Legado

lunes, 18 de abril de 2005 · 01:00
México, D F, 18 de abril (apro)- Lectores, hermanos en la desolación: ni quien discuta que merecida fue la devoción que tantos millones en el mundo le manifestaron en vida al papa Juan Pablo II y genuina la tristeza que ha causado su muerte Merecida fue esa devoción, porque desde el inicio de su ministerio manifestó su fe en los valores espirituales del cristianismo y lucho denodada y constantemente, hasta su último aliento, por los mismos Merecida que, porque si bien su Iglesia, la católica, nunca dejó de ser importante en la santa cruzada, forjada hace más de siglo y medio para acosar a un fantasma que en esos días comenzaba a recorrer el mundo, gracias a Juan Pablo II, a su enérgica actividad, llegó a jugar un papel protagónico para mandar al museo de la historia el Frankenstein en que se convirtió el fantasma del comunismo ateo y materialista Lo trágico fue, para él y sus admiradores, según mi opinión, claro, que en el proceso de esa liquidación del comunismo obligado por las circunstancias, tuviera que contar y, por momentos, auxiliar con su pensamiento, palabras y obras a la burguesía capitalista Trágico, digo, porque si a los hechos vamos, si algo a mostrado con su hacer la burguesía capitalista, ha sido y es, más allá de su difuso y confuso discurso sobre la libertad, la igualdad, la justicia y la moral, es que el pragmatismo que la distingue y del que alardea, mucho tiene de tartufismo, ya que cuando de valores se trata, más le importan los que se cotizan en la Bolsa que los del espíritu y por lo tanto más inclinada a seguir a Judas que a San Pedro Para confirmar lo que acabo de escribir, basta tener en cuenta y reflexionar sobre lo siguiente: la religión cristiana declara que todos somos hijos de Dios y por consecuencia iguales ¿Qué responde a esto la burguesía triunfante, que en este momento está imponiendo a nivel planetario su ideología, el neoliberalismo? Que sí, que eso está muy bien, ¡ah!, pero con su intervención protagónica en la economía mundial, demuestra y confirma que en realidad se dividen en ricos y pobres ¡Y eso parece encantarlos! Pues de no ser así, ¿cómo explicarse, como lo indican las estadísticas, que con el neoliberalismo, como nunca antes, la riqueza se esté concentrando más y más en menos manos y profundizando la brecha que separa a ricos y pobres? Más no sigamos reflexionando las contradicciones que existen entre lo que nos está imponiendo la ideología de la burguesía capitalista, el neoliberalismo, y lo que propone el cristianismo Resaltemos más bien, porque ahí está la grandeza del fallecido papa, que una vez enterrado el comunismo, no cesó en su fervorosa prédica del Evangelio, que contra todo “ismo” ideológico que no tiene por centro al hombre, paladinamente proclama y sostiene que “el hombre no ha sido hecho en función del sábado, sino el sábado en función del hombre” y ordena “ama a tu prójimo como a ti mismo”, proclamación y orden que de manera magistral quintaesencian los valores del humanismo haciéndolo accesible a cualquier persona de buena voluntad Pero hay más Juan Pablo II no se limitó a dejar a nivel de exhorto su prédica del humanismo cristiano, sino que lo hizo militante, activo, al condenar el individualismo; al censurar el hedonismo de Occidente; al desaprobar, por inhumanas, las leyes del mercado; al oponerse a la guerra de Irak, por ejemplo, sin importarle que ello incomodara y hasta lo enfrentara a Bush, Berlusconi, Aznar, Blair, la Rice y otros “fervorosos cristianos” que con sus pensamientos, palabras y obras, en vez de servir a la fe que dicen profesar, la utilizan en propio beneficio o en el de los grupos a que pertenecen y representan Por mi parte, mis estimados, pienso que esos ejemplos de militancia del Evangelio dados por el fenecido papa, es el mejor legado de Juan Pablo II a sus leales seguidores, y si no los mantenemos vivos, esto es, no nos servimos de los valores del humanismo, tan magistralmente quintaesenciados por el Evangelio, como brújula que oriente nuestro cotidiano vivir, mucho temo que nuestra existencia se extravíe y que hasta el grandioso y conmovedor fenómeno mediático que ha generado la muerte del papa (a cuyas exequias, por cierto, han asistido con caras de circunstancias varios de los “fervorosos cristianos” señalados más arriba, partidarios de “guerras preventivas” y causantes de miedo, pobreza, lágrimas, desesperación y muerte de tanto prójimo, quede en multitudinario espectáculo a la medida y bueno nada más de expresiones sado-masoquistas de tantos víctimas-victimarios que habemos en el mundo Sin más, con el respeto que me merecen CANDIDO BUENAFE

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