Cabrera Infante vs Carpentier

lunes, 28 de febrero de 2005 · 01:00
México, D F, 28 de febrero (apro)- Para explicar con objetividad la antipatía y el rencor que alimentó el escritor Guillermo Cabrera Infante --fallecido ayer en su exilio londinense-- en contra de su compatriota cubano Alejo Carpentier, quizás nadie mejor que el periodista Vicente Francisco Torres (México, DF, 1953), quien conjunta a ambos en su libro La novela bolero latinoamericana (UNAM, 1998) Poco antes de enfrentarlos, en el capítulo segundo, “El jelengue en la música popular” (páginas 51 y 52), Torres cita en dos ocasiones La música en Cuba de Carpentier, donde se destaca tanto la importancia del género “son” en las percusiones afrocubanas, de cuna negroide, como a su antípoda “blanco” personificado por el campesino guajiro En palabras del mismo y centenario Carpentier: “El movimiento iniciado por algunos compositores en favor de la música afrocubana provocó una violenta reacción por parte de los adversarios de lo negro A lo afrocubano se opuso entonces lo guajiro Muy poeta, el guajiro cubano no es músico No crea melodías” El autor de La novela bolero refiere que cuando Carpentier concluyó en Caracas La música en Cuba, a mediados de los cuarenta, la música cubana se exportaba “con gran éxito” y se manipulaba “sin consideración” Más adelante, destila una crítica sutil a Carpentier, pues en su investigación “no insistió demasiado en distinguir entre manifestaciones cultas y populares” (página 52) Torres da libre paso entonces a la polémica Cabrera Infante contra Carpentier en el tercer capítulo “Pioneros”, acusando al primero de haber disparado las balas iniciales al creador de La música en Cuba (y contra otros grandes escritores cubanos como Martí, Lezama Lima o Guillén) en Tres tristes tigres; esta novela parodia el estilo de Carpentier, quien es llamado burlonamente “el último escritor francés que escribe en español” Cuando Carpentier se adhirió al castrismo en 1959, Cabrera Infante abandonó Cuba y, desde el exilio, ha combatido al régimen de Fidel Castro Rencillas a un lado, Torres escribe (páginas 61 y 62): “Si bien es cierto que La música en Cuba se ocupa sobre todo de las manifestaciones cultas, hay atisbos al mundo musical negro que no pueden pasarse por alto Pero tal parece que los narradores que hoy transitan las veredas inauguradas por Cabrera Infante, nada más lo reconocen a él como antecesor” Torres, tal cual: “Tres tristes tigres, con su anti-tradicionalismo, su irreverencia, sus juegos con las palabras --léase punes--, con la página en blanco, con la página en el espejo y con la alta cultura (Américo Prepucio, Alejandro el Glande, Igor Estrabismo) abrió las puertas a esa libertad que han disfrutado autores como Josean Ramos, Andrés Caicedo y David Sánchez Juliao, entre otros Precisamente un acto de libertad permitió la escritura de ‘Ella cantaba boleros’, corazón de Tres tristes tigres: en 1961, Fidel Castro prohibió la exhibición de PM, película realizada por el hermano de Guillermo Cabrera Infante y que se ocupaba de mostrar la vida nocturna habanera anterior a la Revolución Este acontecimiento, además de iniciar la militancia anticastrista de Cabrera Infante, lo llevó a recrear una atmósfera que ha sido propicia para los escritores que nos interesan e, inesperadamente, lo ubicó en un ámbito que le dio validez a su famoso libro no sólo en Cuba y América Latina, sino en el mundo todo “Tres tristes tigres contenía prácticamente todos los elementos que nutrirán las obras de David Sánchez Juliao, Lisandro Otero, Eduardo Liendo y José Napoleón Oropeza, entre otros La presencia de un ídolo popular está en ‘Estrella’ que, según Emir Rodríguez Monegal, está inspirada en la cantante cubana Fredy, que fue a morir a Puerto Rico y no en México como se dice en el libro En la noche habanera vemos a Rolando Laserie con su traje blanco inmaculado y su sombrerito de paja, y a Benny Moré dirigiendo su orquesta con aspavientos “Los títulos de las canciones contribuyen a la hechura de la narración, pues en las largas parrandas, cuando los noctámbulos preguntan a dónde irán, a menudo se responden: ‘Elige tú, que canto yo’ Y ya que invocamos a Benny Moré recordemos que las letras de las canciones también contribuyen a los efectos del libro: cierta vez que dos mujeres iban caminando por enmedio de la calle, parodiando la canción en que Moré decía: ‘que sólo las cubanas acaricien mi cara’, un personaje les grita: ‘que sólo las lesbianas acaricien mi cara’ Y al interrogarse sobre la nacionalidad de las dos hembras, la respuesta la encuentran en unos versos de Ignacio Piñeiro: ‘Las que no sean de andar salamero,/ de talle gracioso,/ de gracia sin par,/ ésas no son cubanas’” No obstante que Vicente Francisco Torres desglosa aciertos literarios en la pluma de Cabrera Infante, es Carpentier quien le merece mayor atención en el apartado “El origen de la música, ¡faltaba más!” (páginas 66 a 78), donde repasa al detalle varios escritos más de Carpentier: su primera novela Ecué-Yamba-O, publicada en España por 1933; El reino de este mundo (1949), novela “que inicia su gran ciclo americano”; Los pasos perdidos (1954), “novela mayor donde se plantea la tesis del mimetismo mágico en los orígenes de la música”; los cuentos de Guerra del tiempo (1956) y El siglo de las luces (1962), “la novela de la selva americana” Pero, también afirma, en la página 65: “Hay que señalar que Guillermo Cabrera Infante inauguró una actitud que será novedosa para los ‘tritólogos’, o estudiosos de los títulos de los libros: la de buscar el gozo, el homenaje o el juego” Cabrera Infante falleció el lunes 21 de febrero en su exilio londinense, a los 75 años

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