Les canailles
México, D F, 9 de noviembre (apro)- Canailles les llaman desde la ultraderecha a los jóvenes franceses hijos de inmigrantes africanos y árabes que todas las noches, desde hace 12 días, han quemado miles de autos en casi todo el territorio de Francia, en protesta por el trato desigual que les han dado en un país que se ufana por su igualdad Pero esto que espanta al gobierno galo es una bomba de tiempo con una larga historia que explica el fracaso del modelo de integración social francés
Desde hace dos años que mi esposa Rosa Elba y yo hicimos un par de viajes a Francia nos impactó descubrir el fenómeno de la migración africana y árabe a ese país, y el enorme problema que desde entonces ya observábamos de la falta de integración de miles de jóvenes que forman parte de la primera y segunda generación de inmigrantes con raíces en aquellas naciones que fueron sus colonias
El verano pasado pudimos ver en París cómo este complejo problema de integración social ponía en entredicho aquel lema de "igualdad, fraternidad y libertad" que dio origen y forma al estado social francés desde hace un par de siglos
Tan sólo había que ver la desigualdad en las calles y centros de trabajo entre los franceses y los migrantes, para echar abajo el primero de los ideales de la revolución de 1789; o la marca étnica entre los jóvenes africanos con sus pares franceses para entender que la fraternidad estaba muy lejos de alcanzarse; o la imposibilidad de conseguir un empleo justo y remunerado para miles de jóvenes egresados de las universidades, para observar que la libertad por una mejor opción de vida está acotada
Tomando un café y aprovechando el francés de Rosa Elba, hicimos contacto con algunos parisinos que se quejaban de tantos turistas Invariablemente en las conversaciones salía a la luz el tema de la falta de integración de los jóvenes tunecinos, magebríes, marroquíes, argelinos y senegaleses, entre otros muchos cuyos padres provenientes de varios países de África árabe y subsahariana llegaron a Francia, principalmente a París, a conseguir trabajo desde finales de los 60
Por las calles, en el metro, las plazas observamos a jóvenes de origen africano, árabes y latinos trabajando en servicios, no obstante que muchos de ellos eran egresados de universidades
Una noche nuestra amiga Inés, de origen tunecino, egresada de la Escuela de Altos Estudios en Ciencia Política (CIESPOL) y reportera de la sección árabe en Radio Francia Internacional, nos invitó a un pic-nic nocturno a la ribera del Sena para despedir a una joven mexicana que se iba de Francia para iniciar un proyecto editorial en Barcelona
Lo que en principio parecía una historia de buenaventura, en realidad era lo contrario Lo que sucedía es que la joven mexicana no podía quedarse más en París porque no había conseguido empleo, a pesar de tener 7 años viviendo en esa ciudad No obstante que el estado francés le había pagado en este tiempo una beca como estudiante en CIESPOL, al final del ciclo y al intentar integrarse al mercado laboral francés había fracasado porque las leyes de este país se lo impedían
La explicación legal y migratoria que nos dio era un tanto compleja, pero en el fondo se reducía a algo muy simple: el Estado francés daba mejores oportunidades de permanencia laboral y ciudadana a quienes venían de los países que alguna vez fueron sus colonias, tratando de mitigar el remordimiento histórico, en vez de dar el lugar a los inmigrantes de otros países --en este caso de México--, con mejor preparación y capacidad académica y profesional
Isabelle Toutain, una azafata de Air France que nos ayudó a conseguir un vuelo de regreso a México, nos contó una historia que nos explicaba algunas de las razones de fondo del rechazo que había recibido nuestra compatriota egresada de la UNAM y que estaba vinculado con el problema de los inmigrantes africanos y árabes
Resulta, nos dijo, que hace unas décadas Francia abrió las puertas a los países más pobres para aprovechar la mano de obra barata y seguir creciendo económicamente, de esa manera fue que empezaron a ingresar miles de inmigrantes de España, Portugal y de África
Queriendo pagar una deuda histórica, se dio preferencia a los que venían de países que alguna vez fueron sus colonias Pero con el tiempo estos trabajadores sin preparación se quedaron en los barrios marginales ?banliues les llaman en París a estos barrios construidos por Charles De Gaulle hacia 1950? y en lugar de integrarse a la sociedad francesa fueron marginados Ahí comenzaron a formar sus propios grupos sociales, sus ghettos, hablando su idioma, reproduciendo sus costumbres y tradiciones, y, sobre todo teniendo muchos hijos
Lo que pasa, nos dijo Isabelle, es que muchos de los inmigrantes africanos descubrieron una forma de sobrevivir muy bien, a través de la procreación de hijos, ya que el Estado francés les daba buenas cantidades de dinero por cada uno que tenían Así que muchos de estos nuevos franceses decidieron ya no trabajar, sino tener hijos y sobrevivir con la ayuda que les daba el gobierno por cada uno de ellos
"Los hijos vieron que podían vivir sin trabajar, miraban a sus padres hacerlo y siguieron el ejemplo", nos explico la azafata con un tono grave preocupación Y es que, a su ver, el problema ya no era demográfico, sino que representaba el fracaso del proyecto de integración social y económico del gobierno francés que intentó hacer de los hijos de los inmigrantes el soporte económico de la pirámide poblacional que, para entonces, se haría vieja y con necesidades médicas y de atención social
Es decir, las nuevas generaciones de los inmigrantes, integrados al mercado laboral, serían los que aportarían la riqueza necesaria para soportar los enormes gastos de una población anciana y altamente demandante
Isabelle, sin embargo, nos afirmó que este proyecto no había rendido los frutos esperados y que la clase política de su país no lo había afrontado hasta entonces
Al escuchar esta historia Rosa Elba y yo nos pusimos a discutir cómo se resolvería esta bomba de tiempo y cuáles iban a ser las válvulas de escape de este problema
Hoy, cuando vemos en los periódicos y en la televisión las imágenes de los miles autos quemados por estos jóvenes franceses segregados por el sistema social francés, que decidieron manifestarse violentamente, entendemos que ésta es la respuesta
El primer ministro francés Nicolás Sarkozy, les ha llamado "canallas" a estos jóvenes franceses africanos y árabes cansados de carecer de condiciones favorables de vida Pero aunque el funcionario de derecha le llame así, no puede negar que estos canailles representan el fracaso de un programa de gobierno que intentó hacer de la mano de obra barata el sustento del futuro, sin tomar en cuenta su integración plena a una sociedad que al final los rechaza por su raza y su origen