"Mi infancia", por Ray Charles
Víctima de complicaciones del hígado, el gran cantante y pianista ciego Ray Charles falleció el jueves 10 de junio, a la edad de 73 años Compositor negro nacido en Albany, Georgia, Ray Charles Robinson fue bautizado como “El genio” por Frank Sinatra, y su importante contribución al arte popular norteamericano consistió en otorgar clase y dignidad a la música de soul Ray Charles escribió sus memorias con David Ritz en 1978, “Brother Ray” (“El hermano Ray”), 350 páginas autobiográficas de las cuales ofrecemos aquí los primeros capítulos acerca de su infancia, en traducción de Roberto Ponce:
México, DF, 11 de mayo (apro)- Cuando yo era un niño de tres años de edad, cada vez que escuchaba una nota musical ya estaba tratando de meterme en ella
Conocí a un hombre maravilloso llamado Wylie Pitman quien fue una las primeras personas que me animó Tan chico como yo estaba, saltaba en su silla y comenzaba a golpear las teclas del piano mientras él trataba de practicar
“¡Oh, no!, hijo, no toques así; no debes pegarle a las teclas con todos tus dedos a la vez Voy a mostrarte cómo tocar una pequeña melodía con un dedo”
Tan fácil que hubiera sido decirme: “Oye niño, ¿no ves que estoy ensayando? ¡Vete, no me molestes!” Pero en vez de eso, se tomaba su tiempo: “No, no lo hagas así” Cuando el señor Pitman comenzaba a tocar, dejaba cualquier cosa que yo estuviera haciendo para ir y sentarme en el banquito que él tenía allí
Desde entonces, las cosas comenzaron a cambiar muy rápido Creo que la mayor tragedia de mi vida fue ver a mi hermanito ahogarse, cuando yo tenía unos cinco años de edad Era un año menor que yo, un chico bastante listo Cuando tenía tres y medio años podía sumar y restar los números Los adultos del vecindario solían expresarse de él:
“Este chamaco es bastante inteligente Probablemente no pasará demasiado tiempo en la Tierra”
Ustedes saben cuán supersticiosa es la gente adulta
Una vez él y yo salimos a jugar al patio mientras mi mamá se hallaba en casa planchando Y nosotros jugábamos en una gran pileta de metal llena con agua, divirtiéndonos como cualquier niño de nuestra edad, empujándonos y jaloneándonos Sin embargo, no puedo recordar exactamente ahora qué fue lo que pasó, pero mi hermano tropezó por el borde de la pileta y cayó, hundiéndose bajo el agua Al principio creí que estaba jugando, pero después de un buen rato me di cuenta que no se movía y no reaccionaba Traté de sacarlo del agua, pero entonces su ropa se había empapado y él estaba demasiado pesado para mí Así que me fui corriendo con mamá y juntos volamos de regreso al lugar, ella lo sacó de la pileta Lo sacudió, le dio respiración boca a boca y bombeó su estómago, pero era demasiado tarde
Para mí fue todo un trauma, y después que comencé a perder la vista, recuerdo que una de las cosas como trataron de salvarme la vista en la medida de sus posibilidades, era que mi madre no me dejaba que yo me expusiera a demasiada luz Tardé dos años enteros en dejar de ver completamente, cosa que ocurrió a los siete años de edad
Extraño como pudiera parecer, perder la vista no fue tan malo como uno pensaría, ya que mi mamá me condicionó para el día en que me quedara totalmente ciego Cuando los doctores le dijeron que estaba perdiendo mi vista, ella empezó a enseñarme la manera de adaptarme para poder encontrar objetos Esto me facilitó las cosas Mi madre era una persona muy lista, aunque sólo había estudiado hasta cuarto año Toda la sapiencia del mundo la había adquirido por ella misma, la sabiduría acerca de la naturaleza humana, además de un buen bagaje de sentido común
Huérfano y perdido
Mamá murió cuando yo todavía no cumplía los 15 años
De todas mis experiencias, esta fue la más devastadora: un periodo de partitura en blanco Sucedió cuando me encontraba en la escuela y nadie quería decírmelo Solamente me mandaron llamar a la oficina del director y me dijeron que debía volver de inmediato al hogar
Cuando llegué lo supe por la señorita Mary Jane, una dama quien había ayudado a mi mamá a criarme y me había cuidado Desde ese momento me sentí completamente en otro planeta No podía comer ni dormir: simplemente me sentía ajeno a todo No hay manera en que yo describa lo que sentí Realmente era un chico perdido
El principal problema es que no podía llorar No lograba sacar el dolor de mi cuerpo y esto hacía que las cosas empeoraran Sucedió que en la ciudad había una viejita llamada Ma Beck Era la clase de mujer de la que todo mundo en el pueblo decía que se iría al cielo cuando muriese Así fue que esta mujer entrada en años detectó el trauma por el que yo estaba pasando Un día me llamó aparte y me dijo:
“Hijo, tú sabes que yo conocí a tu mamita Y yo sé que se esforzaba por darte una buena educación También sé que ella quería que aprendieras los buenos modales para comportarte y lograr ser independiente, pero eso fue porque ella sabía muy bien que no te iba a durar toda la vida ¿Acaso no te lo dijo?”
Yo le respondí: “Sí, señorita”, y me solté a llorar Y Ma Beck siguió diciéndome: “Bueno, entonces tú también sabes que tu mami no quería que fueras por ahí vagando sin hacer nada, lamentándote todo el tiempo de ti mismo, porque no es así como ella te educó, ¿verdad?” Le contesté: “Sí, señorita” Y se me salieron más lágrimas Así fue que esta anciana conocía todo acerca de mí, inclusive mi dolor por haber perdido a mi hermano Me hizo ver que no había sido mi culpa y que no podía andar por la vida entera acusándome a mí mismo
Aquel episodio con Ma Beck me sacó de mi depresión Realmente me puso a pensar Después de esto, me dije a mí mismo que haría todo lo que mamá esperaba que yo hiciera Fue así que estas dos tragedias de mi vida (haber perdido a mi hermanito y a mami) por motivos extraños, me resultaron altamente positivas Lo que desde entonces he conseguido brotó por aquellos dos eventos
Mi mamá tenía una amiga que vivía en Jacksonville, Florida, y luego que murió fui a visitar a aquella dama llamada Lena May Thompson, y a su marido No eran parientes míos, sólo eran amigos de mi mami, y cuando ella falleció me veían como si fuera su propio hijo Eran personas maravillosas Me quedé como un año en Jacksonville trabajando con músicos como Henry Washington Cada vez que él conseguía alguna chamba y podía emplearme, trabajaba por cuatro dólares la noche Después me fui a Orlando y ocurría lo mismo Obtuve trabajos con un tipo de nombre Joe Andersen, quien tenía una banda allá Me quedé otro año antes de irme a trabajar a Tampa con un par de grupos musicales allá Toqué con dos colegas, Charley Brantley y Manzi Harris, e incluso en una banda de música hillbilly llamada The Florida Playboys Aprendí a cantar el “yodel” del tipo de los montañeses alpinos con ellos
Días de Florida
Durante aquellos años me enamoré profundamente de la música de Nat King Cole
Comía, dormía y bebía todo lo que fuera Nat King Cole Quería ser como él pues tocaba el piano y cantaba, poniendo todas las cositas con mucho sabor en su voz Es lo que deseaba ser porque era mi ídolo Practicaba días enteros para convertirme en Nat King Cole y logré avanzar bastante en mi intento Una mañana me desperté y sin salir de mi cama, me dije:
“¿Dónde está Ray Charles? ¿Quién conoce tu nombre? Nadie te llama por tu nombre, la gente sólo te dice: ‘Oye, muchacho, suenas como Nat Cole’; pero ni siquiera saben cómo te llamas”
Inmediatamente me dí cuenta que no podía seguir insistiendo en ser como Nat, si bien me daba miedo perder mi puesto al no sonar como él Finalmente me dije: “Ray, debes darte la oportunidad de sonar como tú mismo Punto”
Las chambas solían ser muy espaciadas Podía trabajar un par de noches y luego, en dos o tres semanas, nada En verdad era como batear una vez para después poncharse Fui muy afortunado en el sentido de que cuando pasaba por aquellos días tan duros, tuve la suerte de encontrar unas personas como los Thompson También en Tampa me acerqué a dos hermanas de apellido Spencer Una de ellas, la mayor, era maestra de música y parecía que yo le caía bien No lo sé, pero supongo que veía cómo luchaba yo en la vida pese a estar ciego Me llevaron a su casa, me dieron casa, sustento y unos cuantos dólares para gastos Aunque no ganaba nada de dinero, tampoco me moría de hambre Durante varios días sobrevivía comiendo sardinas, frijoles y pan
Toqué en varios salones de baile por distintos pueblitos, como De Land, en Florida, o en San Petersburgo Por aquellos días no se trataba propiamente de conciertos Eran bailes donde laborabas de las nueve de la noche a la una de la mañana; cuatro horas cuando menos Hay que mencionar que no había centros nocturnos entonces, del tipo del Cheerios y el Blue Note Eran lugares pequeños con una puerta, lo cual significa que era entrada y salida a la vez Quizás habría dos o tres ventanas En una esquina debían tener pescado fresco para freír y vendían cerveza, refrescos y cosas por el estilo La gente se ponía a bailar en la pista y los músicos debían tocar desde algún rincón Normalmente nos quedábamos en la parte de hasta atrás, porque si se suscitaba algún problema, podíamos escapar por la ventana más cercana Esos lugares no eran como los centros nocturnos de ahora, donde la gente llega con sus pieles y se sienta a beber algo Tú entrabas, ibas a bailar y a beber tu aguardiente; comías tu pescado o tu pollo o lo que vendieran allí, y sanseacabó
Por supuesto, yo no era la estrella En aquellos días yo tocaba en la banda de otro Trabajaba con el grupo de Charley Brantley, él era la estrella De hecho, en la banda de Charley Brantley ni siquiera cantaba Desde luego, me dejaban interpretar una o dos melodías antes que acabara el show, pero Charley tenía su propio vocalista: Clarence Jolly Por otro lado, yo era el pianista y me sentía feliz de serlo, porque necesitaba el dinero Si él quería que cantara, cantaba; si quería que tocara el piano, lo hacía, y si me pedía que hiciera un arreglo, lo escribía Hacía lo que fuera por un dólar Y, claro, también escribí algo de música durante esos periodos Por ejemplo, la banda de Joe Ellison tocó piezas mías cuando estuve con él
Llega Quincy Jones
Eventualmente, Florida me resultó aburrida
Trabajaba en distintas bandas y tenía que tocar con The Florida Playboys, cuando un día me llegó el sentimiento (fue sólo un impulso) y me dije: “Aquí no voy a llegar a ninguna parte, no estoy haciendo nada” Me asustaban las grandes urbes como Nueva York o Chicago, pero anhelaba llegar a una ciudad de buena talla en donde tampoco nada me pudiera hundir hasta hacerme desaparecer Entonces le comenté a un amigo, Gosady McGee: “Quiero ir a una ciudad, una que esté muy lejos de Florida pero que siga siendo una gran ciudad”, y así fue que llegué a Seattle Ahorré tanto dinero como pude, unos 500 dólares, y finalmente agarré el autobús para irme a Seattle, Washington El viaje duró cinco días
Deseaba formar mi propio grupo; eso era lo más importante para mí en aquel tiempo, porque veamos: desde que mi madre murió, siempre había trabajado con alguien o, más bien, para alguien No digo que esto sea malo, pero yo pensé que de esa forma no iba a llegar a ninguna parte Tomaba un trabajito acá, otro allá, y me pagaban Otras veces, ni siquiera me pagaban
Yo quería tener algo mío Pensé que debía formar mi propio trío
Apenas llegué a Seattle, me dirigí a una oficina de buscadores de talento Yo ciertamente era demasiado joven; pero le supliqué al tipo ahí que me dejara tocar Se apiadó de mí y me dejó entrar En aquella noche de talentos canté mi cancioncita, misma que fue escuchada por los representantes del Elk’s Club Es decir: en la noche de talentos tú tienes a varios propietarios o representantes de algunos clubs que van a ver si tienes posibilidades Así fue que el dueño del Elk’s Club me contrató un fin de semana y me preguntaron si podía armar un trío ¡Demonios! ¡Yo no conocía a nadie! Pero sentí que debía encontrar a algunos músicos para tocar bien
Como sucedió, llamé a mi amigo Gosady McGee y llamé a Milt Jarret, comenzamos a ensayar y fuimos al Elk’s Club Trabajé allí varias semanas El apellido del guitarrista era McGee y el mío Robinson, así que nos llamamos el Trío McSon Era un buen trío y, honestamente, era lo primero de lo que podía ufanarme de tener como algo propio Cada fin de semana sabíamos que algo bueno llegaría, y luego de pasarnos como cinco fines de semana o más, el dueño del Rocking Chair, que era un club mucho más bonito, decidió contratarnos
Yo vivía en la 20th Avenue por aquellos días, en una casita nada pretenciosa Teníamos un calentador de aceite y recuerdo que necesitábamos salir para conseguir keroseno y ponérselo al maldito calentador Mientras viví allí, compré mi primer piano eléctrico que salió al mercado (esto te habla de cuántos años han pasado desde entonces), pero por fin ya tenía lo que me hacía falta Poseía un radio, aunque no una televisión Era un radio muy grande con tocadiscos incluido
Durante mis días de Seattle, conocí y trabajé con algunos músicos que más tarde lograron mucho renombre Allí había uno llamado Bumps Blackwell, quien tenía su banda Recuerdo que me contrató para irnos a unas presentaciones nocturnas
Con su banda se encontraba un joven de nombre Quincy Jones, de hecho creo que él y yo ya nos habíamos conocido en algún club, el 908, el Black & Tan, o el Elk’s
Probablemente suene a que yo minimizo aquel encuentro, pero así pasa con nosotros: los músicos simplemente nos conocemos y no pasa nada fuera de serie Quincy y yo nos convertimos en muy buenos camaradas porque yo podía escribir música y él quería que le enseñara cómo escribir Me visitaba de mañana, me levantaba y me sentaba al piano para enseñarle a garabatear algunas cosillas Así fue como llegamos a intimar
Siempre lo he respetado con mucho amor, y él es el mismo que conocí de muy joven El mismo dulce y tierno Quincy Jones