Un periodo de alto riesgo

lunes, 7 de junio de 2004 · 01:00
México, D F (apro)- Los próximos cinco meses serán de alto riesgo para Estados Unidos y probablemente para el mundo Entre la “entrega” de soberanía a los iraquíes el 30 de junio y las elecciones presidenciales del 2 de noviembre, todas las fuerzas elevarán al máximo sus presiones, porque lo que está en juego es mucho y nadie está dispuesto a perder De hecho, este escalamiento ya se hizo perceptible durante el mes pasado y no hay duda que lleva como eje la reelección o derrota de George W Bush De esta disyuntiva depende no sólo la evolución inmediata de los acontecimientos en Irak, sino en realidad el entramado de todas las relaciones internacionales Porque aunque los intereses de Estados Unidos van más allá de divisiones partidistas, las formas de su defensa indudablemente pueden incidir en una mejoría o deterioro de la situación actual El mayor peligro en esta etapa de definición lo representa Bush mismo Tanto por lo que él y su equipo puedan idear en caso de que las tendencias electorales no los favorezcan, como por lo que puedan hacer sus enemigos –y no se trata de los demócratas– para intentar ponerlo contra las cuerdas En ambos casos puede preverse que haya elementos de violencia, ya sea por la vía militar institucional o por el lado de la anarquía terrorista Lo que todavía no se sabe es cómo harán eclosión y en realidad a favor de quién actuarán Por lo pronto las cosas en Irak no parecen marchar en beneficio del inquilino de la Casa Blanca y su “eficiente” jefe del Pentágono Más que todas las barbaridades cometidas en el caso iraquí, la divulgación gráfica –oportunamente filtrada– de las torturas infligidas a prisioneros en la principal cárcel de Bagdad, han causado estragos entre la ciudadanía estadunidense Porque una cosa es ver una guerra de computadora y, otra, enfrentar las caras sonrientes de muchachos y muchachas estadunidenses mientras maltratan a otros seres humanos Lo relevante en este caso, es que pese a la contraofensiva oficial para manejar el asunto como algo aislado y condenable, cada día afloran más pruebas de que se trata de una práctica institucionalizada Y quienes disponen de estas y otras evidencias, con seguridad no dejarán de golpear a los guerreros de la administración Bush, como también se acaba de hacer con el vicepresidente Dick Cheney y sus cantados lazos con la empresa Halliburton, que ahora cuentan con respaldo documental Pero más allá de las filtraciones, a los estrategas de Washington se les están desacomodando las fichas en el tablero Sin contar los heridos, los enfermos y los inhabilitados psicológicamente, las bajas norteamericanas rondan ya las 800, lo que ha redundado en el miedo y la baja moral de las tropas y un creciente movimiento de oposición a su presencia en Irak por parte de familiares y amigos Para colmo, el general Richard Myers, jefe del Estado Mayor Conjunto, admitió que es imposible ganar esta guerra en el terreno militar, lo que para muchos puede significar que se está muriendo en vano Lo malo es que el bushismo tampoco tiene una salida político-diplomática a la mano Estados Unidos y Gran Bretaña impulsan una nueva resolución en la ONU para compartir la estabilización y reconstrucción de Irak con otros actores internacionales Pero ambos quieren conservar el mando militar y, fuera de los miembros de la “coalición”, nadie está dispuesto a aceptar esta posición subalterna De hecho, con el cambio de gobierno en España y la decisión del nuevo presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, de retirar sus tropas de Irak, la brigada “Plus Ultra”, que agrupaba a los pocos países hispano-parlantes, acabó por disolverse Y otras naciones, como Polonia o Noruega, han evaluado la conveniencia de seguir sus pasos Por lo pronto se han encargado de subrayar con gran énfasis que no tuvieron participación alguna en el asunto de las torturas La trampa parece infranqueable Si norteamericanos y británicos no ceden el mando militar a la ONU, otros países, sobre todo los fuertes, no se incorporarán Y si no se incorporan, ya lo reconoció Colin Powell –como antes lo hizo Myers–, Estados Unidos no podrá salir solo del atolladero, de hecho ni siquiera salir, porque se ha convertido en juez y parte de un conflicto que, por lo demás, él mismo creó Por el momento, la ONU y las otras potencias dicen que no darán una respuesta hasta hablar con el gobierno de transición iraquí que asumirá funciones el 30 de junio Y ahí las cosas se ponen todavía más complicadas, porque ni todos lo aceptan ni tampoco está resultando como Washington lo tenía previsto Es más, en unos cuantos días se modificaron las principales alianzas Primero se consumó la ruptura con Ahmed Chalabi, aquel dirigente del exilio que le pasó a la administración Bush toda la información falsa sobre las armas de destrucción masiva y que, una vez retornado a Irak, quiso retejer un poder feudal como el que estaba acostumbrado Dobles juegos y una presunta filtración de información a Irán colmaron la paciencia de los ocupantes, transformándolo de amigo en enemigo Ahora él también quiere que se vayan y ya dio exhaustivas pruebas de lo que es capaz Ya sin él, la conformación del gobierno de transición tampoco resultó como Washington deseaba El segundo favorito, Adnan al Pachachi, elegido por el administrador Paul Bremer –a quien por cierto el enviado de la ONU acaba de calificar como “dictador”– declinó asumir la nueva presidencia; así, la única opción fue el jeque Ghazi al Yawar, quien ha criticado la ocupación y de inmediato pidió que la entrega de soberanía sea “real” Para consuelo de los estadunidenses, como primer ministro quedó Iyad Allawi, conocido por sus vínculos por la CIA, quien a pesar de ello no desaprovechó la coyuntura para acercarse a la posición de Yawar Cómo serán recibidos estos personajes por la población y, sobre todo, por la resistencia, es la verdadera interrogante Aunque con arraigo en el país, por esas paradojas de la vida, Yawar pertenece a la minoría sunita favorecida por el régimen de Sadam Hussein, lo que podría irritar a los kurdos y a la mayoría chiita, específicamente a los seguidores de Moqtada al Sadr Allawi, por su parte, tendrá muchos problemas para distanciarse de la imagen de los ocupantes De entrada, la elección se vio saludada por sangrientos atentados y no parece que los ánimos vayan a calmarse, sino al revés, dado que no existe la mínima intención de que las tropas anglo-estadunidenses se retiren y, al contrario, se habla de duplicarlas por motivos de seguridad El cronograma para una hipotética desocupación, se alarga hasta principios del 2006 Mucho pues de lo que aquí ocurra hasta noviembre, influirá en el desenlace de las elecciones presidenciales en Estados Unidos Pero por supuesto no es el único frente Sustentada su viablidad de reelegirse en el aspecto de seguridad, Bush, además de explicar el desastre de Irak, tendrá que convencer a sus conciudadanos de que realmente va ganando la guerra contra el terrorismo Y no será fácil Además de los bombazos en Madrid, por cuya causa, además de la manipulación que hizo de ellos, perdió a su aliado José María Aznar, en toda la geografía islámica los atentados son una constante y apenas hace unos días se suscitó uno mayor en Arabia Saudita, eje de la disputa por Bin Laden Las Olimpiadas de Grecia –ojalá y no– podrían ser un tentador escaparate mundial y, en general, los fundamentalistas no perderán oportunidad de demostrar que, pese a Bush, están lejos de ser derrotados Pero, por supuesto, el principal desafío es lo que pueda ocurrir dentro del propio Estados Unidos Justo en estos días el procurador general, John Ashcroft, volvió a sembrar el desasosiego al anunciar la evidencia “creíble” de que Al Qaeda podría realizar otro atentado mayor en los próximos meses El FBI y la CIA, empero, no sabrían otra vez ni el cómo, ni el dónde, ni el cuándo (por cierto, el director de este última, George Tenet, acaba de renunciar por “motivos personales”) Entre muchos analistas ha corrido la percepción de que cada vez que los índices de popularidad de Bush bajan, los de la alerta terrorista suben El factor miedo sin duda podría influir para que la población cerrara filas en torno de un presidente guerrero Pero un nuevo y gran atentado podría ser un arma de doble filo: para unos, la señal de que se debe continuar la guerra; para otros, la prueba de que no se ha conseguido nada, sino el efecto contrario Para otros especialistas, el golpe efectista no vendría por la vía de un atentado, sino podría tener el rostro de otra crisis bélica prefabricada Apenas la semana pasada, en la Casa Lamm, el experto en temas de defensa y seguridad internacional, Michael T Klare, expuso que sería difícil que Bush se reeligiera si no está presente un ambiente de guerra, y habló de la apertura de otros frentes como Irán, Corea del Norte y, por supuesto Cuba En todo caso, las bases están sentadas Cualquiera que sea el escenario, es de esperarse que en los próximos meses se exacerben los ánimos en todos los frentes Aumentarán las acusaciones, las filtraciones, la manipulación mediática, las alertas reales o ficticias Y menos mal si fuera sólo esto; pero la violencia, ya omnipresente, también aumentará y es impredecible cuál será su nueva máscara Ojalá el pueblo americano sepa ver lo que hay detrás de ella Por el bien de él y de todos los pueblos del mundo

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