Carta canina

lunes, 9 de mayo de 2005 · 01:00
México, D F, 9 de mayo (apro)- Hombres: aunque perro, tengo que decirles que ni pertenezco a esa inmensa mayoría de mi especie de la que pueden decir que son “el mejor amigo del hombre”; se los advierto para que no se sorprendan lo que van a leer en ésta que les escribo con motivo de mis reflexiones sobre el DIA DEL NIÑO Insisto, como perro, aunque me molesta, no tengo gran cosa contra el que desde sus primeros pasos en la conquista del planeta, se aprovechara de nuestra afectividad para utilizar nuestras facultades: fuerza, valentía, fino oído y aguzado olfato en su beneficio Bien está que nos utilizaran como auxiliares en sus cacerías, de guardianes y conductores de sus rebaños Que mucho después entrenaran para rescatar a sus congéneres perdidos en la nieve a los San Bernardo y a los Terranova a socorrer a los que estaban en peligro de ahogarse; que adiestraran a otras variedades de nuestra familia canina como auxiliares de la policía o para localizar y recobrar, de entre los escombros, a las víctimas de terremotos, huracanes y otros desastres, o como guías de ciegos, pues esas tareas dicen tanto o más en nuestro favor que el de ustedes ¡Ah!, pero como perro, me subleva recordar que muchos de sus pueblos primitivos, hombres, aprovecharon nuestra carne y nuestra piel; me horroriza saber que hay entre ustedes quienes, por diversión y apego al dinero, organizan y asisten a crueles peleas de perros Como perro, digo, me subleva, horroriza e indigna, sobre todo, que nos hayan convertido en cómplices de esa atrocidad, la guerra, o sea, del asesinato fríamente armado y entusiastamente ejercido contra los de su propia especie, lo que no hace ningún otro animal Recuerden al respecto que ya Alejandro Magno (¿?) nos utilizó en esa nefanda actividad; que grandes jaurías acompañaban a las legiones romanas y a las hordas de unos y alanos; que los conquistadores de América, utilizaron perros para acosar y combatir a los indios; que incluso en la segunda Guerra Mundial, se nos adiestró para destruir carros de combate, con el sacrificio, por supuesto, de nuestra vida Ante tanta cruel brutalidad como la expuesta, algo me reconcilia con ustedes, el saber que hay hombres que sí tratan con afecto a los de mi especie, aunque a veces me hacen reír involuntariamente al ver cómo nos disfrazan y hasta nos celebran “matrimonios perrunos” Con razón luego tienen que llevarnos a que nos atiendan psiquiatras caninos Lo que aplaudo sin medida ni reserva alguna, es eso de nuestra esterilización, impulsada por los más conscientes de ustedes, movidos, como ellos mismos declaran, no pensando en que la solución está en matarnos, sino en el control de nuestra natalidad y así evitar, en lo posible, que no nazcamos a una vida de abandono, hambre, sufrimiento y muerte miserable, y sí en el hogar de un hombre que nos desee, nos muestre afecto y nos proteja Ante lo último expuesto, me sorprende, por decir lo menos, la chabacana sensiblería que acompaña al día que el santoral publicitario dedica al niño, cuando no ignoran, si hay alguien que lo ignore, que pena por él, que una de las mayores amenazas que gravitan sobre su especie es el de la sobrepoblación humana que influye gravemente en la escasez de alimentos, en la extinción de los recursos naturales, en los desequilibrios ecológicos, factores que pueden llevarnos, ¡qué digo!, que nos están llevando a todos, racionales e irracionales, a una catástrofe de nivel planetario Bien, esa es una de las facetas de su absurdo pensar y actuar Otra, con tintes de sarcasmo, es que tanta sensiblería derrochada en la publicidad de El Día del Niño, no corresponde en gran medida en la realidad con el trato que dan a millones de ellos que viven en la pobreza, esto es, condenados a una vida de abandono, sufrimientos, hambre y muerte miserable; a millones de ellos condenados a un trabajo prematuro y precario, sin garantía alguna para su futuro; a los cientos de miles de infantes que utilizan en la prostitución; a los miles que convierten en soldados en sus sórdidas guerras desencadenadas por el poder, por intereses económicos, por posiciones geopolíticas; guerras en las que mueren miles de ellos y otros miles son atrozmente mutilados de por vida Si piensan que exagero o desvarío, consulten las estadísticas de reconocidos organismos internacionales y después me hablan Ante esta bárbara realidad que sufren millones de lo que consideran su futuro, de niños, en verdad que no me explico que ustedes, los reyes de la creación por su inteligencia no tomen las medidas necesarias para terminar de una buena vez con la misma; no comprendo por qué, cuando las toman, las subordinan a intereses económicos, a conveniencias políticas, a las leyes del mercado Tampoco entiendo que haya instituciones tan importantes y de tanto peso social, como la Iglesia católica, por ejemplo, por subordinación a creencias milenarias, se opongan al espinoso problema del aborto, y en general, al control de la natalidad, al uso del condón, al empleo de anticonceptivos, cuando todas esas subordinaciones, en los hechos, condenan a millones de su futuro, de niños, a llevar una vida de perros Si alguien, en el mejor de los casos, considera que la presente es un extravío o en el peor, una perrada, ruego que tenga en cuenta la frase con la que inicié y sepa que tengo tres cabezas Con la esperanza que tomen en cuenta lo que significa para el pensar contar con tres y no con una sola cabeza, sin más EL CAN CERBERO

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