El ruido del mar, de Armando Pereira, y los Poemas solares, de Homero Aridjis
México, D F, 22 de agosto (apro)- De la generación de narradores nacidos en el medio siglo, Armando Pereira se ha destacado también por la investigación literaria, el ensayo y la cátedra Profesor de literatura hispanoamericana en la UNAM, ahora entrega a las prensas de Era, en coedición con Conaculta, cinco relatos titulados El ruido del mar
Ellos son: "Imágenes (desprendidas) del álbum de familia", "Los avatares de un hidalgo en tierra de tártaros", "Blackout", "La inhóspita conciencia del tiempo" y "El ruido del mar"
A la manera de un escritor despreciativo o rudamente sincero, Pereira --reviviendo la polémica de si a la hora de escribir el narrador piensa en un público-- realiza una advertencia al "querido lector" (¿hipócrita lector, mi igual, amigo mío?) para señalarle:
"Sé que esta advertencia no tiene mucho sentido, pues tú sabes tan bien como yo que todos los personajes o situaciones que aparecen en un cuento o en una novela son siempre, esencialmente, imaginarios Si algún fragmento de vida llega a filtrarse en ellos es tan sólo para ser trastocado en ficción Con esto quiero decir que si, al leer este libro, en algún momento te sientes identificado con alguna de las historias o personajes que aparecen en él es sólo a riesgo tuyo Yo nunca te tuve presente al escribir estos cuentos"
Los editores juzgan en la contraportada:
"Cinco cuentos nuevos de Armando Pereira, donde demuestra una habilidad consumada para recorrer todo tipo de registros, desde la creación de voces serenas que confían la intimidad de sus muertos más dolorosas hasta la reivindicación de geografías en cuya cepa literaria resuena más de un autor; cartografías construidas con retazos de mapas prestados, crónicas olvidadas, ecos de ecos; falsas memorias, humor y amor, viajes que devienen pesadilla en un pequeño desliz alcohólico, destinos deliciosamente rutinarios que tropiezan con la traición del cuerpo
"Esta riqueza imaginativa y de medios confluye en varios motivos, que convierten la dispersión en facetas de un sistema sumamente rico De una manera u otra todos estos cuentos son exploraciones tan hondas de lo humano que en algunas nos enfrentamos a la obscenidad o a lo excrementicio: se trata de la prueba de una dulzura que no puede excluir nada del cuerpo, ni su humor fiero, ni el deseo trasgresor que alcanza el abismo interior De cualquier manera, de todas sus maneras, hay un gozo de la vida, una alegría esperando en estas páginas"
* * *
Por su parte, Homero Aridjis edita en Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Económica su libro 36, Los poemas solares, de los cuales reproducimos aquí el primero, titulado "Poema al Sol":
Oh, girasol vidente,
Oh, semilla amarilla,
tu nombre cabe en una sílaba, dijo el poeta
Oh, padre de las mitologías,
el sueño de la luz produce formas,
dijo el pintor
Si el ojo fura solar,
¿cómo podría ver la luz?,
dijo el poeta
Si la luz no fuera maestra del color,
¿cómo podría pintar sus ojos?,
dijo el pintor
En la gran pirámide de Giza el Sol se levanta cada día,
en el Oriente de tus ojos la noche se pone cada mañana
dijo el poeta
El Sol no se pone en el horizonte,
el Sol no conoce la noche,
el que oscurece es el ojo, dijo el pintor
No necesito ir a ver las glorias del Sol
en los campos de la tarde, porque el Sol
de las mitologías es el ojo, dijo el poeta
El poema del Sol es infinito:
sólo podemos pintarlo con palabras,
dijo el pintor
Cuando el Sol habla,
todas las criaturas callan,
dijo el poema
El Sol es un Ser
el Sol es luz presente,
dijo el pintor
La sonrisa infinita de la luz
es un verso que es un poema
que es un universo,
el ojo pensante es un ojo riente,
al ojo que nos piensa lo pintamos
con sus propios rayos, dijo el poeta
El Sol no tiene historia,
el Sol vive en la eternidad del momento,
dijo el pintor
El Sol cara rayada es un jaguar
que recorre el cielo nocturno devorando sombras,
devorando instantes, dio el poeta
Sol pasado, Sol deificado,
sol de la mente, Sol demente,
dijo el pintor
La luz inteligente viene del sol
con la temperatura exacta para pintar sus manos,
dijo el pintor
Una figura que proyecta sombra, una silueta
insustancial que te sigue por la calle, eso soy yo,
dijo el poeta
qué es una sombra:
un esplendor en la espalda
y una mancha en el suelo, dijo el pintor
El sol es la forma de su amor,
el hombre lleva en los ojos la forma de ese amor,
al final de su vida, el hombre será el espectro de ese amor,
Al final del día, ente las sombras largas de la tarde,
el hombre extrañará su pasado esplendor,
dijo el pintor
Dios no existe, dijo un tercero,
Dios vive en tu cabeza,
si no piensas en Él, morirá fuera de tu mente
si Dios no existe, ¿quién existe?
¿Tu sombra?, ¿tu espectro?, ¿tu olvido?,
replicó el pintor
Dios no existe,
existe un enorme vacío,
dijo el tercero
Si existe un enorme vacío,
existe ya algo,
dijo el poeta
Ésas son
puras palabras,
dijo el tercero
Si Dios no existiera,
tus palabras no existirían,
dijo el poeta
Antes del alba, mis ojos
ya se habían figurado las criaturas que estás viendo
en este momento bajo el Sol, dijo el pintor
Todo comenzó con una imagen,
todo comenzó con la palabra luz,
dijo el poeta
Cuando los perros ladran a la Luna
en realidad están ladrando al sol,
dijo el pintor
En nuestra mente cabe el universo en expansión,
en nuestra mente en expansión caben todos los astros:
nuestra mente es un verso hacia el universo, dijo el poeta
Me di cuenta de mi propia vejez
cuando vi el primer pelo blanco en la cabeza de mi hija,
dijo el pintor
Deber de hombre,
no estar triste bajo la luz,
dijo el poeta
La enciclopedia del Sol es mi libro de cabecera
La enciclopedia del Sol es un ojo que brilla
a través de las tapas cerradas, dijo el pintor
En los rincones de mi biblioteca,
oculto entre miles de palabras,
el poema del Sol está brillando, dijo el poeta
Es curioso que nunca antes
haya dibujado figuras más deslumbrantes
con los rayos de luz tenue, dijo el pintor
¿No es curioso que el poema del sol
llegue de noche y con los ojos cerrados?,
dijo el poeta
El carácter volátil de las criaturas humanas,
la condición entregada de las cosas del mundo,
se las debemos al Sol, dijo el pintor
De tanto verlo, mis ojos se han vuelto solares,
de tanto nombrarlo mis palabras fulguran,
dijo el poeta
De tanto pintar sus ojos me he quedado ciego,
sus imágenes queman mis dedos,
dijo el pintor
La pintura del Sol
la acabarán los otros,
dijo el poeta
El poema del Sol
comenzó hace mucho tiempo,
dijo el pintor
Oh, sílaba amarilla,
oh, girasol vidente,
dijo el poeta