Alemania: Los experimentos nazis

sábado, 1 de enero de 2005 · 01:00
Berlín -- En una de las blancas salas se oyen diferentes testimonios La pantalla indica el nombre de la persona que habla Hans Kargl cuenta que fue llevado, junto a otros cinco prisioneros, a la enfermería El médico en jefe les indicó que se quitaran la camisa azul y blanca a rayas Hizo que les desinfectaran los brazos Empapó un algodón con un líquido amarillento y marcó con él, en cada brazo, dos círculos del tamaño de una moneda Las órdenes no incluían una explicación Días más tarde, Hans Kargl sintió crecer unas ampollas purulentas, de un centímetro de altura, en las áreas afectadas por el líquido El dolor se asemejaba al de una quemadura El médico llevaba un registro fílmico y fotográfico de las llagas Probaba en cada herida una pomada diferente El dolor se intensificaba con el cambio de vendaje y el contacto con el aire Los prisioneros sufrían accesos de fiebre Después de cinco semanas, se enteraron de que se los había tratado con gas mostaza Y que en las quemaduras se experimentaban diferentes sustancias curativas Hans Kargl tuvo suerte En su caso, los dolores poco a poco fueron cediendo Se le dio de baja tras ocho semanas “Campo modelo” La enfermería en cuestión es el lugar en el que ahora, más de seis décadas después, nos encontramos El campo de concentración se llama Sachsenhausen y está situado en las afueras de Berlín, en la ciudad de Oranienburgo Las dos barracas que la enfermería ocupó, entre 1936 y 1945, han sido recuperadas Allí se ha montado la nueva muestra permanente, llamada Medicina y delito Entre los mil objetos expuestos hay fotografías, documentos, dibujos hechos por los prisioneros, datos biográficos de decenas de víctimas y de cuatro médicos, audios de sobrevivientes y de periodistas que visitaron el campo La enfermería del campo de concentración de Sachsenhausen estaba dividida claramente en dos sectores Uno disponía de equipos de diágnóstico y terapia relativamente modernos Aptos para llevar a cabo los más de 20 tipos de experimentos, que de hecho se realizaron, usando como cobayos a los prisioneros El mismo sector estaba convenientemente adaptado, para permitir visitas de la prensa o de delegaciones internacionales Por hallarse a sólo 30 kilómetros de Berlín, Sachsenhausen fue concebido por Heinrich Himmler, el jefe las SS –la fuerza de asalto paralela, a cargo de todos los campos de concentración–, como un “campo modelo” En el otro sector de la enfermería, por el contrario, faltaba hasta lo más elemental El cuidado de los enfermos estaba a cargo de otros prisioneros Recién a finales de 1942, las SS cubrieron esos puestos con reclusos que eran médicos, enfermeros o estudiantes de medicina En abril de 1945, cuando Sachsenhausen fue liberado por el Ejército Rojo, cada una de las 800 camas albergaba a dos o más enfermos “En 1942 tuve una diarrea, quizá por alimentos podridos, y pasé alrededor de diez días en la enfermería”, dice a Apro Adam König, de 80 años Entonces König llevaba ya tres años como prisionero en Sachsenhausen, y habría de pasar tres más en Auschwitz Otros reclusos lo ayudaron a sanar “En la enfermería había una farmacia, donde se reunían los presos que formaban parte de movimientos de resistencia” recuerda König “Ahí se planeaban acciones de solidaridad, o se hablaba de la forma de cambiar algunas cosas de la vida cotidiana en el campo de concentración” Subhumanos A los prisioneros que eran declarados como no aptos para trabajar, se los dejaba morir en otros bloques, a través de alimentación insuficiente o se los mataba con inyecciones o con monóxido de carbono La exposición Medicina y delito muestra documentos sobre la muerte en masa de prisioneros, por orden de Heinrich Himmler, a través de un plan denominado Acción 14 f 13, que se realizó entre 1941 y 1942 Los médicos de las SS seleccionaron a los incapacitados para trabajar, a los enfermos y también a otros prisioneros por motivos raciales, sociales o políticos Los experimentos que se realizaban en la enfermería estaban a cargo de médicos de las SS, del ejército o de la industria “En general puede decirse que éstos eran científicos comunes y corrientes, que bajo las condiciones del Nacionalsocialismo no tuvieron escrúpulos para hacer experimentos con seres humanos”, dice a Apro Christoph Kopke, investigador del Departamento de Historia de la Medicina de la Escuela Superior de Medicina de Berlín La política de salud bajo criterios racistas, impuesta por el Nacionalsocialismo, contó con la complicidad de una gran cantidad de médicos Seducidos por el poder, y por la propaganda nazi sobre el ‘enemigo interno’, estos médicos partían por negar la condición humana de los prisioneros “En un sistema en el que todos los principios morales se consideran anticuados, es más fácil hacer que desaparezcan las inhibiciones”, señala Kopke “No es que los médicos recibieran órdenes de efectuar dichos experimentos La disposición era muy grande, ya que tenían la posibilidad de hacer investigaciones bajo condiciones que, si se omite el aspecto moral, eran ideales La prueba de un medicamento en seres humanos ofrece resultados más claros que en los animales” Gitanos Sachsenhausen fue uno de los lugares donde se llevó a cabo la “Investigación sobre los gitanos”, que buscaba la demostración científica de su inferioridad racial, para proceder en consecuencia Un testigo vivo de esta persecusión es Josef Muscha Müller, de 72 años En 1944, cuando tenía 12 años, Müller fue sacado de la escuela por dos personas, e internado en el hospital de Halle, presuntamente para extirparle el apéndice Tras la operación, los padres pudieron recuperarlo y esconderlo Más tarde, Müller supo que sus padres no eran en realidad sus padres biológicos, que su ascendencia era gitana, que las dos personas que lo habían sacado de la escuela eran de la Gestapo, y que la cirugía a que había sido sometido no tenía nada que ver con el apéndice “Yo tenía 19 años, quería casarme, ya que la joven de la que me había enamorado estaba embarazada”, relata a Apro “Entonces mis padres adoptivos me hablaron: ‘¿Te acuerdas cuando estuviste en el hospital? Esa no fue ninguna operación de apéndice Esa fue una esterilización Ese hijo no puede ser tuyo’” Müller pasó por fuertes depresiones e intentos de siucidio Mucho después de la guerra, por casualidad, dio con el médico que lo había operado El doctor Rothmahler, acusado por estos delitos en la RDA, se había mudado al oeste de Alemania, y era médico jefe en Flensburg Müller se presentó en su consultorio Le exigió una operación que le devolviera la capacidad reproductiva “El doctor Rothmahler me dijo que eso no era posible”, cuenta Müller “Y justificó todo lo hecho durante el Nacionalsocialismo, diciendo que él sólo había servido al pueblo alemán” Corporación En los procesos médicos que se llevaron a cabo en 1946, en Nüremberg, sólo 23 facultativos fueron enjuiciados Más tarde, hasta la década de los años 80, en las dos Alemanias tuvieron lugar procesos e investigaciones penales “Pero muchos de quienes asesinaron pacientes o experimentaron con ellos, no fueron buscados Unos pocos cambiaron el nombre La mayoría siguió su vida normal”, explica Kopke En realidad, el propio gremio no tuvo interés por investigar lo que había pasado con la medicina durante el Nacionalsocialismo Se le colocó un tapujo al tema Los pocos médicos enjuiciados en Nüremberg cargaron con toda la culpa, absolviendo al resto Tan perverso, como los criminales en sí, era el estudio del tema Una interrogante central es en qué medida estos experimentos de los nazis fueron utilizados luego por la industria farmacológica o los ejércitos de las potencias ocupantes Kopke cree que el problema es que los conocimientos no se pueden eliminar, diciendo que se obtuvieron bajo condiciones inmorales “No está claro qué sucedió con los resultados de las investigacionesVarios especialistas fueron recibidos tanto en Estados Unidos como en la antigua Unión Soviética”, dice Kopke Abunda: “En el área de gases de combate, se sabe que científicos que participaron en estos experimentos se desempeñaron algunos años en la Unión Soviética, y luego vivieron como químicos de renombre en la RDA Pero son casos aislados, y no existen conocimientos seguros ni tampoco un estudio a gran escala Obviamente, los países son muy cuidadosos con ese tipo de información” En cuanto a las delegaciones que visitaron el campo de concentración, la muestra contrasta los registros sonoros de periodistas alemanes, de medios de comunicación fieles al régimen, con los de otros periodistas críticos y sobre todo con las víctimas “Hay dos casos interesantes de la prensa extranjera”, señala Kopke “Un periodista australiano, de la BBC, mostró muy claramente lo que vio detrás del telón Y un periodista británico, notó que la visita era una puesta en escena” Para los prisioneros, sin embargo, estas presencias pasaron inadvertidas “Me enteré de ellas mucho más tarde”, dice Adam König “En los tres años que estuve ahí, no supe nada” En los días de visita, las autoridades del campo sacaban de la enfermería a los enfermos, confinaban a los prisioneros a las barracas, y el conjunto se prestaba a una interpretación relativamente inocua, acorde a los intereses del régimen

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