Ser refugiado

lunes, 20 de junio de 2005 · 01:00
Existen 9 2 millones de refugiados en el mundo Es la cifra más baja desde 1980 Sin embargo, la oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) se ocupa ahora de más personas La razón: el número de retornados, apátridas y desplazados internos aumentó de 17 millones a 192 millones durante el año pasado En el marco del Día Mundial del Refugiado que se celebra este lunes 20 de junio, se ofrecen a continuación fragmentos sustanciales de tres historias de refugiados: su tragedia, su vida en campamentos, su lucha por sobrevivir Dichos testimonios fueron entregados a Apro por la oficina regional de ACNUR para México, Cuba y Centroamérica Valor ciego La vida en un campamento de refugiados nunca es fácil Muy frecuentemente, abandonas tu hogar cargando tu ropa y poco más en tu espalda Para Sekou Camara --"Pa Sekou", como lo llaman sus amigos-- haber quedado ciego hace su situación más difícil de sobrellevar Pa Sekou solía tener una pequeña pero próspera plantación de café y cocoa en Liberia El descubrimiento reciente de diamantes volvió a su tierra más rica La vida le sonreía a Pa Sekou y a su familia, hasta que la guerra civil llegó a su país y a sus vidas Durante su primer encuentro con los rebeldes éstos le exigieron dinero o de lo contrario matarían a su hijo Jusu Pa Sekou les entregó mil 500 dólares, que era todo lo que tenía Pero cuando regresaron a verlo, una semana después, no tenía más que darles Esta vez no fueron tan amables Los rebeldes dejaron a Pa Sekou amarrado a una silla por una semana Cada día le frotaban chiles picantes y gasolina en sus ojos Le pusieron cinta adhesiva a sus párpados para mantenerlos abiertos mientras lo obligaban a mirar el ardiente sol liberiano Al terminó de esa terrible semana, había perdido la vista y, sin más, lo liberaron Poco a poco, Aisatu, la esposa de Pa Sekou, lo atendió hasta que recobró la salud Pero cuando los rebeldes regresaron, fueron implacables al destruir y quemar su casa y sus cosechas En la confusión, Pa Sekou escapó con Jusu, su hijo de 3 años, y sólo pudo esperar que su esposa y sus hijas hubieran huido en la misma dirección Pa Sekou y su hijo llegaron a Sierra Leona en febrero de 2001, y se establecieron en un campamento de refugiados del ACNUR Sin saber nada de su madre y sus hermanas, el pequeño niño tuvo que cuidar de su padre sin vista lo mejor que pudo, y asegurarse que estuviera cómodo las pocas horas del día en que Jusu asistía a la escuela Ambos añoraban a Aisatu, preguntándose todo el tiempo si aún estaría con vida En diciembre de 2004, mientras se dirigía a hacer sus oraciones del viernes, Pa Sekou escuchó una voz familiar ¿Aisatu? Siguió caminando porque no parecía real Luego sintió los brazos de su esposa alrededor de él Aquel terrible día, Aisatu se había dirigido hacia Guinea con su hija Jenne, otra de sus hijas había huido con una tía, y la tercera había escapado con su tío Ahora, después de buscarlos por casi cuatro años, ¡Aisatu finalmente los había encontrado! Desde una silla de ruedas De los 120 mil refugiados que escaparon de la muerte y la destrucción que provocaron los rebeldes en el Estado de África Occidental de Sierra Leona en 1991, 3 mil permanecen todavía en tres de los campamentos de ACNUR en los alrededores de Monrovia, Liberia Una de ellos es Jebbeh Gbesseh, una mujer sierraleonés de 51 años, quien cruzó hacia Liberia en 1992 Ella lo perdió todo: su hogar, sus padres, sus amigos e inclusive una parte de su cuerpo Pero nunca ha perdido su espíritu indomable Hace 14 años, Jebbeh vivía felizmente con su esposo y sus dos hijos, Hawa y Lamie, en un pacífico poblado sierraleonense, sembrando arroz y mandioca Pero un día de 1992 todo cambió Con siete meses de embarazo, ese mañana trabajaba como siempre en sus tierras De repente, Jebbeh escuchó tiros que se acercaban más y más a su pueblo Preocupada por sus niños, soltó sus herramientas y corrió hasta su casa, donde descubrió a ambos niños, aterrorizados, escondidos debajo de dos sillas de la cocina Repentinamente percibió el reinante silencio y cayó en la cuenta de que el pueblo estaba desierto: claramente era tiempo de marcharse "En pocos minutos empaqué algunas ropas para mí y para mis niños, y corrí con ellos hacia los arbustos", explicó Jebbeh Era demasiado arriesgado esperar a que su marido regresara del mercado No ha tenido noticias de él desde entonces Jebbeh se ha resignado a la posibilidad de que haya muerto Mientras los tres se escondían en el bosque, esperando poder cruzar el puente Jendema controlado por los rebeldes, Jebbeh empezó a sentir un dolor intenso; justo allí, con la ayuda de otras mujeres, dio a luz El bebé estaba muerto Las heridas del aborto espontáneo fueron tan graves que Jebbeh no podía caminar y cruzó el río sobre los hombros de otro refugiado "No recuerdo bien el trayecto Mi dolor nunca cesó; era como un fuego ardiendo en mi estómago Pero lo importante era estar a salvo y con vida", afirmó Una vez que se encontraban a salvo en Liberia, algunas personas ayudaron a llevarla en una carretilla hasta el pueblo de Joseph en el condado de Bomi, donde se encontró con otros refugiados sierraleoneses Luego fueron transportados en un convoy del ACNUR hacia el campamento de VOA Jebbeh aún permanece allí, y nunca se ha ido desde que llegó por primera vez en 1992 A pesar de sus discapacidades, Jebbeh está decidida a ser una persona útil, tanto para ella como para la sociedad en algo más que la agricultura Así fue que cuando el ACNUR le dio a los residentes del campamento la oportunidad de inscribirse en los diferentes cursos de formación de habilidades vocacionales, Jebbeh se inscribió inmediatamente en un curso de teñido "Gracias al ACNUR me siento activa de nuevo, y yo fui la primera en llegar a clases en mi nueva silla de ruedas" Jebbeh tomó distintos tratamientos médicos y terapéuticos brindados por el ACNUR y la agencia Merci, respectivamente "Al principio tenía miedo de hablar con las personas, ¡gritándoles que no contaran conmigo!", asegura la trabajadora de servicios comunitarios del ACNUR, Alexina Rusere "Ahora Jebbeh es una persona totalmente diferente que ha encontrado confianza en sí misma", añadió Justo cuando Jebbeh comenzaba a disfrutar un poco de libertad e independencia, otra calamidad traumatizó su vida En junio de 2003, los enfrentamientos se presentaron nuevamente en Liberia, y una noche, hombres armados entraron al campamento Jebbeh estaba en su cama con su hija, su hijo y su nieto, cuando se despertó al escuchar los gritos de las personas Tres hombres forzaron la puerta y fue violada "No me mataron", afirma Jebbeh, "pero sentí como si lo hubieran hecho No tuvieron piedad por una mujer pobre y vieja" También violaron a su hija de 22 años, Hawa, frente a su hijo y su hermano "Antes que sucediera, podía mantenerme de pie con la ayuda de dos muletas Pero después de esa noche ya no puedo permanecer de pie" A pesar de los terribles acontecimientos que vivió, Jebbeh no ha perdido su valentía Ella continúa siendo el único sostén de la familia, aunque la única actividad que puede realizar es ayudar a sus hijos a limpiar las escobas que ellos hacen y que venden para obtener alguna ganancia El mercado se localiza a 20 kilómetros de distancia, y los niños caminan de ida y vuelta todos los días Les toma de 2 a 3 días en hacer una escoba y cada una la venden en la insignificante suma de 5 dólares liberianos Al preguntarle a Jebbeh qué es lo que más extraña desde que su vida está confinada a una silla de ruedas, ella afirma, "poder hacer las cosas por mí misma, y con otras personas El mundo es diferente visto desde una silla Me siento mal al ver a mujeres de mi edad que todavía son muy activas y ayudan a sus esposos y se encargan de sus hogares" Se puede ver la entereza en los ojos de Jebbeh mientras habla con determinación y dignidad sobre su sueño de poder volver a caminar Por sobre todas las cosas, le gustaría poder regresar, caminando, a su pueblo y dedicarse de nuevo a la agricultura Mientras acaricia suavemente la cabeza de su nieto, Jebbeh hace una pausa, y luego afirma "Todavía no estoy lista para morir Si no morí el día en que perdí a mi hijo, o cuando fui violada, es una señal de Dios de que mi vida tiene que continuar" En tierra de nadie "Estuve esperando y esperando, pero en el momento en que supe que iría para Suecia, no podía creerlo Repentinamente hizo que todo valiera la pena" Hoy, los ojos de Yazin brillan con esperanza A la edad de 29 años, ha pasado casi toda su vida en campamentos de refugiados Ahora forma parte de un grupo de 384 iraníes kurdos que han sido aceptados para ser reasentados en Suecia, después de pasar un año y medio languideciendo en tierra de nadie entre Irak y Jordania Yazin era sólo un niño cuando su familia huyó de la Revolución Islámica en Irán y buscó asilo con algunos parientes al otro lado de la frontera en el pueblo iraquí de Sulaymaniyah, al norte del país Permanecieron allí por dos años antes de trasladarse al campamentos de refugiados de Al Tash, cerca de Bagdad El campamento de Al Tash sería el hogar de Yazin por las siguientes dos décadas A la edad de 8 años, descubrió su propia manera de escapar de la difícil situación que lo rodeaba: comenzó a dibujar y pintar Ante la falta de clases o talleres donde canalizar su creatividad, tuvo que enseñarse a sí mismo a pintar, y la pintura no era la práctica más común en esos días: "La gente estaba en ese lugar sólo tratando de sobrevivir, así que ¿para qué pintar?" le preguntaban Pero el pequeño Yazin sabía lo que quería hacer y tuvo la voluntad y el valor de seguir su sueño De hecho, se volvió tan bueno, que muchos de los otros refugiados comenzaron a pedirle que los retratara Poco a poco, la pintura se volvió una forma de vida, y le ofreció una tenue esperanza de vida "Fue lo que me ayudó a través de las dificultades de la vida por todos esos años", agregó Después de la caída de Sadam Hussein en 2003, al igual que muchos iraníes kurdos que vivían entonces en Al Tash, Yazin, su esposa y sus dos niños decidieron buscar una mejor vida en otro lugar, pero ¿dónde? "No quería regresar a Irán debido a mis creencias políticas", afirmó Yazin "Por otro lado, después de todos estos años, no tenía más esperanza en Irak Como artista, sentía mi alma desfallecer, rodeada de personas desesperanzadas dentro de los campamentos" La familia se decidió por Jordania Pero no llegaron más lejos que de la zona denominada como tierra de nadie entre Irak y sus países vecinos En esta ocasión, a pesar que Jordania había demostrado mucha hospitalidad hacia los refugiados en años pasados, les rehusaron la entrada y el grupo de más de mil personas se encontró atrapado entre fronteras No hay más que un desierto árido, un invierno helado, ardiente en el verano, y cegados por las constantes tormentas de arena que se presentan durante todo el año En verdad es un lugar donde sólo los escorpiones y las serpientes se encuentran a gusto Este lugar tan desolado sería el hogar de Yazin durante los siguientes 18 meses Su vida había virado de nuevo, hacia condiciones aún peores que antes, y fue su arte lo que lo libró de la desolación Con la ayuda del ACNUR y de la organización no gubernamental Care, Yazin estableció un estudio para artistas y comenzó a enseñar a otros refugiados cómo pintar y dibujar A todos ellos les brindó la oportunidad de descargar sus miserias y expresar sus esperanzas "Fue un tiempo muy difícil", recuerda Yazin "Estoy agradecido por el talento que recibí, porque entre toda esta miseria, me permitió enfocarme en mi arte" En el último año y medio, ACNUR ha dedicado grandes esfuerzos por encontrar una solución para las personas "perdidas" en la frontera jordana Pero apenas hace un tiempo, muy pocos países estuvieron dispuestos a ayudar a mil 48 personas, la mayoría de ellos iraníes kurdos, pero también palestinos, iraquíes, sudaneses, egipcios y otros que se encontraban allí varados ACNUR ha procesado unos 880 casos para reasentamiento en países como Estados Unidos, Australia, y los países escandinavos, y en junio de 2004, hubo buenas noticias para algunos de ellos: Suecia había aceptado 384 casos de reasentamiento y Yazin era uno de ellos Fue un sueño hecho realidad, especialmente porque su cuñado había emigrado allá en 1997 y la familia siempre había visto a Suecia como "un país libre, sin problemas religiosos, sin guerra, donde las personas podían llevar una vida simple y tranquila" A finales de 2004, aquellos que fueron aceptados para el reasentamiento fueron trasladados al campamento de Ruweished en Jordania, donde el gobierno sueco llevó a cabo charlas de orientación Unas cuantas semanas después, partieron para iniciar su nueva vida en Suecia Yazin estaba especialmente emocionado por ir a Suecia, porque quería continuar sus estudios y eventualmente vivir de su arte "He encontrado nuevo valor para continuar, para empezar una nueva vida, una vida verdadera Ir a Suecia me salvó de la tierra de nadie, que era una prisión para mí Allí me sentía como una persona con discapacidad Me sentía impotente, sin ser capaz de trabajar o de proveer comida para mi familia Me gusta trabajar y apoyar a mi familia y ¿quién sabe? un día, tal vez un día, mis pinturas se volverán famosas, como la Mona Lisa"

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