Los demonios de Ferruccio Busnoni (1866-1924)

lunes, 2 de mayo de 2005 · 01:00
México, D F, 2 de mayo (apro)- La Coordinación de Humanidades de la UNAM sacó a finales del 2004 la trilogía dedicada al compositor y pianista germano-italiano Ferruccio Busnoni (Émpoli, 1 de abril de 1866-Berlín, 27 de julio de 1924), conformada por los números 18, 19 y 20 de la Colección Diversa para este programa editorial puma Dichos volúmenes son: la biografía Ferruccio Busoni, del británico Edward Dent, segunda edición española de la UNAM que apareciera originalmente en inglés, hacia 1933; Epistolario (cartas a su esposa), misivas escritas en alemán por el músico a su mujer sueca Gerda durante casi tres décadas de matrimonio (1895-1923), y Pensamiento musical, con escritos teóricos que Busoni reflejara notablemente en Esbozo de una nueva estética musical (1907) Suman en total mil 261 páginas con selección, traducción y notas elaboradas por el mexicano Jorge Velazco (1943-2003), quien fundara en 1978 la Orquesta Sinfónica de Minería y posteriormente pasó, en 1985, a ser director artístico de la Filarmónica de la UNAM, hasta 1989 Como en toda obra, la parte diáfana mata los lados oscuros Busoni fue un reconocido pianista cuyas ideas como compositor e intérprete se adherían a la estética junge Klassizität, profesando un retorno a la claridad y a la motivación puramente musical de Bach y Mozart, si bien hay obras suyas como Elegien (1907) o Fantasía contrappuntística (1910) donde resaltan tendencias a lo serial, vanguardista y microtonal de Schönberg o Varèse Y aquí llega lo emocionante Algo que llama poderosamente la atención de esta tríada literaria publicada por la UNAM, es cómo Busoni mantuvo en su cabeza una obsesión creativa que jamás alcanzó a culminar: se trataba de componer una magna “ópera italiana” acerca de Leonardo Da Vinci En el otoño de 1908, Busoni leyó El romance de Leonardo Da Vinci, escrito en pleno período místico por el ruso Dmitri Serguievich Merejovski (1865-1941) y relata Busoni con emotividad: “El fondo histórico de los Sforza es magnífico, se puede hacer de Leonardo una figura central del drama, como Hans Sach en Los maestros cantores, y sería mucho más atractiva Los episodios en los que planea las fiestas para la corte de los Sforza e inventa varios artefactos maravillosos me recuerda bastante la parte en que Fausto juega en la corte del duque de Mantua en la obra de títeres, que también Goethe usó en la segunda parte de Fausto” A cambio de la ópera frustrada sobre Leonardo, aquella aspiración se convirtió en otra obra operística de ocho escenas que dejara inconclusas al morir, en 1924: Doktor Faust, llevada a buen fin por su discípulo alemán de ascendencia hispano-francesa Philipp Jarnach (Noysi, 26 de julio de 1892-Bornesen, 17 de diciembre de 1982), un año más tarde en Dresde “Déjame terminar Doktor Faust primero y cuando eso esté concluido podremos ir a Sudamérica”, escribió Busoni a su mujer (su “querida, buena, óptima señora Gerda”), quien era su confidente máxima en cuestiones de proyectos musicales y a ella y sólo a ella, Busoni le había mostrado la partitura de Doktor Faust En el capítulo dedicado al libretista, compositor y crítico Arrigo Boitto (Padua, 24 de febrero de 1842-Milán, 10 de junio de 1918) en Pensamiento musical (página 263), Busoni cuenta que su encuentro con Boittio marcaría su vida, al presentárselo Luigi Mancinelli (Orvieto, 5 de febrero de 1848-Roma, 2 de febrero de 1921) en el Festival de Arezzo: “Esto sucedió en ocasión de la develación del monumento al monje Guido hecho por Aretimer Mefistófeles fue representada como la ópera de las festividades Yo fui contratado para la exposición por uno de los constructores de pianos Boitto tenía 40 años, yo 16 Me fue permitido estar presente en los ensayos de la ópera y entusiasmado por la obra me aprendí de memoria la pieza” Para 1922, en París, Busoni discutió al detalle un libreto operístico con el italiano Gabriele D’Annunzio (1863-1938) en torno a Leonardo Da Vinci, o “El Fausto italiano” como lo llamó el poeta; pero D’Annunzzio lo creyó imposible pues Leonardo “carecía del material lírico indispensable” (refiere Busoni que el concepto operístico del vate “estaba tomado del siglo XIX y a causa de ser italiano, además de apóstol de Wagner, hablaba de enfrentarnos a ‘un esqueleto, descarnado y sin cabeza’ y de la ‘inmisericorde luz clarificadora que lleva en lugar de su cabeza’”): “Merlín me impresionó transitoriamente Don Juan por un tiempo más largo; pero aquí me vi forzado a retirarme frente al modelo de Mozart, aun cuando se hubiera podido echar mano a un libreto distinto de aquel del cuidadoso abad Lorenzo Da Ponte Un ejemplo extremadamente impresionante puede hallarse en El burlador de Sevilla de Tirso de Molina, seudónimo bajo el cual escondía su identidad el falso monje Gabriel Téllez La intención, y todavía más el deseo de proveer a Fausto de Goethe de música me atrajo profundamente; pero la veneración por ese todopoderoso trabajo me llevó a renunciar a ello” Falso, pues Busoni no renunció en absoluto (como se apunta en la página 144 del tomo Pensamiento musical, acerca de la partitura de Doktor Faust, redactado en julio de 1922): “Me liberé de la carnicera distinción entre la renunciación y el anhelo por mi subsiguiente conocimiento de la vieja obra para marionetas, de la cual estudié diferentes versiones; ésa, decidí, sería el punto básico para principiar el libreto de mi ópera” Estipula el bíografo Dent, por su parte (en el apartado El esqueleto con la antorcha, página 230): “Leonardo había sido relegado en favor de Fausto en esa época En el prólogo que finalmente escribió para Doktor Faust, Busoni alude a que alguna vez pensó en componer una ópera sobre Don Juan y que la descartó porque sabía que sería imposible competir con Mozart Su veneración por Goethe le hacía igualmente modesto para tomar el tema de Fausto como base de una ópera Un amigo inglés, actuando a causa de una sugestión hecha en conversación le mandó los dramas de Marlowe” Sin duda, la mejor de las obras teatrales del británico Christopher Marlowe (1564-1593) fue Doctor Faustus, escrita al alimón con otro autor menor, desconocido, en 1598, y publicada en 1604 En su respuesta a aquel “amigo inglés” del 20 de mayo de 1912, Busoni reveló: “Ellos me alentaron a tratar el problema de Fausto”, y fue entonces cuando escribió a D’Annuzio para reunirse ambos en el junio parisino Sucedió justo cuando Leonardo estaba de moda nuevamente, pues la famosa Gioconda había desaparecido del Museo de Louvre un año atrás D’Annunzio le confesó: “Estoy escribiendo un nuevo libro, El hombre que robó La Gioconda, pues la Gioconda está en mi poder y la devolveré al Louvre tan pronto como el libro sea publicado Este hombre que robó La Gioconda desciende de una familia de pintores místicos que se remonta a 600 años Me dio el cuadro en Arcachon” Busoni le advirtió que la policía habría podido seguirle el rastro hasta el tren de París a Burdeos; pero el poeta continuó con su mirada de vidente: “¡Tantos siglos de amor y adoración se han acumulado en esta figura, que al fin la pasión de muchos miles de hombres ha comunicado su propia vitalidad al cuadro! Para estar seguro, era todavía necesario que un hombre fuera sacrificado y que la sangre fresca de su corazón pasara a ser de ella ¡La acción mística fue realizada y viví por cuatro días con La Gioconda! Mi poder no fue suficiente para retenerla por más tiempo y ella desapareció En la tela sólo queda el paisaje y en el paisaje sólo permanece su sonrisa El gesto de su sonrisa quedó impreso en él, pero la figura desapareció El Louvre recibirá la pintura en ese estado” Así fue que hablaron de Leonardo para tema de aquella “magna ópera italiana” que pretendía Busoni, quien tuvo más conversaciones con D’Annunzio y, no obstante, como sugiere Dent, Busoni “nunca pudo estar seguro de su confiabilidad” El músico pensaba del vate (página 239): “En realidad no sabe mucho, utiliza el conocimiento cuando lo necesita Después de todo es un artista y no un investigador” Busoni abandonó París, confundido por las supercherías de D’Annunzio, aunque ilusionado de que pronto comenzara el libreto de su ópera de Leonardo; sin embargo, en su última carta al poeta del 27 de junio de aquel año, resulta obvio que “el esqueleto con la antorcha no alumbraba ya su camino”, afirma Dent (página 219) --por fin, el misterioso D’Annunzio escribiría en 1920 El hombre que robó La Gioconda Dent: “No es posible aplicar a Doktor Faust los cánones ordinarios de la crítica operística Está en un plano espiritual situado mucho más allá incluso de las más grandes obras musicales para escena Muestra claramente lo mucho que Busoni sacó de una vida entera dedicada al estudio de Goethe, no es el retrato hecho por Goethe pero está escrito en el lenguaje de Goethe Combina la simplicidad de las obras para títeres con algo de la agonía concentrada por Marlowe Busoni estaba resuelto a jugarse el todo por el todo por Doktor Faust” Se dijo que al final, Busoni bebía demasiado y escuchaba música “íntima y extraterrestre” Como Mozart en sus últimos días, la casa de Busoni fue poblada por fantasmas y jóvenes mujeres de carne y hueso que se le ofrecían con el pretexto de traerle noticias de su madre y desde ultratumba, para disgusto de su Gerda Por supuesto, jamás lograron visitar México, ni Sudamérica Sus últimos versos: No importa desde qué distancia se observe la vida que ha quedado atrás: lo que aún falta por recorrer parece más difícil, resulta más grandioso ante la propia mirada ¿Qué significan los 50 años pasados en la Tierra comparados por lo venidero? La hermeticidad aumenta la inteligencia se desarrolla más y más, y adquiere siempre más importancia Lo que una vez pertenecía al cuerpo ahora es del espíritu en la paz alcanzada ¡Y no hay valor dividido, domina el ser, gobierna con tranquilidad y permanece solo! Curioso que Busoni muriera un 27 de julio por la madrugada y Phillip Jarnach naciera un 26 de julio, en fechas distintos, pero unidos siempre para la historia por Doktor Faust

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