Gobierno del pueblo

miércoles, 22 de septiembre de 2004 · 01:00
México, D F, 21 de septiembre (apro)- La palabra “democracia” se compone de dos vocablos griegos: demos, pueblo y kratos, gobierno En las aulas se nos enseñó que esta palabra significa: “Un gobierno del pueblo y para el pueblo” Sencillo, ¿no? Sin embargo, en la política mexicana “democracia” sigue siendo un concepto tan irreal que cada quién tiene su propia definición de acuerdo con sus conveniencias o intereses Tan de moda, sobre todo en este gobierno, “democracia” anda en boca de todos; cada uno la invoca en cualquier momento, como si formara parte de un conjuro contra algún maleficio o… complot, y termina como las “muletillas” verbales, en un sinsentido; pierde significado y, sobre todo, contundencia Acaba pisoteada Andrés Manuel López Obrador la invoca en su defensa contra el proceso de desafuero que se le sigue en la Cámara de Diputados Ha dicho que no está en manos de ningún partido, sino del pueblo, pero olvida el jefe de Gobierno del Distrito Federal que precisamente ese órgano es la máxima tribuna del pueblo Los legisladores, en teoría, son representantes del pueblo, elegidos por distritos por una sociedad que les dio su voto, y su voz y representación en la Cámara baja Los diputados, a su vez, recurren a ella cuando se trata de negociar temas, de votar sus iniciativas, la mayoría de las veces, en beneficio de su partido o de algún grupo en especial, y se olvidan de que es a la sociedad que los eligió a la que deben servir Quizá son éstos quienes más han pisoteado y degradado a la “democracia” Cuando el escándalo del Pemexgate estaba en su punto más candente, los priistas cerraron filas para impedir el desafuero de su compañero Carlos Romero Deschamps, líder del sindicato petrolero, cuando debieron ser ellos quienes más interesados deberían estar para esclarecer el destino de los recursos desviados para la campaña presidencial de Francisco Labastida, pues eran dineros del pueblo, cuyos intereses, en teoría, deben cuidar; los panistas, por su parte, hicieron todo lo posible por bloquear el caso “Amigos de Fox”, por el mismo objetivo: cuidar sus intereses partidistas y no los de la ciudadanía a la que representan Ahora, se aprestan a votar en bloque en favor del desafuero de López Obrador, sin importarles el clamor del pueblo que se opone a la medida ¿Gobiernan para el pueblo o contra el pueblo? El argumento que tienen es la democracia Han dicho que en la democracia nadie puede estar encima de las leyes, es cierto, pero tampoco pueden torcerlas para perjudicar a los adversarios El presidente Fox y el “bravuconcito” secretario de Gobernación, Santiago Creel, han hecho de este vocablo su principal argumento para defender sus actuaciones o para buscar enmendar sus errores Nada más superficial y pueril Son ellos, por su alta investidura, quienes más han contribuido a degradar a la “democracia” Generalmente Fox y su gabinete responden o actúan cuando la presión popular se les viene encima, no antes Meses atrás le negó audiencia a López Obrador bajo el pretexto de que el tema del desafuero no estaba a discusión; pero ahora que se descubrió que el presidente de la Suprema Corte, Mariano Azuela, abordó el caso en una reunión “privada” con el jefe del Ejecutivo federal, y cuando en el imaginario popular se fortalece la idea del complot, accede a reunirse con el tabasqueño ¿Si el encuentro no sale a la luz pública, el mandatario hubiera accedido con la celeridad con que lo hizo ahora? Y el involuntario neolingüista, autor del ‘sospechosismo’, Santiago Creel, se escuda en la democracia para denostar a López Obrador; le exige que sea ‘hombrecito’ para enfrentar el proceso de desafuero, pero guarda cómodo silencio cuando la PGR decide no actuar en contra de un edil panista de Querétaro, acusado de no acatar un amparo El mismo delito, pero diferente medida para aplicar la ley en pos de la democracia El pueblo exige acuerdos, que sus gobernantes y los representantes a los que les dio voz en el Congreso trabajen por el bien del país, de la sociedad, y no de intereses partidistas o personales, lo cual requiere una profunda reflexión sobre el significado y objetivo de la democracia, que no es difícil de llevar a la práctica si recordamos las enseñanzas básicas de que es un “gobierno del pueblo y para el pueblo” De lo contrario, quedará como hasta ahora, como un simple vocablo invocado para conjurar errores y complots; como un simple recurso retórico que, de tan usado, ha perdido su razón y contundencia ¿Esa es la democracia que heredaremos a generaciones por venir? Comentarios: jperez@procesocommx

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