Cero y van cuatro: Simplemente dispareja

lunes, 13 de diciembre de 2004 · 01:00
México, D F, 13 de diciembre (apro)- Cuatro historias entrelazadas con el hilo de la violencia y la corrupción, son narradas por cuatro de los directores más afamados de nuestro país: Carlos Carrera, Alejandro Gamboa, Antonio Serrano y Fernando Sariñana: se encargaron, consciente o inconscientemente, en hacer una cinta sumamente dispareja El primer corto de Cero y van cuatro, es de una temática juvenil, se llama “El torzón”, y pertenece a Alejandro Gamboa (“La primera noche”), y en él se cuenta la historia de dos jóvenes, Alfonso y Álvaro, quienes son sorprendidos in fraganti fumando marihuana dentro de su auto El agente que hace el arresto piensa que las cosas pueden arreglarse, siempre y cuando le den una cantidad generosa de dinero Los jóvenes aceptan, pero sólo uno deberá ir a buscar el dinero, el otro tendrá que quedarse esperando, a sabiendas de que su compañero podría no regresar por él El tono oscila entre las cintas Y tu mamá también y Nicotina, pero con mucho humor negro que es llevado a cabo con timidez por el director La segunda historia se llama “Vida exprés”, de Antonio Serrano (Sexo, pudor y lágrimas); y trata sobre el secuestro de una empresaria llamada Teresa, mujer gorda pero exitosa cuyo matrimonio se está desmoronando: su esposo (Alexis Ayala) le es infiel y, además, es un mantenido El chiste de esto es la forma en que el esposo trata de salvar a su mujer con todo su corazón, luego de que unas escenas antes se lo viéramos haciendo el amor con otra chica La moralidad de la cinta es un poco chocante, pues la falta de credibilidad del esposo evita que los amigos de la familia le presten el dinero necesario para liberar a su mujer Por otro lado, también vemos la corrupción que reina en las fuerzas policiales, la cual se ha vuelto cotidiana y se refleja en noticias que, paradógicamente, ya no espantan a nadie; tampoco sorprende en esta cinta, lo que da como resultado un corto aburrido La historia número 3 es de Carlos Carrera (El crimen del padre Amaro), el mejor de todos en cuanto a narrativa Lleva por título “Barbacoa de chivo”; y trata sobre el enredo entre un fotógrafo y un vendedor ambulante que gira en torno a una pieza de arte sacro robada El humor de Carrera es corrosivo, sin embargo tiene un dejo de aquella ignorancia propiciada por la Iglesia y las incongruencias de sus discursos que se sienten un poco desgastados Por cierto, cualquier semejanza con los hechos ocurridos recientemente en Tláhuac, son coincidencia Por último, el peor corto, un asalto a un restaurante en donde la mayoría de los personajes de las historias anteriores se encuentran Es de Fernando Sariñana y se llama Comida de perros En este corto, el cineasta intenta hacer algo sumamente “experimental” para las historias que él ha hecho El ladrón entra, los asalta y sale, pero Sariñana se quiere ver “bien creativo” y repite la situación varias veces, pero en diferentes perspectivas Por lo que se puede percibir en el guión producto de Antonio Armonía, Cero y van cuatro es una obra orgánica, o sea, posee una unidad; sin embargo, el montaje es tan disparejo que la película termina siendo una obra completamente desfigurada La idea era buena pero cada director hizo lo que le dio la gana con el guión Y cuando eso ocurre, las cosas no salen como deben

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