Caminando por París (I)

lunes, 16 de mayo de 2005 · 01:00
México, D F, 16 de mayo (apro)- Cuando hace unos veinte años por fin pude conocer París al aceptar la invitación de mi excompañero de la prepa 6, Julián Viernes, quien había concluido en Francia sus estudios musicales, me llamó la atención el lujo de su exclusivo apartamento de solterón en la rue Spontini, flamante distrito no muy lejos de Torre Eiffel --Aquí mismo vivió Carlitos Gardel y alguna vez voy a escribir mi libro de tangos, pues cada noche oigo su fantasma –me anunció bromeando Llegué una tarde veraniega, y el solitario Julián tenía lista una sabrosa raclette que disfrutamos acompañados con un tinto de Burdeos Prometió ser mi guía a la mañana siguiente por la orilla izquierda del Sena y que por horas, juntos, recorriésemos algunos edificios y casas de músicos célebres, y otros que deseaba mostrarme Mi amigo resultó un trotacalles generoso, infatigable, si bien algo impositivo Temprano, tomamos el metro hasta Notre Dame y cruzamos el río Sena, rumbo a Saint Michel Hicimos dos escalas “técnicas”; la primera a un costado del Museo d’Orsay, por la rue Beaune Julián manoteó en el aire, sin precisión: --Por aquí se ubicaba en los años 30 la Galería de Paul Rosenberg, lugar de tertulias y exposiciones con las figuras distorsionadas de los cuadros de Picasso y unos conciertos raros del neopagano Erik Satie Después te voy a hablar más de ellos La segunda parada, Danton 5, frente a la casona de Isadora Duncan Suspiró, como si platicara con ella: --¡Ay, Isa, qué sería del mundo sin ti, tú que fuiste la primera bailarina en el escenario, sin zapatillas ni sostén! Me di cuenta que Julián se perdía en divagaciones así, frases que no terminaba; pero cada vez que me enseñaba algo interesante, me abrumaba con datos, así en Saint-Germain des Prés y Seine 57: --Picasso llegó a París en 1900, tres años después comenzó su periodo azul, pintando limosneros y parias En esta residencia suya hizo El guitarrista viejo En mutua aventura enfilamos al sur, la rue Monsieur 13 y comenzó a silbar la balada True Love (“Amor verdadero”) del gringo Cole Porter: I give to you and you give to me true love, true love --Estamos en el corazón aristocrático del barrio, donde Porter y su esposa Linda vivieron entre 1919 y 1939, más o menos Eran modernos, muy independientes, compartían ese amplio y ostentoso departamento decorado con mal gusto y hasta yo diría que pasión oculta por el sufrimiento animal, pues las sillas rojas eran de piel de chivo y toda la pared estaba cubierta con pieles de cebra Ridículo --No sabía Pero sé que a mediados de los 20 Gershwin estrenó en París su innovadora Rapsodia en Azul y Porter era el pianista Yo necesitaba descansar, pero no hubo tregua para mí En rue de Vaugirard 30 señaló una fachada: --El antiguo Hotel Savoy, amigo Aaron Copland llegó muy jovencito a París, ¿fue un verano de 1921? Aquí se refugiaba de Nadia Boulanger, quien era su maestra en Fontainebleau y no podía tolerar que una mujer fuera superior a un hombre, decía que el mundo jamás había dado una compositora de primer nivel Pero aprendió mucho, la música de Copland la dio a conocer Nadia en Estados Unidos con su Symphony for Organ and Orchestra Cerca de Montparnasse, en Huysmans 9 nos detuvimos --¿Te acuerdas de André Kostelanetz? --¿El director vivió aquí? --No, pero en 1938 se casó con Lily Pons, una soprano que habitaba esta residencia de ocho cuartos, con su protector y marido francés Coleccionaba joyas y su círculo de amigos era muy cerrado, se vestía muy chic, en colores, blanco y negro; pero durante el verano, sacaba a pasear a su perro amarillo y ella iba también del mismo color “Lily firmó un contrato con la Metropolitan Opera Company y se estableció en Nueva York, dejó a su esposo y se casó con Kostelanetz” Pasamos luego el 49 de rue Blomet Julián soltó un alarido: --¡La Bal Nègre! En este cabaret Josephine Baker incendió París introduciendo el jazz, bailaba charleston y ritmos africanos Llegamos a la esquina boulevard de Montparnasse y rue Vavin: --¿Ves esa banca? León Trostky y sus camaradas exiliados se sentaban para trazar su estrategia socialista Tú sabes, París siempre recibió bien a artistas rusos como Diaghilev y sus ballets, o Igor Stravinsky, quien se nacionalizó francés, y Serguei Prokoviev, demasiado eslavo como para cambiar de pasaporte Todavía fuimos al número 9 de la rue Delambre y preguntó: --¿Te acuerdas que te llevé otra residencia de mi Isadora? Pues bien, en 1926 se mudó aquí dentro, a un apartamento duplex, el piso tenía estudio con recámara y baño Fue su última morada --¿No murió en Niza, estrangulada por su bufanda que se le atoró en las ruedas de su convertible? --Isadora pasaba por una pésima racha económica, al grado que no sabía de dónde sacaría francos para su siguiente botella de champán Apostó entonces a que las ventas de su autobiografía My Life la harían rica, pero se mató antes en Niza “Fue un triste final para una mujer que gastaba su fortuna con amigos y ayudó mucho a la gente, durante la Primera Guerra donó Belleville, su primer castillo parisino al gobierno francés para que se utilizara como hospital” Me quedé mudo Se paró en el 29 de rue Campagne-Première se paró y apuntó a un edificio: --Bello, ¿eh? El Hotel Istria, donde Erik Satie pasó sus últimos días de una miseria que él mismo se impuso --Yo sabía que Satie había muerto en una clínica, víctima de cirrosis y pleuresía --Sí, en el Hospital San José aquí en París, pero eso fue hasta 1925 cuando ya no aguantó tanto trabajo Siendo tan innovador, su modestia caía en lo excéntrico Jamás se bañó con agua, prefería tallarse todo el cuerpo con piedra pómez una vez al mes Después de su muerte, en el colchón de su cama se encontraron un montonal de cartas que le dirigieron algunos de los más importantes artistas, filósofos y escritores del siglo XX Nunca las leyó Curioso, ¿eh? Sudoroso, exhausto y hambriento, comencé a maldecir a Julián, quien todavía me arrastró hasta la Schola Cantorum, cerca de Port Royal, en Saint-Jacques “Aquí regresa Satie, pues es donde le dieron una beca para estudiar acá Había nacido por 1866 y de adolescente bohemio solía tocar en cafés de Montmartre, barbón bohemio, con su saco de terciopelo, chistera y monóculo Lo bueno es que anhelaba convertirse en compositor serio, hizo sus canciones para piano Gymnopedies, que completó en 1889 --Ese mismo año se alejó de la intensa vida cabaretera y ya no hablaba con nadie y al cumplir 40 años de edad, Satie rompió el silencio y solicitó una beca al director de esta Schola Se quejaba de ser un pobre artista padeciendo las dificultades de la vida y seguramente obtuvo el apoyo, ya que para 1908 ganó un diploma por dedicarse completamente al estudio de la composición No aguanté más y le grité a Julián: --¡Ya va a ser de noche y tengo hambre, comamos una baguette! Entonces me dijo que lo que verdaderamente deseaba era escribir algo sobre los lugares donde vivió Carlos Gardel; pero esta historia continuará en la siguiente entrega de “Canto rodado”

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