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México, D F, 23 de mayo (apro)- ¡Ah, estimados correligionarios en la globalofilia!: ¿dónde nos está llevando la misma?
Lo pregunto porque un servidor, partidario y fervoroso defensor de la globalidad, no ve claro sus caminos
Me sorprende, de principio, que la globalidad, que se nos ofreció y vendió; y sigue ofreciéndosenos y vendiendo como campeona de la libertad, sea la madre de rejas en comercios, bardas que delimitan colonias o unidades habitacionales en las ciudades de los países que le han abierto las puertas y crea barreras legales, incluso muros materiales en las fronteras entre naciones que han subscrito tratados que la afirman y garantizan la práctica y defensa de tan esencial valor: la libertad ¡No manden! Esos hechos me parecen tan absurdos como si me pusieran una camisa de fuerza y me digan que es para que pueda ejercer mejor mi libertad
Por otra parte, me inquieta hasta la angustia que la globalidad, repito, se nos ofreció y vendió, y sigue ofreciéndosenos y vendiendo como incluyente, tolerante, respetuosa de la diversidad, tanto al interior de los países como en el trato internacional entre las naciones, más bien se esté imponiendo por medio de presiones económicas, intimidaciones y, llegado el caso, con despiadadas guerras, desencadenadas, si es preciso, con el cínico uso de la felona mentira, ¡y el colmo!, se trate impúdicamente de justificar y legalizar tan obsceno hecho con dizque “elecciones libres y democráticas”, llevadas a cabo bajo la bota y el ojo vigilante de “globalizados ejércitos” de ocupación ¡Qué cosas!
Lo siento, pero todos estos hechos evidentes e irrefutables que vivimos hoy, por parecidos, me generan las mismas sensaciones de indignación y rebeldía que me despertaban, a penas ayer, las arbitrarias acciones del llamado Imperio del Mal, afortunadamente aniquilado (¿…!) hoy
Intentando explicarme estas contradicciones de la globalidad, que machacan, incluso, a no pocos de los que somos sus firmes partidarios y defensores, me puse a pensar y llegué a la triste situación de tener que coincidir con los más de uno que, reconociendo su inevitable existencia y potencial bondad, consideran que mal anda por haber sido pensada, fomentada e impuesta por la denominada “visión mercantilista de la historia”, esa que todo lo apuesta y arriesga, incluido el hombre, a las ciegas e inexorables leyes del mercado, a la ley de la oferta y la demanda, tan expuesta e inclinada a la especulación, es decir, a la ganancia o provecho por cualquier medio
Ejemplos de lo expuesto La globalidad, que se nos ofrece y vende como campeona de la democracia, la igualdad y ola libertad, si por una parte impulsa, exige y hasta impone el libre tránsito del capital y las mercancías, por otra restringe por todos los medios a su alcance el libre tránsito internacional de las personas que buscan simplemente una oportunidad de trabajo, incluso, como ya señalé, si es preciso justifica que se levanten muros para contenerlos, al tiempo que le importa un pito eso de “a igual trabajo, igual salario”, por lo que se aprovecha, sin misericordia, de la mano de obra barata donde sea que la encuentre, con lo que crea y alimenta un círculo perverso Por lo que respecta al capital, es significativo que, cuando por medio del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial u otros organismos internacionales de crédito, se conceden préstamos a países que los necesitan para su desarrollo, se haga con la condición que se ajusten a la ideología neoliberal, guía de la globalidad, que exige la menor participación posible del Estado y la mayor intervención de la iniciativa privada, recortes en todos los gastos sociales y la apertura irrestricta a las inversiones y mercaderías extranjeras, aunque estas últimas provoquen el desempleo de no pocos productores del país favorecido (¿…!) con tales préstamos… desempleados que, en no pocos casos, van a engrosar las riadas de trabajadores que buscan colocación, por no tenerla en la propia, en otras naciones Y este es uno de los más graves problemas producidos por la globalidad
Ante estos dramáticos hechos que a tantos afectan, la actitud de “dejar hacer, dejar pasar” que caracteriza a la globalización de hoy, me recuerda la filosofía que animaba a los negociantes dedicados a la trata de negros y a los cristianísimos gobiernos que la amparaban Filosofía resumida magistralmente por uno de sus representantes en esta frase: “Su servidumbre es el principio de su felicidad y su desgracia, la causa de su salvación”
Lo admito, puede que esté equivocado en mis apreciaciones Por eso, si alguno de ustedes, estimados correligionarios en la globalidad, tiene argumentos que las refuten, mucho agradeceré que me las hagan saber
Con todo mi sincero y global afecto
LIGORIO D’REVUELTAS