Calderón
México, D F, 26 de octubre (apro)- Felipe Calderón tiene sus razones para estar feliz, pues le ganó a quien todos consideraban como el candidato oficial, Santiago Creel Pero su alegría ha rebasado sus propias posibilidades de ganar la Presidencia en el 2006 ¿Cómo podría serlo con tan escasa votación a su favor y con el despotismo que lo caracteriza?
De acuerdo con datos oficiales, al sumar los resultados de las dos votaciones realizadas Calderón obtuvo la victoria con 153 mil 477 votos (5179 por ciento), mientras que Creel alcanzó 95 mil 688 (3229) y Cárdenas apenas obtuvo 47 mil 152 (1591) Es decir, que del total del padrón panista ?activos o adherentes--, estimado en 1 millón 100 mil registrados, únicamente participaron en la elección de su propio candidato presidencial 296 mil 317
El escaso interés de los panistas en elegir a su candidato presidencial rebasó apenas el 30 por ciento, ya que el 70 restante simplemente no quiso apoyar ni a Calderón, ni a Creel ni a Alberto Cárdenas
La escasa participación de sus propios militantes o simpatizantes tendría que ser la preocupación de Felipe Calderón, pues con tan pocos votos se anula cualquier posibilidad de que gane las elecciones en el 2006
Extraña por eso que Calderón y su esposa, la diputada Margarita Zavala, hermana del exvocero del PAN, Juan Ignacio Zavala, lancen albricias con la seguridad de que están a un paso de la victoria presidencial Nada más lejano de ello
El alto desinterés de los propios panistas en participar en su proceso electoral es un llamado de alerta en el que no han reparado hasta el momento los dirigentes del PAN ni los propios miembros del equipo de Calderón
Al contrario, los calderonistas han ninguneado esta situación, aduciendo que el padrón panista tiene muchas irregularidades y que, por lo tanto, no es del todo confiable
Los panistas prominentes, por su parte, argumentan que en su partido las elecciones internas son singulares, que no están "acostumbrados" a la participación masiva, sino selectiva de los adherentes
Con estos criterios y argumentos quieren ocultar la realidad, es decir, el ausentismo entre los propios panistas que ya estuvieron interesados en participar en las elecciones
Bajo este contexto cabe preguntar ¿cómo quiere el PAN ganar la elección presidencial si no cuenta con el apoyo de la mayoría de sus propios simpatizantes? ¿Cómo pretende ganar con el 70 por ciento de abstencionismo en sus propias filas? ¿A qué le apuestan, al voto del cambio desilusionado por el gobierno de Fox?
Es por eso que a Felipe Calderón le urgen las alianzas con otros personajes políticos que sí tienen una oferta electoral cautiva como es el caso de la maestra Elba Esther Gordillo Pero resulta curioso, por no decir contradictorio, que el candidato presidencial panista acuda a una reunión privada con la exsecretaria general del PRI, luego de que la que ha criticado infinidad de veces, tachándola de ser una de las representantes del viejo sistema corrupto priista que gobernó el país por 71 años
Pero Felipe Calderón no sólo va a enfrentar la falta de votos y el desinterés de los suyos, sino también su propio despotismo Es sabido que mientras fue secretario de Energía o director de Banobras, el michoacano apenas y saludaba a la gente con la que se cruzaba en la calle o en el gimnasio donde acudía a diario a intentar vanamente bajar el sobrepeso que tiene desde hace unos años Hoy busca ese saludo afanosamente ante la indiferencia de algunos
La antipatía manifiesta de Calderón puede ser tratada por los creadores de imagen, pero la naturaleza siempre sale a flote
Felipe Calderón tiene todavía un largo camino que recorrer antes de cantar victoria En la carrera presidencial enfrentará a dos candidatos verdaderamente fuertes como Andrés Manuel López Obrador, que no se comparan al menguado Santiago Creel Y aunque el presidente Vicente Fox lo apoye, como ya lo ha hecho manifiesto, esto no es ninguna garantía de que ganará en el 2006 Es más, no se descarta que Calderón tenga que desmarcarse del foxismo una vez que empiece su campaña, pues los errores continuos del gobierno de Vicente Fox son más un lastre que un impulso