Un bululú contemporáneo en Mírame... ¡Soy actriz!

lunes, 27 de septiembre de 2004 · 01:00
México, D F, 27 de septiembre (apro)- Cuatro personajes representados por una sola actriz dan vida a la obra Mírame ¡Soy actriz!, del dramaturgo Edgar Ceballos, que es presentada en el Teatro Salvador Novo del Centro Nacional de las Artes La actriz Paz Aguirre, egresada de la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana, se transforma en Bernarda Alba, siendo este el personaje central; en María Teresa Montoya, Niña NN y Pepe el Romano A través de ellos se delinea la locura de una actriz en decadencia La obra se sitúa en un escenario vacío al cual llega Bernarda Alba --nombre artístico del personaje, tomado de la obra La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca--, para realizar una audición; mientras espera su turno se confronta con los demás personajes, quienes son sus fantasmas, y a su vez éstos le hacen confrontarse con su patética realidad Así, va sacando de una maleta, que es el cajón de los recuerdos, muñecos, mascadas, sombreros y pelucas Al darse cuenta de que no llega nadie al teatro, decide ensayar para la audición, y lo hace frente a su admirada estrella María Teresa Montoya, que ella misma llama “la más grande actriz trágica que ha tenido México” La relación que encarna con los otros personajes le da sentido a la puesta; porque les da réplica como ella misma imagina que son en la vida real A esta puesta se le denomina como un “bululú”: El término surge en el Siglo de Oro español, donde un actor representaba solo, en los pueblos y las ciudades donde pasaba, una comedia, una loa o entremés, y donde se diversificaba a través de la voz, el gesto y los combinaba según los distintos personajes que encarnaba En México se tiene memoria de esta manera de actuación en los años 40 y 50 Con estas consideraciones, para un actor es un trabajo complicado, así que comenta la actriz Paz Aguirre ante la pregunta de por qué apostarle a este monólogo: “Me gustó la obra, me gustó la propuesta de Edgar Ceballos además soy fan del teatro antiguo, y cuando estaba en la facultad siempre me inquietó que no nos enseñaran historia del teatro mexicano, lo cual no permitía tener una raíz, lo cual es necesario” El texto de Cevallos --quien además de dramaturgo es investigador teatral--, lo que hace, a decir de Aguirre, es “homenajear de alguna manera el teatro viejo, no se puede decir antiguo porque no se tiene tanta tradición, pero sí manejar el teatro de artes y dar a conocer a una actriz nuestra que fue María Teresa Montoya, misma que ya no la recordamos” Por tal motivo hace una crítica a la enseñanza en las escuelas de actuación, porque de pronto se inundó de maestros extranjeros que manejaban técnicas sin relación alguna con la cultura mexicana Entre ellas menciona a Seki Sano, aludiendo que no somos japoneses; la vivencia de Stanislavsy, que es introducirte a un dolor “que si no sientes no pasa nada al personaje” De todo esto depende que muchos talentos se vayan perdiendo en el camino, y para Paz Aguirre hablar de ello es un especie de “denuncia” La “escenofonía”, es decir, la música que lleva de fondo, es una palabra inventada por Rodolfo Sánchez Alvarado Trabajó con este hombre cuya trayectoria arranca desde 1955 y ha musicalizado más de 300 obras de teatro y danza “Un día llegó y grabó la obra, que fue lo más complicado porque tardó cinco meses en grabar la pista” Ésta cuenta con voces y música que van revistiendo la obra a medida que transcurre y va llegando a su clímax, donde el personaje se derrumba al cobrar conciencia de su triste realidad En cuanto a los personajes, con el que más se identificó Paz Aguirre fue con la Niña NN: “Es su conciencia, la que le permite plantarse en la vida y en su trágica y patética realidad”, concluye Paz Aguirre

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