Coahuila: Contubernio Iglesia-Estado
* Una mujer demanda al gobierno estatal por 22 meses de injusta prisión
* La inculparon del crimen pasional de un cura a manos de su asesino confeso: un albañil , 5 de diciembre (apro)- A casi seis años del homicidio del sacerdote José Ignacio Flores Gaytán, los señalamientos por el encubrimiento de un móvil pasional continúan dirigiéndose al entonces presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Luis Morales Reyes, así como al gobernador saliente de Coahuila, Enrique Martínez y Martínez
Luego de tres años de haber sido absuelta por el Tribunal Superior de Justicia de Coahuila (TSJ), María Rebeca Isabel Galindo Bautista, demandó al Gobierno de Coahuila por los daños y perjuicios ocasionados al haber sido recluida durante 22 meses por un delito que no cometió y que, a la luz de los testimonios y confesionales derivados del proceso seguido en su contra bajo el número estadístico 40/2000 en el Juzgado Primero de Primera Instancia en materia Penal, apuntan hacia el encubrimiento de la homosexualidad del sacerdote asesinado
El 15 de enero de 2000, el sacerdote José Ignacio Flores Gaytán, párroco de La Capellanía de la Medalla Milagrosa, en Torreón, Coahuila, y hombre cercano al obispo Luis Morales Reyes, fue encontrado muerto en el interior de su domicilio como consecuencia de las heridas que se le infligieron con un cuchillo y un picahielo Un mes después ?el 18 de febrero--, Rebeca Galindo Bautista fue detenida por elementos de la Policía Ministerial del estado, acusada de haber asesinado al sacerdote
El agente del Ministerio Público adscrito al juzgado antes citado, determinó ejercer acción penal en contra de Galindo Bautista, pese a que reconoció "indicios leves" como pruebas, como una huella de un pié en la escena del crimen, así como muestras de cabello parecidas a las de la inculpada, que finalmente fueron desechadas en el proceso
El caso se complicó el 6 de julio de 2000, cuando se ejercitó acción penal contra Benjamín Limones Morales por su probable responsabilidad en la comisión de los delitos de robo simple y homicidio calificado del sacerdote Ignacio Flores Gaytán Se inició el proceso penal 92/2000 en el Juzgado Cuarto de Primera Instancia del Ramo Penal
Limones Morales confesó que los primeros días del mes de noviembre de 1999, el sacerdote Flores Gaytán lo abordó en la calle, lo invitó a subir a su automóvil y le propuso sostener una relación homosexual, por la cual acordaron un pago de doscientos pesos
Narró que sostuvo encuentros homosexuales con el sacerdote en cinco ocasiones, por las que obtuvo un ingreso económico; pero desconocía el estatus religioso de la víctima
En su declaración ministerial Limones Morales confirmó que fue en el último encuentro cuando Flores Gaytán se encontraba ebrio y después de haber sostenido relaciones con él, le solicitó que se dejara penetrar, a lo que se negó; y el sacerdote, ofreciendo hacerle el pago correspondiente a ese encuentro, regresó con un picahielo e intentó forzarlo a la relación
El forcejeo que describió Limones Morales, hoy en libertad, coincide con la escena del crimen, así como su reconocimiento del robo: una cartera, una bolsa con morralla, un abrigo y el automóvil que abandonó luego de huir del lugar de los hechos, así como un teléfono celular que, finalmente, llevó a su detención Lo que jamás encuadró con la confesional y las pruebas ofrecidas, fueron las conclusiones del Ministerio Público que constan en la averiguación previa
Con base en el dictamen pericial, el sacerdote José Ignacio Flores Gaytán no había ingerido bebidas embriagantes ni su cuerpo registraba indicios de haber sostenido relaciones sexuales, por lo que la confesión de Limones Morales puso en aprietos a la Procuraduría de Justicia del estado (PGJ), que se encontraba en ese momento bajo un intensa presión social, luego de una inesperada visita del presidente de la CEM, Luis Morales Reyes, quien hasta meses antes había sido obispo de Torreón
Los argumentos del Ministerio Público fueron echados abajo poco a poco Luego de la confesión de Limones Morales, se determinó que la huella del pie que se encontró en el lugar de los hechos no correspondía a Rebeca Galindo, conclusión que se fortaleció después de que el confeso declarara que al salir del baño, luego del forcejeo en el que hirió al sacerdote, pisó un charco de sangre con el pie desnudo e intentó borrarlo
De la misma manera, se supo que las señoras Rosa Marta González de Juan Marcos --cuñada del actual líder del Congreso estatal y en ese entonces alcalde de Torreón, Salomón Juan Marcos Issa--; Mary Tamez de Sifuentes, cuñada de Raúl Sifuentes Guerrero, entonces secretario de Gobierno; y Mirna de Mijares, esposa de Raúl Mario Mijares Jiménez, en ese momento delegado de la PGJ en la región lagunera, se habían reunido con el párroco por la tarde y bebieron vino tinto, pero a pesar de la importancia de su declaración, no fueron llamadas a declarar
Con las pruebas ministeriales derrumbadas y un homicida confeso, la PGJ siguió dando tumbos, mientras sus funcionarios declaraban a los medios de comunicación durante todo el tiempo que duró el proceso y hasta ahora, que Rebeca Galindo Bautista era la responsable del homicidio, razón por la que el pasado 8 de noviembre, ésta demandó al Gobierno de Coahuila, por daños y perjuicios, por una cantidad cercana a los 13 millones de pesos
Para Rebeca Galindo Bautista, la intención de inculparla surgió desde un principio, cuando se dieron cuenta de que el crimen era por homosexualidad: "A la Iglesia, no le convenía que se dieran cuenta que había sacerdotes homosexuales, y menos que lo habían matado por un crimen pasional Era importante para ellos poner un chivo expiatorio que no tuviera nada que ver con la realidad", apuntó
Galindo Bautista no duda en señalar como responsables al obispo Luis Morales Reyes, al clero de la ciudad de Torreón, al entonces gobernador Enrique Martínez y a su procurador Oscar Calderón: "Ellos hicieron un contubernio y se dedicaron a señalarme con un odio inexplicable, querían un chivo expiatorio y pensaban que no me iba a defender, pensaban que yo estaba sola Sin embargo inmediatamente salió mi familia a defenderme"
Galindo Bautista afirmó que conoció bien al sacerdote Ignacio Flores Gaytán, por conducto del obispo Luis Morales Reyes, debido a que por su formación era casi seguro que sería el próximo obispo de Torreón
Morales Reyes y Flores Gaytán eran amigos entre sí y sostenían una relación casi familiar con ella, pero después del homicidio, el obispo jamás volvió a tomar sus llamadas
El 2 de julio de 2000, Limones Morales vendió a su hermano, el teléfono celular que le robó al sacerdote Flores Gaytán Al activarlo sin saber que el número estaba reportado, la empresa Telcel llamó a la Policía Ministerial y de esa manera se pudo capturar al culpable
"El muchacho confesó, pero quisieron hacer un trueque con mi familia y la misma Iglesia A mí me buscaron dentro del penal para que la declaración no se diera como estaba declarando el albañil, porque ellos no querían que se supiera que el crimen había sido pasional Mi familia no aceptó ni yo acepté hablar con la Iglesia A mí la Iglesia ya me había destruido en esos primeros cinco meses Luego hicieron que el albañil declarara en mi contra y fue cuando la Comisión de Derechos Humanos intervino por él Lo presionaron desde el arraigo para que me incriminara a mi también", afirmó Galindo Bautista
En el expediente CDHEC/TORR/SNP/469/2000/PGJE/TSJE/DPRSE, se hace constar que Benjamín Limones Morales afirmó que "en el estacionamiento de la feria de Torreón (hechos que ocurrieron cuando fue trasladado al Cereso del municipio de San Pedro de las Colonias), fue golpeado con manazos en la cabeza, estando esposado de pies y manos, andaba el licenciado Chapa, el licenciado (Rafael) Rosales, un ministerial de nombre Marte y un celador lo hostigó y le decía que dijera la verdad, que era mejor que involucrara a Rebeca (Galindo) en el asunto del padre Ignacio(sic) que lo amenazaron con trasladarlo a la Ciudad de México, que considera que es una presión para que los ayude, ya que si sueltan a Rebeca, puede quedar sin trabajo hasta el Procurador"
Galindo afirmó que a lo largo del proceso se suscitaron todo tipo de presiones para evitar que se descubriera la verdad Por ejemplo, recordó como uno de los episodios más doloroso de esa etapa, el homicidio del sacerdote Rogelio Carrillo, quien a través de desplegados y cartas a los medios de comunicación, defendió la inocencia de la entonces inculpada La muerte de Carrillo ocurrió en circunstancias semejantes a las de Flores Gaytán
Rebeca Galindo consideró que necesariamente tuvo que existir un acuerdo entre el gobernador Patricio Martínez y el obispo Morales Reyes, porque aun después de existir una sentencia absolutoria, dictada por el Juzgado Primero de Primera Instancia en Materia Penal, la PGJ apeló y la Sala Penal del TSJ confirmó "la no responsabilidad", pero los funcionarios de la Procuraduría continuaron señalándola como responsable del delito, hasta el pasado 2 de noviembre, cuando el delegado en la Laguna, Gerardo Torres Carrillo, declaró que para ellos, es ella la responsable