Una herida abierta
Los atentados del pasado jueves 7, a los que se suman las detonaciones del jueves 21, crearon una profunda separación entre las diversas comunidades religiosas que hicieron de Londres una ciudad multicultural Los musulmanes no sólo debaten y se preocupan por el extremismo islámico; también son víctimas de la sospecha, el miedo y el odio de quienes hasta hace unos cuantos días eran sus buenos vecinos Hoy los islamistas británicos se preguntan si algún día podrá retomarse el camino de la tolerancia y el respeto en que vivieron todos estos grupos hasta antes de las bombas, o si la herida abierta jamás podrá cerrarse
LONDRES- Rahid Abu Hadid, de 25 años, y Mohamed Suhail, de 27, esperan afuera de la mezquita de East London, en el número 82 de la populosa Whitechapel Road, para asistir a las plegarias de cada viernes En este barrio londinense hay numerosos locales de comida bengalí, afgana e iraquí, además de albergar a varias organizaciones islámicas y puestos callejeros
El aroma a sándalo, a tabaco en pipa y a especias del Oriente se mezcla con los trajes típicos de las diversas culturas que han llegado a Inglaterra, muchas de éstas en busca de un mejor futuro después de años de guerras civiles, persecuciones y sufrimientos Lo común ha sido que los vecinos multiculturales ?sunnitas y chiitas, hindúes y sijs, árabes y sirios-franceses que se saludan a cada paso en sus propias y añoradas lenguas? convivan pacíficamente con los ingleses Pero esa atmósfera de convivencia empezó a cambiar dramáticamente desde la mañana del pasado jueves 7, cuando cuatro ciudadanos británicos, tres de ellos de descendencia paquistaní y uno jamaiquino, detonaron cargas explosivas que llevaban consigo en tres vagones del metro de Londres (Edward Road, Aldgate, King?s Cross) y en un autobús de la línea 30 que circulaba por la céntrica plaza de Tavistock Square, a pocos metros del Museo Británico
Sahid y Suhail, como muchos otros musulmanes del millón 600 mil que viven en Gran Bretaña, tratan de seguir con sus vidas normales, habituados a un ritmo de trabajo que debe adecuarse siempre a las plegarias semanales en las mezquitas y a las reuniones de confraternidad en los cafés de esta ciudad, que irónicamente han dado en llamar Londonistán
Ellos saben, al igual que sus camaradas musulmanes, que han quedado en la mira no sólo del gobierno de Tony Blair, sino de los propios líderes religiosos y comunitarios musulmanes del país, quienes tras una cumbre celebrada el miércoles 20 en Downing Street ?la residencia del primer ministro en el centro de Londres? acordaron crear un grupo de trabajo (taskforce) junto con Scotland Yard y los servicios de seguridad e inteligencia, para erradicar el "extremismo" de la sociedad musulmana
Esta comunidad, como lo confirmó el Consejo Musulmán Británico (MCB, por sus siglas en inglés), últimamente ha sido blanco de por lo menos 700 ataques vandálicos por parte de grupos racistas o ultraderechistas que utilizan los ataques en Londres como excusa para golpearla
"Los ataques han hecho mucho mal a esta ciudad, pero también a nosotros Se siente como si algunos nos señalaran a los musulmanes por lo que ocurrió, nos echaran la culpa e hicieran responsables Pero todos, incluidos ellos, los británicos, tenemos parte de esta culpa", dice Sahid, un inmigrante iraquí refugiado en Londres desde 2000
La mezquita de East London, con sus dos torretas y su cúpula dorada mirando al Támesis, da cuenta también de esa encrucijada en que ha quedado sumida la comunidad musulmana británica, y del odio de muchos ante el miedo y la paranoia mediática
Una de sus ventanas ha sido rota por la pedrada de un joven, lo que se supone habría sido un acto racista y vandálico
Muy cerca de allí, también sobre la antigua Whitechapel Road, se encuentra un local de saris paquistaníes llamado Lahore, en cuya ventana fue escrita una leyenda racista en rojo que reza muslims scum (escoria musulmana)
Justamente fue en la ciudad de Lahore, al este de Paquistán, donde las autoridades de aquel país arrestaron a varios "sospechosos" relacionados con los ataques del 7-J La misma en la que tres de los terroristas británicos habrían visitado una escuela religiosa islámica o madraza en la que, de acuerdo con la teoría oficial, recibieron entrenamiento los jóvenes
Del otro lado de Londres, en Baker Street, conocida por el turístico museo de cera de Madame Tussauds y porque ahí, supuestamente, se encontraba la casa donde vivió Sherlock Holmes, está la famosa Mezquita Central
Ubicada en el 146 de Park Road, ese lugar funciona como el faro religioso de miles de musulmanes de distintas nacionalidades que viven en aquel rincón de la ciudad Sólo que este barrio está habitado por musulmanes de clase alta, mejor acomodada que sus vecinos del este, quienes son más pobres y de clase obrera
A pocos metros de la Mezquita Central, se encuentra la estación de Edward Road, donde siete personas perdieron la vida en una de las explosiones terroristas
Hasif, un adolescente de origen paquistaní que vive en la zona de Marylebone, a pocos metros de allí, narra las dificultades y el miedo de vivir en una ciudad que de un día para otro comenzó a ver con desconfianza y temor a su vecino musulmán
"Viajar en el metro ya no es lo mismo Si voy con una mochila o llevo un bolso, siento que la gente me mira algo preocupada, como pidiéndome que me baje Fue muy duro lo que pasó, pero el ataque terrorista también fue un golpe fuerte para nosotros los musulmanes", cuenta el joven de tez aceitunada y vestido con túnica, que prefiere mantener su apellido en secreto por temor a represalias
Hasif siente que, de algún modo, todos los musulmanes fueron víctimas del ataque en Londres
"Me hace sentir más musulmán que antes", comenta con desdén
Frente a la Mezquita Central se encuentra el café Cairo, que frecuentan egipcios, turcos y sirios, y donde la gente se sienta a tomar café en vaso y a fumar narguile Hablan preocupados por los acontecimientos de hace una semana, pero también le echan la culpa a un gobierno que no dudó en invadir Irak y Afganistán para imponer lo que ellos llaman "democracias occidentalizadas", ésas que, según informaron las ONG británicas Body Count Group y Oxford Research, han costado la vida de unos 25 mil civiles iraquíes, 20% de ellos niños, mujeres y ancianos
Debates
La revelación de que tres de los cuatro terroristas eran británicos descendientes de paquistaníes viró el eje del debate al centro de la comunidad musulmana de Gran Bretaña
Al menos 400 organizaciones musulmanas británicas mantuvieron reuniones esta semana para tratar el tema del "extremismo" dentro de estos grupos
Sin embargo, para Hasif, como para Hadid y Suhail y muchos otros jóvenes, el problema tiene que ver con una mayor integración de las nuevas generaciones musulmanas a la sociedad británica y con un mayor debate interno sobre el Islam, que sigue siendo tema tabú para los líderes religiosos y los estudiosos islamistas
Ellos culpan a los dirigentes musulmanes de haber perdido "contacto real" con los jóvenes, sus preocupaciones e intereses religiosos y políticos
En ese sentido, Irshad Manji, autor del libro The Trouble with Islam Today: A Wake Up Call for Honesty and Change (El problema actual con el Islam: Un llamado de atención por la honestidad y el cambio), considera que seguirá habiendo discriminación, resentimiento y ataques si la propia comunidad musulmana no discute los problemas internos que el Islam podría suscitar entre los jóvenes propensos a radicalizarse
Para Manji no es suficiente que los miembros de esta religión protesten y critiquen a los extremistas afirmando que utilizan el Islam como una espada de lucha radical El académico de la Universidad de Oxford ha llamado a todos los musulmanes a detener la explotación del Islam como escudo y protección, así como a dejar de aparentar que nada ocurre, porque de esa manera, dice, se le estará diciendo al otro que algo se esconde
Por eso llama al musulmán moderado a comenzar un auténtico debate de introspección, centrado en el estudio detallado de ciertos versos de El Corán, lo que según Manji ayudará a un mejor entendimiento con otras culturas
Son algunos de estos versículos los que han sido tergiversados por varios musulmanes radicales, como Abu Musab Al Zarqawi, Moqtada Sdar y Mohammaed Atta
Este último, uno de los líderes de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas de Nueva York, dejó una nota en la que afirmaba: "es suficiente para nosotros saber que los versos de El Corán son las palabras del Creador de la Tierra y de todos los planetas" Atta subrayó que El Corán describe el paraíso para aquellos que "matan al asesino"
En 2004, los terroristas que ejecutaron al estadunidense Nick Berg, un contratista en Irak secuestrado por un grupo cercano a Al Zarqawi, aludieron en una grabación a un pasaje coránico diferente: "Cualquiera que mata a un ser humano, excepto como castigo por asesinar a otro musulmán, debe ser considerado como un asesino de toda la humanidad"
Tanto Manji como otros schollars de la academia inglesa hacen énfasis en la palabra "excepto", muchas veces utilizada sin más aclaración en el texto sagrado
Sin embargo, es evidente que ni los líderes religiosos musulmanes de Gran Bretaña ni las generaciones más jóvenes de esa comunidad tienen intención de realizar "un debate instrospectivo", según ha trascendido esta semana
Sir Iqbal Sacranie, el moderado secretario general del Consejo Musulmán Británico, se niega a poner a la religión en la mira y prefiere hablar de "grupos extremistas asesinos"
Vivir en paz
Sin embargo, el debate en la concurrida Whitechapel Road, o en la céntrica Park Road, como en tantos otros barrios musulmanes de Inglaterra, pasa por otro lado
Los vecinos quieren seguir viviendo en paz con el resto de los londinenses, incluso si son contrarios a la decisión de Blair de apoyar al presidente de Estados Unidos, George W Bush, en la invasión y ocupación de Irak
Incluso si algunos apoyan la lucha palestina contra la ocupación israelí en la Franja de Gaza y Cisjordania, porque, según explica Suhail en un café frente a la mezquita de East London, "el problema debe pasar por la tolerancia, por el entendimiento del otro, por la discusión sin violencia"
En un reciente programa televisivo de la BBC, un grupo de jóvenes musulmanes de la calle de Tempest Road, en el barrio de Beeston, en West Yorkshire, habló sobre su vecino Kaki, cuyo nombre verdadero era Shehzad Tanweer
Kaki tenía 22 años cuando, la mañana del jueves 7, viajó desde Leeds a Londres, donde tomó el metro y, cuando el convoy se acercaba a la estación de Aldgate, a unos cuantos metros de Whitechapel Road y sólo ocho minutos después de haberse subido al vagón, hizo explotar la bomba de 45 kilogramos que llevaba en una mochila militar Con él murieron otras seis personas
Los jóvenes que hablaron en el programa televisivo ?Ali, Pav, Shy, Raja, Safi, Asif y Hasif? conocían a Kaki, a quien consideraban un "buen amigo, alegre, amante del deporte"
Expresaron tristeza por lo ocurrido, pero también disgusto y resentimiento Todos sabían perfectamente que en el momento en que explotaron las cuatro bombas no sólo se abrió una herida para quienes viajaban a esa hora de la mañana hacia sus trabajos, sino también dentro de las diversas comunidades religiosas inglesas que ahora enfrentan una doble encrucijada: retomar el camino de la tolerancia y el respeto que supieron ganarse en esta isla y explicarle a Occidente que con la segregación y el odio racista sólo habrá más violencia y "extremismo" l