Sudeste asiático: El tsunami que viene

lunes, 10 de enero de 2005 · 01:00
México, D F (apro)- En octubre de 2002, en la sureña isla indonesia de Bali, una potente bomba estalló en una discoteca, matando a cerca de dos centenas de locales y turistas Diez meses después, en la capital, Yakarta, otro artefacto explosivo detonó en el lujoso y súper vigilado hotel Marriot, donde se celebraba una reunión de negocios con empresarios de Estados Unidos Aunque focalizados, los dos atentados tuvieron efectos expansivos en toda la región Muy pronto las pesquisas llevaron hasta una organización islámica radical denominada Yemaá Islamiya, vinculada con la red Al Qaeda Su presencia en Indonesia, el país con mayor población musulmana en el mundo y cuyo espectro político después de la caída de Suharto mostraba una creciente tendencia hacia el integrismo, resultaba preocupante Pero era más que un fenómeno local Durante años, servicios de inteligencia habían trazado una ruta de financiamiento e indoctrinación que partía de la Meca y Peshawar hacia Malasia, Indonesia, Filipinas y otros países del sudeste asiático El pasado 26 de diciembre, muchos cientos de kilómetros al norte, otra onda expansiva partió del archipiélago indonesio, sólo que ahora no fue obra humana Un poderosísimo maremoto, con su consiguiente marejada, partió de las costas de Sumatra para extenderse por todo el Golfo de Bengala y golpear justamente a varios de estos países donde los estremecimientos sociales, políticos y religiosos son ya una constante y pueden verse multiplicados dependiendo del manejo que se dé a la catástrofe Aunque el impulso de las olas fue tan grande que llegaron hasta las costas orientales de África, sin duda entre la docena de países afectados, los que más daños sufrieron, tanto humanos como materiales, fueron además de la propia Indonesia, Sri Lanka, India, Tailandia y Malasia; cada uno con sus peculiaridades, pero que comparten rasgos afines como enormes capas de población en extrema pobreza, movimientos separatistas, conflictos interreligiosos e infiltración de grupos islámicos radicales, un coctel a todas luces explosivo Si bien las zonas costeras fueron las más afectadas y, en muchos casos, la planta productiva de los países no se vio mayormente dañada, puede darse por descontado que la infraestructura turística y de pesca –dos muy fuertes fuentes de ingresos en esa zona– tardarán mucho tiempo en recuperarse, sin contar con que el número de incapacitados, desplazados y desempleados ejercerá una sobrecarga sobre las ya de por sí precarias instituciones y reservas económicas nacionales Y falta todavía contabilizar los montos de una casi inevitable crisis sanitaria, de abastecimiento de insumos y la posterior reconstrucción Es cierto que la ayuda internacional ha empezado a fluir con inusitada generosidad; pero de entrada puede ya observarse un enorme desfase, ya que mientras lo reunido hasta ahora se eleva a dos mil millones de dólares, las pérdidas suben ya por encima de los trece mil millones Y a menos que se cambie el perfil de las donaciones foráneas, como en otras catástrofes, éstas apenas servirán para paliar los efectos más inmediatos y agudos de la devastación Después, los países tendrán que arreglárselas solos y, desde luego, no puede esperarse que se modifiquen sus deficiencias estructurales internas Coincidentemente, las principales naciones afectadas han reportado casi todas positivas tasas de crecimiento económico durante los últimos años; pero como suele ser la norma en el modelo actual vigente, éstas sólo han servido para beneficiar a las elites, sobre todo urbanas, ahondando aún más la brecha con los sectores suburbanos y rurales, que con mucho en esta región son los mayoritarios y también los que resentirán a más largo plazo los efectos directos e indirectos de la catástrofe Dentro de la actual coyuntura mundial, lo que más puede preocupar es que esta endémica precariedad social, agudizada por la furia de la naturaleza y la falta de una respuesta política adecuada, abone el campo para la acción de grupos violentos de diversa filiación, tanto aquellos que ya llevan tiempo actuando en la zona como otros nuevos alimentados por la efervescencia bélica en la vecina Asia Central y que cuentan con redes de apoyo foráneas Para empezar en Indonesia, justo en la provincia de Aceh, donde fue el epicentro del sismo y que, por lo tanto, fue la más dañada, se vive desde hace años un movimiento separatista muy similar al que culminó no hace mucho en Timor Oriental y que también ha sido reprimido recurrentemente en forma violenta Por otra parte, los choques interreligiosos e interétnicos no son infrecuentes Con una población mayoritariamente musulmana, de tanto en tanto se sabe de ataques contra minorías hindúes, cristianas y comunidades de inmigrantes chinos No es que se observe una radicalización islámica entre la población De hecho, después de un breve repunte de los partidos de orientación confesional a la caída de Suharto y de la presidencia del clérigo Abdurrahman Wahid, durante el mandato secular de Megawati Sukarnoputri esta tendencia decreció considerablemente y se consolidó con la reciente elección del exmilitar y miembro del partido Golkar, Susilo Bambang Yudhoyono Ello no obsta para que grupos extremistas como Yemaá Islamiya tengan espacio para actuar En Sri Lanka, el segundo país más afectado y uno de los más pobres del mundo, la proporción se invierte dando la mayoría a los hindúes sobre los musulmanes Aunque la guerra civil que dividió por decenios a ese país se ha dado oficialmente por terminada, los Tigres de Liberación Tamil todavía controlan el norte de la isla y se reportan choques esporádicos Durante los primeros días del desastre se les acusó, inclusive, de bloquear la ayuda humanitaria, pero después se dio un giro total para reportar que habían montado uno de los sistemas de ayuda más eficientes Sin embargo, minas colocadas durante el conflicto que fueron desenterradas por las olas crean en esta zona un peligro adicional Aunque en proporción con su población total sufrió muy pocas víctimas, la India ocupó el tercer lugar en daños por el maremoto Conocido como país de contrastes, el gigante de mil millones de habitantes sigue su mismo curso de siempre Pese a que el gobierno saliente dejó buenas cuentas, muy pocos fueron los favorecidos y las tensiones sociales persisten También los choques entre nacionalistas indios y musulmanes El conflicto con Pakistán por Cachemira –aunque en vías de distensión– y la vecindad al norte con el mundo árabe-musulmán han abierto un corredor para grupos extremistas, algunos directamente vinculados con Al Qaeda En la golpeada Tailandia también han resurgido las tensiones con los grupos islámicos De amplia mayoría budista, el país cuenta con 18 millones de habitantes musulmanes en el sur, con niveles de vida considerablemente inferiores a los del resto de la población, lo que los ha llevado intermitentemente a intentar separarse desde los años 80 Resurgido el movimiento separatista en 2001, el actual primer ministro, Thaksin Shinawatra, lo ha enfrentado con mano dura, con un saldo de 500 víctimas mortales tan sólo en este año, lo que ha despertado el temor general de una jihad islámica Ahora justamente a esa zona se agregó el tsunami En la vecina Malasia, apenas en abril pasado una coalición moderada derrotó en las urnas al Partido Pan-Malayo Islámico Según el nuevo primer ministro, Abdulá Badawi, se trata de una oportunidad para dar paso al Islam progresista y tolerante; pero, para otros, la derrota de los fundamentalistas en las urnas abre el riesgo de que se sumen a opciones violentas Al igual que en Indonesia, en todo caso, nada impide que se incuben grupos terroristas financiados desde el exterior, como la Yemaá Islamiya Y el manejo del desastre puede marcar la diferencia En el río revuelto de la catástrofe, en todo caso, se abre la posibilidad de toda clase de acciones desestabilizadoras y delictivas, desde los saqueos, el mercado negro, el contrabando de bienes, el secuestro y venta de niños ya presentes, hasta la infiltración de grupos terroristas, el reclutamiento de combatientes para futuras jihads o abiertos llamados a la rebelión De ahí que pese a su tacañería institucional y personal para brindar ayuda económica, el presidente, George Bush, haya calificado la situación en la región como un asunto de “seguridad nacional” para Estados Unidos Por lo pronto, para enmendar la plana, ya mandó a su todavía secretario de Estado, Colin Powell, y su hermano, Jeb Bush, a hacer una evaluación de la crisis y convocó a su padre y al expresidente Bill Clinton a emprender una campaña con el fin de recaudar fondos para los damnificados El jueves 6 también se reunió en Yakarta una Cumbre Internacional para evaluar y programar la ayuda que requiere la zona siniestrada De momento, toda ella está bajo los reflectores y por la magnitud de la catástrofe ha despertado como pocas veces la solidaridad internacional La reconstrucción, sin embargo, se ha calculado que dure hasta diez años y es de esperarse que en ese lapso los ojos del mundo giren hacia nuevas e inevitables tragedias Cuando eso ocurra y los países vuelvan a quedarse solos, se irán develando las verdaderas consecuencias Por lo pronto, los poderes internos y externos ya se disputan las ganancias políticas y económicas que se derivan de todo desastre natural y nada impide suponer que, el próximo, sea un tsunami social de gigantescas proporciones

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