Una plática

lunes, 5 de diciembre de 2005 · 01:00
México, D F, 5 de diciembre (apro)- "La publicidad es la gran ramera de este hoy en que nos movemos", dijo una voz grave a mi espalda Ya sé que es de mala educación escuchar pláticas de otros, estimados lectores, pero esa aseveración despertó mi curiosidad y me hizo parar oreja para no perder palabra de la conversación que se estaba desarrollando a mi espalda en el transporte público que había abordado --¡Ah, que tú! ¡Siempre con tus salidas de pata de banco!-- le contestó una voz más aguda Por precaución, no volteé para ver quiénes hablaban, pues aparte de ponerme en evidencia, hasta era posible que me hicieran algún reclamo Me limité a escuchar cómo seguía la conversa; cómo la voz grave decía: --Y tú no me vas a decir que vivimos en el mejor de los mundos, como creía el estúpido del Doctor Panglos, o como cree gran parte del pensamiento New Age, que el mundo es tal como debería ser --Sí, puede que el mundo no esté todo lo bien que debería, pero no creo que esté peor Siempre ha estado igual ?dijo la voz aguda Buena observación, pensó rl servidor de ustedes a esas atinadas palabras --¡Concedido! ?respondió la voz grave--, pero tú tienes que admitir que nunca como hoy, época de neoliberalismo rampante, está tan activa la gran prostituta, la publicidad, motor de vida y sueño del mercado, del capital Vida, porque sin ella, sin la publicidad, el mercado, el capital, serían más lánguidos? --¡Explícate, hermano! No entiendo tus retorcimientos mentales, me cae ?le interrumpió la voz aguda, un tanto impaciente --¡Pues déjame terminar! Sueño, por eso es ramera, porque nos ofrece y vende lo que muchas veces no es, ni necesitamos Si estamos de acuerdo de que en este hoy en que respiramos es tan malo como cualquier otro pasado, también lo estamos en que, como nunca antes, la publicidad es importantísima y está, como nunca, en activo? --¡Y dale! ¿Dónde quieres llegar? ?volvió a interrumpir la voz más fina La voz grave, sin dejarse perturbar por la agitación de la otra, continuó con su tono mesurado --Pues como dijo Buda, y si Buda no miente, la mayoría de nuestros males se deben a nuestros deseos, y si eso es verdad, la publicidad al excitarlos con su cotidiano bombardeo de anuncios y más anuncios, no hace más que aumentar nuestros males, con lo que nos convierte en seres insatisfechos e incluso marginados socialmente si no tenemos tal o cual cosa y nos impulsa a comprarla? --¡Hay hermano! ¿Qué de malo hay en ello? Pienso que lo único que hace la publicidad es ofrecernos mayores oportunidades de libertad de elección Aquí volví a pensar que la observación de la voz aguda estaba en lo cierto Así lo creí hasta que escuché la respuesta de la grave, que dijo: --¡Ja! Parece que no has leído "Los persuasores ocultos", del sociólogo Vance Packard, "Los creadores de imagen", de William Meyers y otros, que ponen de manifiesto que el problema de la producción capitalista no es el de encontrar productores, sino el de conseguir compradores, consumidores, excitar sus apetitos, crearles necesidades ficticias También hay estudiosos del tema, como Jhon K Galbraith, que dicen que la ley de la oferta y la demanda, que se supone básica para el buen funcionamiento del libre mercado neoliberal, no funciona en la libertad del lado de la demanda, que es un mito, ya que los fabricantes no sólo proponen la oferta sino que, además, por medio de la publicidad, guían la demanda hacia la compra o consumo que más les conviene, con lo que la supuesta libertad del consumidor, más bien se subordina a las consignas que le insinúan, a través de la prensa, radio, carteles y TV los persuasores ocultos ¿Te imaginas lo que tal prostituta arma y hace cuando se disfraza de propaganda política?? Aquí, alguien pidió parada Se bajó la mitad del pasaje y con él se fueron mis dos voces, pues no las volvía a escuchar Pero tal plática me ha dejado inquieto y meditabundo No puedo dejar de pensar que con la creciente preponderancia del capital, del dinero, en los quehaceres de la política, el neoliberalismo globalizador es más bien una plutocracia que una democracia Y créanme que se me pone la carne de gallina, me pongo chinito, nada más pensar, como insinuó la voz grave, que la propaganda política piense y actúe como la publicidad de bienes y servicios ¿A ustedes no, mis queridos? Sin más, y deseando que así no sea por el bien de todos, con todo el afecto de mi corazón PATO CHAMOY

Comentarios