Violencia legal

domingo, 20 de noviembre de 2005 · 01:00
En unos minutos, los tribunales de lo penal deciden el encarcelamiento de los jóvenes participantes en la revuelta que desde hace un mes se enseñorea en algunas ciudades francesas Frente al estallido social, la respuesta de las autoridades ha sido el endurecimiento de la represión, la imposición de penas excesivas y aun de posibles castigos contra los padres de los revoltosos BOBIGNY, FRANCIA- La policía se ha desplegado alrededor de todo el edificio y patrulla su interior: el lobby central y los corredores Vigila la entrada a las salas de los tribunales y también está adentro de éstas Por doquier vagan familiares y amigos de los detenidos Unos temerosos, muchos tratando de controlar su coraje, todos esperando durante horas el juicio de los jóvenes Los jueces y los abogados se ven tensos, agobiados por sesiones de trabajo que duran hasta muy entrada la noche El ambiente es eléctrico en el Palacio de Justicia de Bobigny Bobigny es la capital administrativa del departamento de la Seine Saint-Denis, ubicado al noreste de París Fue en el municipio vecino de Clichy-Sous-Bois donde empezaron los motines juveniles que luego se extendieron a toda Francia Desde hace una semana en Bobigny, al igual que en otras ciudades del país, se juzga a toda velocidad a centenares de muchachos detenidos durante los disturbios Se aplican recomendaciones plasmadas en una carta enviada el pasado lunes 7 por Pascal Clément, ministro de Justicia, a todos los procuradores generales Esa carta, entregada a la corresponsal por el Syndicat de la Magistrature (Sindicato de la Magistratura), es bastante elocuente El ministro empieza por dar instrucciones precisas a los policías, quienes deben establecer con rapidez máxima las pruebas de los delitos y, sobre todo, detectar lo más pronto posible huellas de gasolina en los detenidos Una vez reunidos los elementos acusadores, se debe presentar a los sospechosos ante los tribunales de lo penal en comparution inmédiate (comparecencia inmediata) Luego, Clément se dirige a los jueces para pedirles no vacilar al exigir la pena de cárcel cada vez que se haya perturbado gravemente el orden público Su tono es imperativo: reclama severidad máxima, inclusive para con los menores de edad, y se vuelve drástico al final de la misiva, donde el ministro exige informes diarios sobre los juicios y las condenas Esa presión flagrante sobre la justicia es inadmisible e indigna de una democracia -denuncia Agnés Herzog, vicepresidenta del Sindicato de la Magistratura- Hace mucho tiempo que no habíamos sufrido tanta humillación Varios jueces, en charla informal, deploran también semejante coacción, aunque se someten Prueba de ello son las cifras publicadas por el Ministerio de Justicia el pasado lunes 14: desde el 29 de octubre se ha detenido a 2 mil 734 personas, 30 de ellas por haber violado el toque de queda decretado en algunas ciudades de Francia el martes 8 y que concierne a los menores de edad El Ministerio de Justicia detalla: 639 personas ya fueron juzgadas en comparecencia inmediata; 122, convocadas para presentarse ulteriormente ante los tribunales; 108 están bajo investigación judicial; 489 siguen detenidas esperando comparecer ante los tribunales de lo penal; 375 mayores de edad ya fueron condenados a penas de cárcel de entre un mes y tres años, y 49 personas a penas diversas: control judicial, trabajo de interés social, sentencias de cárcel en suspensión; 494 muchachos de entre 11 y 16 años fueron interrogados por jueces de menores, y de éstos 108 siguen detenidos Se calcula que la edad de los mayores no supera los 25 años Esa fría tarde del lunes 14, el rostro de Mamadou Beni se crispa cuando, firmemente custodiado por dos policías, penetra en la sala 18 del Tribunal de lo Penal de Bobigny El joven sabe que va a enfrentarse a una justicia bastante expeditiva Es alto, delgado, negro, de nacionalidad francesa, tiene 21 años, carece de antecedentes judiciales y cursa estudios comerciales en París En la sala, unas 40 personas lo miran en silencio: son sus familiares y amigos Están sentados en el recinto desde hace varias horas Asistieron a los juicios, también bastante acelerados, de varios africanos indocumentados que fueron expulsados de Francia Sus casos nada tienen que ver con la violencia en los suburbios En la sala se encuentran, además, varios militantes anarquistas firmemente decididos a manifestar su solidaridad con los jóvenes de los guetos El juez resume los hechos: el jueves 3 por la tarde, tres camiones de auxilio llegaron al barrio Pierre-Semard del municipio de Blanc-Mesnil, Seine Saint-Denis, para retirar los restos calcinados de los coches incendiados la noche anterior Los camiones fueron atacados a pedradas por unos 10 individuos de tipo africano cuyos rostros y cabezas estaban tapados con gorros, pasamontañas y bufandas, de acuerdo con el testimonio de dos de los choferes Aparentemente, uno solo de los delincuentes traía el rostro descubierto y llevaba una camiseta azul clara en la que los dos conductores leyeron las palabras After Hour Los camioneros llamaron a la policía Unos 40 jóvenes enmascarados se enfrentaron con las fuerzas del orden y desaparecieron Unas horas más tarde, los choferes reconocieron a Mamadou, que llevaba una camiseta azul clara adornada con las palabras After Hour Los otros dos choferes no lo identificaron; sin embargo, Mamadou fue detenido Tras escuchar al juez, el joven se defiende con energía y convicción Asegura que no tuvo nada que ver en el asunto, que decenas de jóvenes portan camisetas iguales a la suya Su padre interviene El abogado insiste en que no hay ninguna prueba fehaciente de su participación en el ataque a los camioneros y a la policía, salvo las afirmaciones de dos de los conductores El juez le pide a Mamadou los nombres de quienes participaron en la revuelta El joven contesta que no sabe nada porque no estaba en el lugar de los hechos El procurador insiste: ¿No le sirvió de nada pasar 10 días detenido? ¿No entendió que hay que asumir su responsabilidad cuando perpetra destrucciones? Mamadou se ve cada vez más angustiado La tensión en su familia y sus amigos es evidente El procurador mira a los unos y a los otros, y precisa: No hay complot de la policía para acusarlo Los hechos son los hechos Pide en su contra cinco meses de prisión La defensa exige su liberación inmediata Los jueces se retiran a deliberar Regresan después de 20 minutos Mamadou es condenado a un mes de cárcel Los policías lo esposan de inmediato Sus padres se echan a llorar Sus amigos se levantan indignados y en señal de protesta se cubren la cabeza con sus cachuchas Los policías se precipitan para quitárselas Empieza un forcejeo en la misma sala del tribunal Los anarquistas gritan: ¡Justicia de mierda! Todo el mundo se empuja Se vacía la sala pero la pelea sigue en el lobby del Palacio de Justicia Policías con bastones aparecen por todas partes Hay golpes, insultos Se saca por la fuerza a los rebeldes El abogado de Mamadou intenta intervenir como mediador En vano El combate se reinicia fuera del Palacio de Justicia Los policías son jóvenes, muchos de ellos de origen africano o magrebí Hay demasiado odio en todas las miradas Los policías reciben la orden de retirarse Los anarquistas intentan establecer contacto con los jóvenes, pero no pasa la corriente Apretados los unos contra los otros, la cabeza tapada por las capuchas de sus chamarras deportivas de buena marca, los chamacos mandan al diablo a los anarquistas, a los periodistas que asistimos a la escena y al resto del mundo Dicen que ya no creen en nadie y que sólo cuentan con ellos mismos Desaparecen en el crepúsculo helado de Bobigny Todas estas comparecencias inmediatas y estos juicios acelerados son una vergüenza -insiste Agnés Herzog- Son procedimientos demasiado rápidos En muchos casos sólo vale la información sumaria de la policía Por falta de tiempo no se procede a una investigación social digna de ese nombre, los abogados descubren muy tarde los expedientes de los jóvenes y los jueces, desbordados, actúan a marchas forzadas Insiste: En apenas media hora, los tribunales de lo penal deciden el encarcelamiento de jóvenes, mientras que desde el pasado 27 de octubre la justicia ha sido incapaz de establecer la responsabilidad exacta de la policía en la muerte de Bouna y Ziad, electrocutados ese día Las asociaciones de defensa de los derechos humanos llevan el recuento de las penas impuestas en condiciones cuestionables a jóvenes sin antecedentes penales: En París, un joven acusado de haber destruido un coche fue condenado a cuatro meses de cárcel, la misma pena que se le impuso en la ciudad de Dijon a otro joven que prendió fuego a botes de basura, mientras que a otro se le impusieron cinco meses por haber ultrajado a las fuerzas del orden Un muchacho de la ciudad de Toulouse pasará ocho meses en prisión por haber lanzado piedras contra la policía La lista es larga En ciertos casos, sin embargo, no hay duda alguna: el pasado martes 15, el tribunal de lo penal de Arras (en el norte de Francia) condenó a dos años de cárcel a un joven de 20 años que participó en el incendio de dos tiendas En su defensa argumentó: Prendí fuego para hacer como los demás Los policías de la Brigada Anti Criminal (BAC) están convencidos de que sólo esa dureza podrá bajar la tensión Explica uno de ellos en forma anónima al matutino Le Parisien: La evolución de la situación depende de las respuestas judiciales Hay decenas de personas que tendrán que responder de sus actos ante los tribunales Los que siembran el caos en estos suburbios son realmente una minoría y si no se les castiga con severidad, se producirá un fenómeno de contagio entre los más jóvenes Debemos lanzar señales fuertes para que ciertos padres entiendan que tienen una parte de responsabilidad en los acontecimientos Castigar a los padres que no logran controlar a sus hijos es un tema polémico que agita a la sociedad francesa desde hace tres décadas Hoy resurge con más fuerza El ministro de la Familia, Philippe Bas, y el del Interior, Nicolas Sarkozy, buscan la forma legal de cancelar los subsidios sociales para los padres irresponsables, mientras que el alcalde de la pequeña ciudad de Dravel -cerca de París- ya dejó de reflexionar sobre el asunto y decidió suprimir la ayuda otorgada por su municipio a las familias desfavorecidas si uno de sus miembros es condenado por hechos de violencia o de degradación de bienes públicos La celeridad con la que las autoridades organizan la represión contra los amotinados contrasta con la dificultad para proponer medidas sociales que solucionen algunos de los problemas más apremiantes de los suburbios La aprobación de la Cámara de Diputados, dominada por la derecha, el pasado martes 15, de una ley que prorroga por tres meses el estado de emergencia en ciertas regiones del país confirma que prevalece la vía represiva En semejante contexto, suenan muy vacías las palabras de Jacques Chirac, quien declaró en forma solemne haber entendido que la violencia que sacude los suburbios franceses reflejaba una crisis de sentido, referencias e identidad

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