"Chava" Flores en Lecumberri
México, D F, 17 de enero (apro)- En su Dictionary publicado en 1755, Johnson definió la palabra anécdota como "algo aún sin publicarse; relato secreto" Cuando preparaba su cuarta edición en 1773, agregó otro significado: "por los franceses, se utiliza para un incidente biográfico, un pasaje momentáneo de vida privada"
En un sentido moderno, la palabra es entendida como la mera narración de un incidente singular
Vaya esta introducción para recordar que hace 85 años nació en la calle de La Soledad el genial cantautor Salvador Flores Rivera, nuestro memorable “Chava” Flores (La Merced, 14 de enero de 1920—Distrito Federal, 5 de agosto de 1987), quien redactó su autobiografía Relatos de mi barrio, en 1972, con multitud de anécdotas a lo largo de ocho sabrosos capítulos, dedicando el primero a desglosar con pelos y señales un grave incidente por el cual debió ser “huésped” de la cárcel de Lecumberri
El resto de los textos de Relatos de mi barrio (2ª Edición en Edamex, 1988) redactados de puño y letra por “Chava”, versan sobre las historias que inspiraron su carrera como compositor (a partir de 1951 con la pieza Los tamales de Bruñilda, capítulo uno en el que dice: “El que hace canciones no gana lana, pero cómo se divierte”), motivándolo después a escribir otras canciones que le dieran fama, como La esquina de mi barrio (capítulo tres, donde abre su célebre prefacio: “Sólo puede hablar de México quien lo conoce; sólo debe hablar de México quien lo quiere”); Los pulques de Apan, Dos horas de balazos, El retrato de Manuela, Peso sobre peso (La bartola) y Pichicuás
En 1999, Ediciones Ageleste, de su hija María Eugenia Flores de Velásquez, publicó El cancionero de Chava Flores: cronista musical de la Ciudad de México (coedición con Morena FM 897 y Culturas Populares del Conaculta, portada de Gabriel Vargas; partituras, textos y caricaturas diversas en 405 páginas), antología definitiva de “Chava” en el que se recopila la canción ¡Alerta!, con nota al final del libro por su hija que dice:
“También se conoce como Canto del prisionero La escribió cuando estuvo en la penitenciaría de Lecumberri (1953-1955) acusado falsamente de fraude por Ricardo Rivera Pérez Campos, “un desgraciado multimillonario, compadre mío porque es padrino de una de mis hijas”, como denuncia en sus Relatos de mi barrio” Está en octasilabos, al viejo estilo de los corridos:
La negra noche es testigo
del duelo que hay en mi celda,
el cielo es mi único amigo
que entre las rejas se cuela
¡Jamás se ha visto tan lindo
aunque la noche sea negra!
Después de rejas, mi pena
conmigo vaga desierta;
envidia al ave en su vuelo
y el alma sueña despierta
Un grito rasga la noche,
un celador grita: ¡Aleeerta!
Quien fijo: “Una vez se vive”,
no supo lo que decía;
parece ser que en la cárcel
se vive y se muere al día
Quien dijo: “Una vez se vive”,
no supo lo que decía
¡Qué triste vivo cautivo
contando las horas muertas!
De aquellos que más me quieren
me alejan pesadas puertas
Un grito rasga la noche,
un celador grita: “¡Aleeerta!”
No siento ser un cautivo,
que el hombre por todo pasa;
Pero hay una madre enferma,
hay hijos y hay hambre en casa
Parece que hubiera muerto,
su pena es la que me embarga
Adiós, palomita blanca,
que de ansias vuelas cubierta:
vé y dile a los que me quieren
que pronto estaré de vuelta
Un grito rasga la noche,
un celador grita: “¡Aleeerta!”
En Relatos de mi barrio, “Chava” escribe en su diario de prisión, el 17 de octubre de 1953:
“Estoy en la cárcel acusado de fraude ¿tú crees? Un desgraciado multimillonario, compadre mío, porque es padrino de una de mis hijas me acusa de haberme prestado 25 mil pesos y me dice el infeliz que todavía no se los pago ¡Te juro por Dios que jamás he visto tanto dinero en mi vida! Ni mi editor me ha prestado tanto en el tiempo que llevo con él, pero ¡Maldito será y del excusado nunca se hará! Dios proteja a mis hijas, mi esposa y mi madre que son las que más sufren por este acto perverso Él cree que ya también soy millonario porque, como ya tengo hasta coche, debo pagarle un dinero que nunca le he debido De la contabilidad que llevaba su suegro en el negocio, sacó letras que yo le había otorgado y renovado varias veces, hasta que al final le cubrí todas, hasta la última Ahora las saca y las reparte como programas entre sus achichincles para que se unan a la acusación que él me hace ¡Canalla! No sabe que yo tengo las últimas letras que le liquidé y que tienen el sello de ‘PAGADO’ por el banco donde él las había descontado
“Lo voy a fundir como plomo, verdad de Dios ¡Deberle 25 mil pesos, cuando él me robó todo, hasta el dinero que debía pagarle a mis acreedores, me robó mis pertenencias, me robó! ¡Perdón! Estoy mintiendo Sí le debo, le debo algo: le debo los dos pesos que le dio al cura por bautizar a mi hija También le debo la medallita de 20 pesos que le regaló el día del bautizo Se la voy a aventar en la cara al infeliz ese, porque después de eso, le debo ¡PURA MADRE! Perdóname, Diosito, ya empecé a decir groserías”
Y con humor más que chusco que lo acompañó hasta el final de sus días en Michoacán, Chava agrega con sorna un apócrifo:
“NOTA DEL EDITOR: Se suspende la publicación de este diario, porque el autor, en lo sucesivo, sólo dice puras groserías”
“Chava” (insustituible compositor y espléndido letrista de México) cumpliría este 17 de enero 85 añejos si estuviera con nosotros Ora sí que cuánta falta hacen personalidades como él