos y vituperarlos, para escarnecerlos y crucificarlos” Su Gloria lo autorretrata: “Yo seguiré tratando de explicarte sin rencores –como juglar honesto y objetivo—por qué en los bares, los periódicos, las plazas, los canales, las aceras, los mismos hombres son lobos para el hombre y se convierten en jaurías de fieras” Penúltimo poema de las donas, dedicado a “Jorge Luis Borges, poeta”, lo lleva ante las rubias “danesas en Ibiza” en alucinado periplo donde vibran Polvo de Estrellas, de Cole Porter; Hey Jude, de Los Beatles y coros de Los Platters Juego onírico hasta pisar el cementerio parisino Pére Lachaise y reverenciar en “el mausoleo de Óscar Wilde”, el dramaturgo irlandés a quien seguramente considera su hermano de horas trágicas Pero Andrade es un hombre de buen gusto (Mick Jagger de la samba- rock Simpatía por el diablo escupido por sus satánicas majestades los Rolling Stones), y no faltan a su colorida listas cuadros (La Sagrada Familia, Los bañistas de Asniérs); loas a Caravaggio y Magritte; regodeos de su pluma por “la cintura en la Loren” y “los volúmenes de la Bardot”, mezcolanza ad absurdum que puntea los ayes cumbieros de la Pollera Colorá y Carmen (“se me perdió la cadenita” Si la humanidad de Andrade es menospreciada debido al escándalo que lo hundió en la sombra, estas Revelaciones poéticas iluminan otra cara de su naturaleza Podríamos forzar más signos de su escritura y concluir que al mentar el dulce tarareo infantil anglosajón Mary had a little lamb a-la-McCartney, hiló más tarde norte rumbo a la vaciada Brincan los borregos de la Trevi Y que si habla del futurista George Orwell (el de la novela 1984) aunque sea de pasada, es porque preveía ya los tiempos duros de su Big Brother carcelario Sus alusiones acrecientan espejismos de la lucha eterna entre el bien y el mal, ya por medio del celuloide en las cuadrigas contra malosos que comandaba Charlton Heston en la película Ben-Hur, o por el adiós a las utopías con el arribo de la Perestroika (al sonoro romper de la fanfarria La Marsellesa) y el contraste de los trajes Oxford que dibuja en la corpulencia de Fidel Castro y un adúltero Bill Clinton El resto es un chiste: “la coca-cola perdió un poco de sus curvas” y el cómic muere Así dice su Homenaje en V Tiempos, a Digna Ochoa: No hay muerte digna Toda muerte –la que damos o nos dan, la que perseguimos o nos llega –es indigna, vergonzosa, inaceptable, infame: bochornosa para el género humano Indigna Hallar en la poesía de Andrade significaciones que lo desnuden como culpable de supuestos crímenes es tarea inútil; pero quien expone sus versos, se expone a la crítica Él mismo se burla de sus comentaristas: “Estoy viendo ya a mis detractores, enemigos y verdugos revisar una y otra vez las líneas de algunos de mis poemas; los veo regocijarse con la posibilidad de analizar ‘sicológicamente’, en instancia forense, poemas como El demonio soy yo, Cuando morimos, La fiesta perpetua, Yo soy Dios y otros, para intentar llegar a una conclusión sobre mi ‘verdadera’ personalidad patológica, delictiva o criminal, que les permita condenarme públicamente aún más El arte es la creación de una realidad complementaria alternativa, creación de ‘otra realidad’ para el goce de los sentidos Les recuerdo que la obra del artista no es necesariamente, ni en todo momento, un retrato de la personalidad Tal vez sea el arrepentimiento del artista” Vale la cuestión si los poemas de Andrade son obra de arte Su pretensión fue que tomemos más en serio su caso, en nombre del arte

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