EU-América Latina: El retorno de una confrontación encubierta

lunes, 7 de marzo de 2005 · 01:00
México, D F, 7 de marzo (apro)- Si es que alguna vez desapareció, entre el reestructurado gabinete de George W Bush y el nuevo mapa político de América Latina se avizora un muy plausible escenario de confrontación; confrontación no necesariamente abierta, sino más bien solapada, llena de acciones encubiertas que, bien se sabe, pueden derivar hacia situaciones de presión y/o desestabilización de gobiernos non gratos Descuidada por Estados Unidos desde la caída del bloque socialista y claramente postergada por la guerra contra el terrorismo y las ocupaciones de Afganistán e Irak durante el primer cuatrienio de Bush, la región latinoamericana dio paso a innovadores movimientos políticos y sociales que rompieron con las añejas y obsoletas estructuras partidarias y, poco a poco, avanzaron hasta los primeros puestos gubernamentales Hoy, por lo menos una media docena de países tiene, elecciones mediante, un gobierno de izquierda; una izquierda moderada, pero izquierda al fin Por el lado de Washington, al contrario, la inclinación hacia la derecha se ha radicalizado Convencido George Bush de que la reelección fue un aval a su mesiánica política exterior; sustituido Colin Powell por Condoleezza Rice en la secretaría de Estado; reincorporados al equipo de trabajo personajes como John Dimitri Negroponte y Elliot Abrams, y conservados otros como el vicepresidente Dick Cheney y el titular de Defensa, Donald Rumsfeld, la posibilidad de que cualquier disidencia sea enfrentada con mano dura crece de manera exponencial De hecho, las primeras llamadas de atención ya fueron lanzadas Tanto Rice en sus audiencias de confirmación como Bush en su discurso de reinvestidura, cuando hablaron de acabar con las tiranías y promover la democracia en todo el mundo, en América Latina les pusieron nombre y apellido: Fidel Castro en Cuba y Hugo Chávez en Venezuela Y a ambos los acusaron no sólo de violentar los derechos de sus propios ciudadanos, sino de ser “una mala influencia para toda la región” Agregado inquietante que puede significar neutralizarlos a cualquier precio Que en esta ocasión la voluntad puede ir más allá de la retórica, se hace patente con el resurgimiento de Negroponte y Abrams; el primero nombrado como director de Inteligencia Nacional y, el segundo, como asesor de Seguridad Nacional adjunto para Estrategia Global y Democracia, dos cargos directamente vinculados, como su nombre lo indica, con la seguridad interna de Estados Unidos, pero también con su política exterior Y dos hombres con experiencia en América Central, particularmente con el escándalo Teherangate Ni un año duró Negroponte como embajador en Irak, lo cual, a reserva de quién sea nombrado como su sustituto, habla de que Bush ya está mirando mucho más allá de la nación centroasiática Al parecer, el avezado diplomático sólo fue a preparar el escenario electoral, aunque, para algunos, fue más bien a montar una red para sofocar la resistencia iraquí en un estilo muy similar a como se hizo con los levantamientos populares en Centroamérica Esto es, por lo menos, lo que afirma el investigador estadunidense, Robert Parry, en su último libro titulado Secrecy & Privilege: Rise of the Bush Dynasty from Watergate to Iraq, que empezó a circular por Internet a mediados de enero de este año y que fue ratificado por una edición de la revista Newsweek cercana a esas fechas Según esto, en el Pentágono y en círculos de inteligencia se estaría discutiendo sobre la convenciencia de aplicar la “opción salvadoreña”, es decir, la política aplicada por los gobiernos Reagan-Bush (padre) de apoyar a cuerpos de seguridad de extrema derecha, los llamados “escuadrones de la muerte”, en El Salvador, Honduras y Guatemala para eliminar tanto a la guerrilla como a sus simpatizantes civiles Y de esto Negroponte sabe bastante Cuando fue embajador en Honduras entre 1981 y 1985, se montó desde ese país una plataforma de operaciones tanto contra el gobierno sandinista de Nicaragua como contra los movimientos insurgentes de la propia Honduras, El Salvador y Guatemala Acusado de no reparar en las graves violaciones a los derechos humanos que se dieron en este marco, es, sin embargo, admirado por los neoconservadores que consideran que esta estrategia fue “todo un éxito” Elliot Abrams cooperó también eficientemente para la realización de esta “política” Designado por Reagan como secretario de Estado adjunto para Asuntos Interamericanos, coordinó las acciones contra la guerrilla en América Central, siempre minimizando las atrocidades que cometían las fuerzas oficiales para allegarse más fondos del Congreso Acusado de perjurio y encubrimiento por el fiscal que investigaba el trasiego de armas y drogas para la contra nicaragüense, fue sin embargo objeto de un perdón presidencial por parte de George Bush padre, quien se limitó a alejarlo momentáneamente del servicio público Su hijo, George W, decidió sin embargo rehabilitarlo Sabedor de que por su expediente no pasaría por el filtro del Congreso, lo nombró a un cargo que no requería de ratificación: director de Democracia, Derechos Humanos y Operaciones Internacionales en el Consejo de Seguridad Nacional (CSN) de Condoleezza Rice Luego, en 2002, se convirtió en asesor presidencial y director en jefe de Asuntos de Medio Oriente y Africa, hasta alcanzar después de la reelección el pomposo cargo que actualmente detenta Vinculados con asuntos de inteligencia, seguridad y democracia, es de esperarse que Negroponte y Abrams apliquen en el terreno la experiencia acumulada durante sus respectivas carreras Y aunque de momento se supone que sus baterías estarían enfiladas fundamentalmente hacia Irak, el Medio Oriente y el terrorismo islámico, nada descarta que intervengan en una región (América Latina) que conocen bien y que también guarda desafíos para los intereses de Estados Unidos De hecho, hay fuentes que aseguran que, durante su paso por el CSN de Rice, fue Abrams el que dio luz verde para el golpe de Estado contra Hugo Chávez en Venezuela Sea o no así, desde la recomposición del equipo de Bush se ha dado una escalada en el enfrentamiento verbal entre Washington y los gobiernos de Caracas y de La Habana Castro y Chávez optaron además por curarse en salud ante cualquier eventualidad En días recientes, Fidel soltó la especie de que el gobierno estadunidense tenía planes de asesinar a Chávez, versión que rápidamente fue hecha propia por el mandatario venezolano, quien responsabilizó a Bush de lo que le pudiera pasarle Ambos gobernantes se dijeron prestos a enfrentar cualquier agresión contra sus respectivos países y sobra decir que su cooperación en diferentes ámbitos se ha hecho últimamente más estrecha Si bien el Departamento de Estado refutó como “ridículas y falsas” tales aseveraciones, no negó que incluye a los dos gobiernos caribeños en el rubro de los “antidemocráticos y negativos” Cuba y Venezuela fueron además reprobados en su último Reporte de Derechos Humanos, presentado justo esta semana, y antes el director de la CIA, Porter Goss, incluyó a Venezuela en los escenarios regionales de inestabilidad política derivados del próximo ciclo electoral Por su parte, el Departamento del Tesoro restringió las condiciones para la venta de alimentos a Cuba Es decir, que sí hay un endurecimiento en el trato que a ambos se les da En otra nota que pasó poco advertida, pero que recordó los peores días del enfrentamiento con el sandinismo en Nicaragua, el gobierno estadunidense expresó también su preocupación por la negativa de la Asamblea Nacional de ese país a autorizar al presidente Enrique Bolaños a destruir mil misiles de fabricación soviética, que el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, teme caigan en manos terroristas o criminales Según un cable confidencial del Departamento de Estado, de no disciplinarse pronto, Washington estaría listo “para tratar al ejército de Nicaragua (controlado por los sandinistas) como una organización criminal” Más allá de estos casos, que podrían visualizarse como los más críticos, están los otros gobiernos latinoamericanos que han virado electoralmente hacia la izquierda y que, si bien han sostenido una actitud sumamente prudente, no necesariamente comparten los intereses de Washington en la región, aparte que se encaminan cada vez más a la conformación de un frente común La iniciativa de crear una Comunidad Sudamericana de Naciones, impulsada sobre todo por el gobierno de Brasil, se ha observado claramente como un rechazo a la conformación del Area de Libre Comercio de las Américas, promovida por Washington Pero, por lo pronto, la consolidación del Mercosur, impulsada decididamente por el brasileño Luiz Inacio Lula da Silva y el argentino Néstor Kirchner, ha recibido un fuerte impulso con el ascenso a la presidencia del Uruguay del socialista Tabaré Vázquez Los tres mandatarios comparten una visión social de la economía que no se ajusta a los dictados de la globalización y que los ha llevado a unir fuerzas para enfrentar en primera instancia sus intereses nacionales Pero, además de acercarse entre sí, todos han manifestado su solidaridad con los réprobos gobiernos de Castro y de Chávez, la cual no sólo se ha expresado en fórmulas diplomáticas, sino en muy concretos acuerdos de cooperación económica, que van desde el refinanciamiento de las deudas hasta la coproducción energética Alrededor de este eje, sin comprometerse todavía, pero con la misma orientación, gravitan otros gobiernos como el de Ricardo Lagos, en Chile; Lucio Gutiérrez, en Ecuador, y hasta Martín Torrijos, en Panamá Valdría la pena además señalar que a este creciente bloque regional se han acercado el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero –nada bien visto por Washington desde que retiró a las tropas españolas de Irak–; el del nuevo presidente chino Hu Jintao, con el que además de una fuerte competencia económica sostiene diferencias por cuestiones de derechos humanos, y también el ruso Vladimir Putin, recientemente censurado por sus tendencias poco democráticas y autoritarias Más allá de las consideraciones de seguridad que predominan en el actual enfoque de Washington, todo este tipo de movimientos y alianzas políticas y económicas que no puede ver sino como un desafío en su espacio tradicionalmente hegemónico, auguran que habrá una sorda pero segura presión sobre sus protagonistas Una especie de reedición de la era Reagan, pero, por los tiempos que corren, con acciones probablemente mucho más encubiertas

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