San Quintín, el infierno americano
En celdas de poco más de dos metros por un metro, la prisión de San Quintín, en California, Estados Unidos, resguarda con altas bardas cubiertas de espinos y torreones de ladrillo el drama de 31 mexicanos condenados a muerte y otros cientos de ellos que cumplen condenas en la llamada “casa de la muerte”, expone Proceso en su edición de este domingo 9 de mayo
Y es que en la “casa de la muerte” se aniquila todo: La fe en la justicia, en la esperanza; la dignidad humana aplastada como método regenerador
En San Quintín, no tiene la menor importancia el fallo de la Corte Internacional de Justicia de La Haya en contra del gobierno estadunidense por violar el derecho a la defensa de los mexicanos condenados a muerte
Los presos del “corredor de la muerte” tienen que vivir con la culpa de haber robado la vida a otros seres humanos”, dice el oficial de información pública de la prisión Por eso no les está permitido salir a las áreas comunes ni mezclarse con el resto de los presos Sólo pueden reunirse en pequeños patios, bajo estricta vigilancia
Pero a ellos se une la agonía de los “condenados a vida”, presos que a pesar de haber cumplido sus condenas no saben cuándo van a salir y sobrepasan por mucho los años de sus sentencias bajo el pretexto de que el gobierno de California los considera todavía “un peligro para la sociedad”
El verdadero motivo está en que los presos en Estados Unidos forman parte muy activa de la cadena de producción capitalista, publica Proceso en su edición de este domingo 9 de mayo