"La muerte de Caruso"

lunes, 23 de febrero de 2004 · 01:00
* Nació un 27 de febrero de 1873, en Nápoles, ciudad a la que juró nunca regresar * Cobró 15 mil dólares en México México, D F, 23 de febrero (apro)- Enrico Caruso tenía 28 años cuando se presentó con más pena que gloria en el teatro San Carlo de su natal Nápoles, un 30 de diciembre de 1901; tras ser abucheado juró nunca volver Sucedió en la ópera “Elixir de amor”, de Donizzetti; aquel joven tenor que comenzaba a cosechar éxitos representó el papel de Nemorino y cuentan los diarios de la época que Caruso se dispuso con buen ánimo a interpretar la célebre aria “Una furtiva lágrima” La platea estaba bien dispuesta, pero no así “gayola” Cuando comenzó “Una furtiva lágrima”, la gente empezó a murmurar y al terminar, le chiflaron El crítico musical Saverio Procida narró aquella exhibición en la publicación “Pungolo” y definió la voz de Caruso como “engolada y baritonal” Fue entonces cuando hizo un juramento que cumplió mientras vivió: “¡No volveré a cantar en Nápoles!" Caruso se hallaba perfeccionando su estilo vocal y hasta entonces su educación musical había sido casi autodidacta Comenzó a estudiar canto a los 18 años, una edad un tanto avanzada para ser tenor, por lo que la impostación estaba todavía en proceso de maduración Aquellos amantes napolitanos del “bel canto” destrozaron ese timbre apasionado, pero grave; romántico y, sin embargo, tan proclive a una excesiva tendencia por suspirar y quejarse apasionadamente mientras cantaba Eran unos amaneramientos muy poco acostumbrados en la ópera y considerados por los melómanos como artificios nada serios El joven tenor había logrado cierto renombre desde los 21 años de edad, cuando cosechó aplausos en las óperas “La Traviatta” y “Rigoletto”, en el napolitano teatro Fondo Los críticos fueron condescendientes, pero jamás demasiado efusivos Incluso, la ciudad catalana de Barcelona lo dejó terminar por mera cortesía en su debut de 1904, con un público que apenas y rompió el silencio Para colmo, en 1907, Budapest lo despidió con silbidos Ya no regresó a ninguno de dichos lugares Tras el juramento contra su Nápoles natal, vino la huida hacia la gloria Caruso va en 1898 al norte italiano y se presenta en los mejores teatros europeos cosechando aclamaciones sin igual La cúspide llega con el papel principal en “La Bohemia”, en La Scala de Milán Su primera presentación londinense en Covent Garden data de 1902; de ahí, se lanza a una gira por Rusia y Sudamérica Ancló en el que será su segundo hogar: Nueva York, hacia noviembre de 1903 Es recibido como hijo predilecto de los espectadores que abonaban las primeras filas y los selectos palcos de la Metropolitan Opera House, conocidos como "la herradura de oro" (“the Golden Horseshoe”, en inglés), donde desató frenéticas aclamaciones Ahí comenzó su venganza contra Nápoles, al introducir en sus presentaciones algunas hermosas canciones tradicionales del sur de Italia El chamaco napolitano que solía cobrar dos dólares a comienzos de 1890, llegó a cantar por 15 mil, como lo hizo en su única presentación en la Ciudad de México, allá por 1919 (dos años antes de su muerte) en el hoy desaparecido Toreo que se ubicaba en las calles de Durango, en la Colonia Condesa En México El desaparecido crítico y compositor José Antonio Alcaraz relató con su agudeza proverbial para la revista Proceso (29 de junio de 1987), esa visita de Caruso a la capital mexicana, así: “En 1919, Enrico Caruso (1873-1921) estuvo en la Ciudad de México durante la última semana de septiembre y el total de octubre Cantó en numerosas óperas, conciertos, beneficios, etcétera, incluyendo la celebérrima ‘Carmen’ (1873-4) en el Toreo de la Condesa bajo una tempestad abrumadora, objeto de tantas crónicas, chismorreos y relatos con pretensiones legendarias “La evocación biográfica del tenor napolitano que Doroty –su esposa—publicó en 1945, en Simon and Schuster de Nueva York, reproduce un sector numeroso de correspondencia que Caruso le remitiera desde Bucareli 85 Así mismo, se consigna su debut operístico en México con ‘Elixir de amor’ (1832), bajo la dirección de José de Rivera el 29 de septiembre en el teatro Esperanza Iris, hoy Teatro de la Ciudad… “Los dones de Enrico Caruso como caricaturista eran tan pronunciados como aquellos vocales e interpretativos Un buen grupo de dibujos humorísticos hechos por el cantante han sido recogidos en un volumen publicado por Dover, también en Nueva York, en 1977 Entre sopranos, empresarios, barítonos, compositores, escenas operísticas, autorretratos y directores de orquesta, aparece una caricatura de Álvaro Obregón (1880-1928), a quien dicha antología asigna la presidencia de México de 1920 a 1928 (sic) –cabe asumir que haciendo gala de una escrupulosa investigación sociohistórica acerca del caudillo “Quizá por ello tan singular dibujo sería –cabe asumir-- compañero ideal para amenizar, aun más, la deliciosa ficción histórica que José Emilio Pacheco (1939) publicó en estas mismas páginas, sobre las innumerables reelecciones de un ‘Manco de Celaya’ quien no pereció bajo las balas de otro dibujante irrepetible: José de León Toral Mientras oía, por supuesto, ‘El limoncito’, en ‘La bombilla’ Sería, así mismo, un complemento sazonador no despreciable para el reciente estudio de Enrique Krauze (1948), en la serie que con tanto éxito se publica actualmente “Al igual que las canciones de Nietszche (1844-1900) o Leonardo da Vinci (1452-1519), las aguatintas de Víctor Hugo (1802-1885), y fotografías tomadas por Lewis Carroll (1832-1898), o Stravinski (1882-1971), o bien la música escrita por Ezra Pound (1884-1972), la pintura de George Gershwin (1898-1937), o Schoenberg (1874-1951), o los poemas del propio Álvaro Obregón o textos teatrales de Ricardo Flores Magón (1873-1922), las caricaturas de Enrico Caruso constituyen un delicioso documento al que bien vale la pena asomarse eventualmente, pues ponen de relieve talentos (un tanto) insospechados tras personalidades cuyo ejercicio en otros terrenos valida su pervivencia” Amor y odio Para quien visite Nápoles en busca del sitio preciso donde viera su primera luz “el quintaesencial” de los tenores, se sentirá defraudado Por unas cuantas monedas, los chamacos vecinos lo guiarán a la casona donde, un 25 de febrero de 1873 naciera Enrico, el hijo número dieciocho de un mecánico napolitano medio borrachín, Marcellino Caruso, y una madre analfabeta llamada Anna Nada se halla restaurado y sólo existe una pequeña placa que señala que se trata de su casa natal, en el número 7 de la calle San Efremo Vecchio, un palacete proletario del Rione San Giovanniello Si se ahonda en el hecho, no es para provocar asombro: tampoco existe un museo de la música en Nápoles El único ángel guardián de los recuerdos del tenor ha sido Vincenzo Sindaco, quien se ha hecho cargo de la última morada de Caruso en la capilla del cementerio Santa María del Pianto Cada mañana, Sindaco barre, pule la piedra de su lápida y coloca un florero ahí; también ha tratado de involucrar a los alcaldes napolitanos, como el respetable (pero indolente) Antonio Bassolino para realizar celebraciones musicales que recuerden de manera digna al “Gran Caruso” Los malos recuerdos de Caruso en Nápoles datan desde los días en que su padre obligaba a "Carusiello" (como llamaba a su hijo) a besarle los pies al padre Bronzetti, del Instituto Bronzetti, luego de haber ganado el joven tenor un concurso de canto A los doce años de edad, Caruso se negó a seguir estudiando, por lo que su padre lo metió a trabajar de aprendiz de mecánico; pero “Carusiello” hallaba más diversión en dibujar y de esta forma comenzaron sus sueños de convertirse en artista Hacia 1888, a los quince, su madre murió Caruso quiso entonces dedicarse a cantar en los muelles para ganar algunas liras, lo cual provocó la ira del padre; aun así, lo hizo en los festivales religiosos y en pocos años fue reconocido como el gran niño soprano de Nápoles Su voz se transformó en la de un alto y empezó a ser solicitado en las reuniones de prósperos comerciantes El prestigiado barítono Messiani le dio clases; pero como Caruso no podía pagarle, Messiani hizo que firmara un contrato leonino de por vida, al estilo del judío Shylock de la obra de Shakespeare, “El Mercader de Venecia”: Caruso le daría a su maestro el 25% del total de sus ganancias Todo volvió a su cauce en las cortes judiciales, cuando el avaro Messiani perdió unas 200 mil liras Caruso superestrella En Nueva York deseaban renovar cada contrato suyo ofreciéndole 5 mil dólares por presentación Curiosamente, él nunca quiso subir su tarifa de 2,500 (unos 50 mil dólares de hoy), ya que así “todos los músicos de la orquesta ganan” Decía el tenor: "No creo que un cantante en este mundo pueda obtener más de 2 mil 500 dólares Si pidiera un centavo más de esta cifra, sería porque puedo dar más de mi canto y esto ya no es posible Pero hagamos una cosa: en lugar de darme un camarote de primera clase ida y vuelta entre Nueva York e Italia, ábranme la cabina de lujo" En vida, la compañía grabadora RCA Víctor le pagó un millón 825 mil dólares y desde su muerte, su fideicomiso ha ganado 2 millones más por regalías Del siglo XIX, la soprano escandinava Jenny Lind, “El ruiseñor sueco”, posee el récord Guinness por haber sido la cantante mejor pagada de su tiempo, tras una actuación en Nueva York: cerca de 700 mil dólares Desde la década final del siglo XX, las ganancias de “Los Tres Tenores” ascendían a 20 millones de dólares para Luciano Pavarotti y unos 16 millones anuales a Plácido Domingo Las donaciones de Caruso para las víctimas del terremoto de San Francisco en 1906 fueron notable muestra de su generosidad, y su colega Plácido Domingo haría lo mismo en el sismo de México, aquellos días posteriores al 19 de septiembre de 1985 Dice la periodista Marcia Lewis: "Caruso adoraba vivir bien Poseía el gusto de Pavarotti hacia la comida, el amor de Domingo por las mujeres y el disfrute de lo melodramático de José Carreras Fumaba sus fuertes cigarrillos egipcios, confiado en que su dorado amuleto de anchoas protegería su garganta "Sus coqueteos sexuales eran legendarios Se rodeó de las bellezas de su época y las amó a todas Caruso estuvo ligado a Billie Burke y Lotte Lehmann Aunque era un consumado ‘Don Juan’ y buen maestro de la seducción, se tardó años para conquistar a quien fuera su máxima obsesión, la embrujadora soprano Ada Giachetti Era una mujer casada, diez años más joven y quien vivió de vez en cuando con el tenor cuando conquistó la fama La separación hizo que Caruso peleara cada joya que le había regalado Ella moriría pobre "Caruso mantuvo tórridos romances distrayendo la atención con falsas o imaginarias amenazas de muerte de la llamada Mano Negra, los gángsters de la baja Sicilia, que supuestamente le exigían 15 mil dólares en billetes si el tenor deseaba continuar con vida Por lo mismo, Caruso pedía que todas las pistolas en el escenario de la ópera ‘Tosca’ fueran siempre inspeccionadas para asegurarse de que las balas eran de salva Su director, Arturo Toscanini, hizo los arreglos para tener siempre apostados algunos guardias armados en la Metropolitan Opera House de Nueva York y una vez que cierto pedazo de escenografía se desprendió en escena, Caruso juró que se trataba del regreso de la Mano Negra" Cierra el telón El 3 de agosto de 1920, Caruso envió una carta a su amigo Bruno Zirato, en la que se quejaba de un "dolor total" en las costillas No había pasado mucho tiempo desde su regreso triunfal de La Habana, Cuba; pero continuó una gira por Estados Unidos y tenía sesiones de grabación Se le diagnosticó una enfermedad del riñón Tras seis actuaciones, sufrió una noche de horror en la Academia de Música de Brooklyn cuando se desvaneció en pleno foro, el 11 de diciembre de 1920 Caruso fue diagnosticado de una "neuralgia en el costado interno" En Navidad, cantó “La juive” (Scribe/Haveley) El conductor Bodanzky visitó su camerino durante un intermedio y halló al tenor llorando de dolor Angustiado, le preguntó: --Pero si es la garganta, ¿por qué te agarras el costado? Caruso había estado vomitando sangre y su médico de cabecera no pudo ser localizado El tenor escuchaba consejos de amigos e incluso acudía a los de charlatanes, hasta que otro doctor que lo atendió pudo advertir que si no lo operaban de urgencia moriría, ya que lo aquejaba una pleuresía (enfermedad de la pleura, la membrana que cubre los pulmones) En cada presentación Caruso daba lo mejor de sí; pero sus días de gloria y buena vida estaban contados; envió millones de liras para restaurar una escuela de canto y decidió volver a Italia Muy enfermo, ya no pudo recuperarse en el benevolente clima de su patria Murió a los 48 años de edad, por aquel diagnóstico erróneo de neuralgia en un costado, el 2 de agosto de 1921 Ese día regresó a su Nápoles natal …Aquel Nápoles que maldijo casi veinte años atrás

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