Tregua y cambio de régimen
Mexico, D F, 2 de septiembre (apro)- Si alguna prueba faltaba para que en México se proceda a un cambio verdadero en el régimen político fue el espectáculo que este 1 de septiembre enmarcó la ceremonia del IV Informe de Gobierno del titular del Poder Ejecutivo, Vicente Fox
Y el marco, fuera y dentro del salón de sesiones, fue el encono que prevalece en amplios ámbitos del Estado y la sociedad, con una latente ruptura de la institucionalidad democrática a la que México ha llegado a través de numerosas luchas que a nadie deben escamotearse
La protesta, el insulto y la diatriba entre los grupos parlamentarios, así como la insolencia a la institución presidencial, en este caso representada por Fox, pero también el ignominioso estado de sitio policiaco y militar que hizo levantar un muro de acero en torno a la Cámara de Diputados y en amplias zonas del centro de la capital, exhiben el agotamiento del régimen constitucional de gobierno federal
Quien quiera que sea el presidente de la República, de cualquier signo partidista, afrontará lo mismo que le ocurrió a Fox o, peor todavía, la agresión física que a punto estuvo de producirse cuando la diputada federal priista Margarita Martínez López le reclamó, de frente, que vivía en “Foxilandia”
Fox, quien intentó saludarla y darle un beso en la mejilla, fue rechazado con un grito y sólo la intervención de la escolta del Estado Mayor Presidencial evitó que la legisladora la emprendiera a golpes contra el jefe del Ejecutivo, en cuya defensa salió el diputado panista Rubén Torres Zavala, quien la encaró y tildó de vendedora de sexo
Semejante escena, al final de una ríspida ceremonia, en la que los diputados perredistas volvieron a la boruca, es una muestra de lo que se anticipa dentro de un año, justo cuando las fuerzas políticas estén inmersas en la sucesión presidencial Si ahora inclusive se analizó que Fox llegara en helicóptero, y aun se temía por su vida, nada positivo puede augurarse para los años siguientes
El punto no es sólo la civilidad a la que están obligados los legisladores y el propio presidente de la República, así como los invitados y los periodistas en el recinto, sino la inoperancia de una ceremonia que perdió todo sentido desde que, a partir de 1997, ningún grupo parlamentario tiene la mayoría que arropa al jefe del Ejecutivo
La sesión de Congreso General, en la que el presidente de la República rinde cuentas del ejercicio de su cargo, que en realidad nunca fue tal porque el Informe se entrega por escrito, correspondía a las formas de un presidencialismo que repelía el pluralismo y que quedó derrotado por la evolución política del país
Es a partir de 1997, cuando el PRI pierde la mayoría en la Cámara de Diputados, cuando comienza el exacerbamiento de las fuerzas políticas: Ernesto Zedillo y su partido trataron de impedir que el perredista Porfirio Muñoz Ledo respondiera su informe Luego el panista Carlos Medina Plascencia asumió una actitud partidista, y el priista Arturo Núñez retornó a la abyección
Y en ese escenario todas las instituciones pierden: el Ejecutivo expuesto a la chunga de sus adversarios; el Legislativo exhibido por su ineptitud para escuchar lo que informa el otro poder y someterlo al escrutinio en las cuentas que entrega, y el Judicial como arena de la judicialización de la política o la politización de la justicia
El asunto no es, entonces, un cambio en el comportamiento de los actores políticos ni una tregua, como la que solicitó Fox, sino la modificación de las reglas del juego establecidas en la Constitución y en las leyes, y que tienen que ver con el régimen presidencialista agotado
El modelito, tal como está, sólo garantiza el exacerbamiento de las posiciones políticas y la falta de cauces institucionales para conjurarlos, salvo que en el plan de algún grupo o partido político exista empujar deliberadamente un retroceso autoritario que liquide el pluralismo Y eso sí es peligroso
Lo que urge, entonces, es desmontar el régimen presidencial y dar paso a uno semipresidencial o semiparlamentario, tal como lo han expuesto especialistas y miembros de todos los partidos políticos preocupados por el riesgo que significa para México que el mandatario de la República sea, al mismo tiempo, jefe de gobierno y de Estado con enormes facultades pero, paradójicamente, también con grandes limitaciones
Esta es una de las reflexiones que debería ocupar a la clase política para acreditar que su actividad está al servicio de la sociedad, y no al revés Postergar el debate de las ideas sólo seguirá deteriorando el contexto político en el que se desarrollará la disputa por la nación No hay que esperar a que haya más mexicanos muertos para darle cauce a los problemas
Comentarios: delgado@procesocommx