Carta a S. Huntington

lunes, 7 de febrero de 2005 · 01:00
México, D F, 7 de febrero (apro)- Míster Samuel P Huntingon: de inicio, reciba mi sincero reconocimiento por ser lo que es, es decir, en estos nuestros días, uno de los más distinguidos e influyentes ideólogos de su país: los USA Y créame, respeto su preocupación y defensa de la identidad tradicional estadunidense ¡Pero no la friegue! Siento el exabrupto Perdón, pero se me salió porque siendo un servidor uno de los tantos otros, que son los más, veo con inquietud e incluso angustia que la realización, la llevada a la práctica de sus pensares, contradicen y hasta convierten en poco más que papel higiénico los principios de los que presume su pueblo: el de ser los más puros, desinteresados y mejores campeones de la libertad y ser la más grande y mejor democracia del mundo Infortunadamente, para ustedes, el agobiante, por persistente, cacareo publicitario de los papeles que se han atribuido, sirve, una vez más para que los otros, los más, comprueben la verdad del proverbio que a la letra dice: “Dime de qué presumes y te diré de qué padeces” ¿Lo duda? Reflexione Las inexorables decisiones y actos, para no ir más lejos, de la política internacional del actual gobierno de su país, que se alimenta y robustece, entre otras cosas, con su ideología, míster Huntington, muestra, demuestra y confirma que sí, que cada vez más es una realidad avasalladora lo que ya hace sus ayeres advirtieron algunos avisados: que la honorable intención fundadora de su nación, esa de “crear un imperio para la libertad”, se estaba convirtiendo y era servidora de una cínica política de “libertad para crear un imperio” Luego está que esa obsesión de los hombres que hoy gobiernan su patria, nutrida y hasta legitimada, repito, en buena parte con su ideología, míster Huntington, de fomentar, extender y dar a chaleco libertad y democracia al mundo, más bien, paradójicamente, se las niega, pues más que libertad y democracia, impone, hace sentir y hasta sufrir a los que son objeto de esa obsesión, más que otra cosa, el dicho popular de sus conciudadanos: “Ser diferente es indecente” Por si ese hacer sentir y sufrir al otro, que son los más, que “ser diferente (a ustedes, claro) es indecente” fuera poco, míster Huntington, tiene que añadir lo siguiente: que entre los modos y maneras de los que se sirve el actual gobierno de su país para fomentar, defender y dar liberad y democracia al mundo, está la mentira, que engaña, confunde y desorienta; la amenaza, que atemoriza y somete, o bien, contradictoriamente, exacerba la rebeldía; la ley de la fuerza, que con el hecho consumado legitima que el más fuerte haga su santa voluntad Pienso míster Huntington, que la identidad de un individuo como la de un pueblo, está tanto en lo que dice como en lo que hace; dígame si estoy equivocado o no A la luz de lo expuesto, por mi parte, pienso que usted, como tantos de sus connacionales, es heredero y víctima del famoso canto sajón, de esa, por decir lo menos, escandalosa cualidad entre lo que se cree hacer y lo que se hace, que cuando la practica el más fuerte, por estos días su país, deja al otro, los más, en la atroz y crispante situación, física y mental, tan bien expresada por el dicho del loro del cuento: “Si no me agacho, me jode”; situación propicia y justificadora de tantas sumisiones y complicidades degradantes También, con toda honestidad, digo y sostengo que esta realidad que se vive en estos tiempos, respaldada e incluso justificada, insisto, en buena parte en su ideología, míster Huntington, no me parece la más brillante, promisoria ni propicia para la libertad y la democracia ¿Usted cómo la ve? Por lo expuesto, espero que a usted no le extrañe y comprenda que para este servidor, los verdaderos representantes de la identidad tradicional estadunidense, que tanto le preocupa y contradice con su ideología, son ese 50 menos uno de sus connacionales que consecuente y valerosamente votaron por la no reelección de George W Bush, persona que de tantos modos encarna y práctica lo que usted teoriza Ojalá, por el bien de todos, que ese “ser diferente es ser indecente”, no alcance y hiera a los tantos que ni piensan ni saben hablar en inglés ¡Que así sea, Diosito santo! Con la seguridad que cuenta con la consideración que le merece, queda de usted JUAN UNO D’LOSOTROS

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