Nana para melómanos y necrófilos

lunes, 11 de diciembre de 2006 · 01:00
México, D F, 11 de diciembre (apro)- Durante los diez años que lleva publicándose esta columna "Canto Rodado", afortunadamente no han faltado lectores críticos a quienes intrigue porqué la muerte sea un tema recurrente aquí, en el pensamiento de que la música es un arte, cuya supuesta finalidad consiste en alegrar los espíritus mortales? O en alabanza al Supremo Creador, siguiendo a Bach Agradezco a todos ellos Más adelante ensayaré satisfacer tan genuina curiosidad y sin afán de eludir la cuestión, lea usted estos versos entonados por Paul Simon para abrir su primer disco solista, ya sin Art Garfunkel, del LP Mother and Child Reunion editado hacia 1972: Pues bien, no quisiera ser portador de falsas esperanzas en este día luctuoso tan extraño; pero la reunión entre la madre y el niño es simplemente un gesto en la lejanía No puedo recordar un día de mayor tristeza en todo mi existir; sé que dirán: "déjalo ser", pero esto así no me funciona y el ciclo de la vida continúa regresando una y otra vez? Desde 1984, cuando compuse rolas para el movimiento del "rock rupestre" que interpretó en nuestro dueto Callo y Colmillo la fabulosa hechicera contralto del blues nacional, la guapa pecosa Nina Galindo (Los Ángeles, 1 de junio de 1957), más de dos fans me hablaron de la "necrofilia obsesiva" en algunas de mis letras, "dignas de nota roja" especificaban, "incluso saliste en una película llamada Thanatos" (que dirigió Cristián González en 1987) y, ciertamente, tenían razón porque veamos: La maté, ¿qué más da? ("Brindis por una difunta", en la película Un tokke de roc, de Sergio García, 1985); Jalé el gatillo del plomero hasta caerme ("Mírame desaparecer"); Creo que voy a morir ("Llévate lejos tu blues"); La emoción de muerte detiene el reloj ("Lluvia en Coatzacoalcos"); He muerto otra vez ("Quál es la onda"); Algo que hace cantar los cementerios ("Valladolid, Morelia"); Sin miramientos y el fogón de frente, un segundo tarde y ya no estás caliente ("La ley", dedicada a mi cuate Juan Antonio Lozano Morales, ejecutado por tiras); Tócame la carne herida, hazme desangrar ("Estas son mis manos"), etc, etc Para finales de los 80 y comienzos de los 90, publiqué los miércoles en el periódico El Nacional mi columna Silencios Alteraciones, un par de frases regalo de don Carlos Pellicer (Villahermosa, 1899-DF, 1977) en el poema: Los grupos de palomas Notas, claves, silencios, alteraciones Modifican los rumbos de la loma Los más de aquellos textos versaban sobre música y unos cuantos destacaron a La parca como protagonista en el trasfondo de asuntos como: el avionazo donde pereció el monarca mundial de box Marcel Cerdán, novio marroquí de la cantante Edith Piaf; el asesinato del músico negro fundador de Motown Sound Marvin Gaye por el rifle de su padre, pastor cristiano nada pacifista; las raras, rarísimas muertes acuáticas del baterista Dennis Wilson de Los Beach Boys, en el mar, así como la de Brian Jones de Los Rolling Stones, en una alberca (lengualargas murmuraron que Mick Jagger lo ahogó por envidias y para quedarse al frente de Las Piedras Rodantes) y, claro, también recordé a mi padre? Era Fausto El Brujo Ponce Sotelo, periodista deportivo de Excélsior campeón nacional de salto largo (yo le puse Maravilla), cuando falleció en agosto de 1993 Con su venia, lector, en realidad el "Canto Rodado" que usted tiene ante su visión se justifica, no sólo porque brinda signos para compartir mis secretos (más que ego o presunción, un rapport humano), sino además como un modo imperioso de exorcismo frente al luto que traigo Ya me explico: a partir de septiembre he pisado al menos cinco clínicas y hospitales diferentes, visitando amigos enfermos y familiares convaleciendo, recuperándose? o no Lo peor sucedió el martes 28 de diciembre, cuando Dios decidió que partiera sin remedio mi señora madre Martha Leticia, Marle, a tres meses de cumplir ¡88 años de edad?! ¿Quién sino mamá nos arrulló para llamar el sueño de mis cuatro hermanos y el mío, siendo chillantes bebés cagoneros? Marle canturreaba bellas nanas, como esa que dice: Señora santa Ana, ¿porqué llora el niño? Por una manzana que se le ha perdido? O aquella otra: A la ru-ru, a la me-me, que este nene hace meme? Y la mejor, la más rítmica, la que me despertaba: Run rún, cama de león Tu mamá la rata, tu papá el ratón? Dicho arrullo animado le causó tanta gracia a la alfarera danesa Lone Borgen cuando la escuchó en México, tras nacer nuestro único hijito Sune en 1983, que se la aprendió de memoria y el pasado mes de febrero, cuando nos vimos en Dinamarca, comprobé que nunca la borró de su mente, pues la tarareó con ancha sonrisa y castellano malón Marle aprendió tales nanas de su madre Leonor, la tía Nonis y ésta, a su vez, de la suya, nuestra longeva tatarabuela la abue Vicken, quien falleció ¡a los 91 años! Este niño lindo, ya se va a dormir, háganle su cuna en un toronjil Toronjil de plata, torre de marfil? Tradición oral pura de mamá, transmitida desde que le pataleaba dentro del vientre? Una vez nacido, este Enano feroz y molón (el apodo me lo impuso papá, El Brujo), Marle me acercaría a un montonal de coplas anónimas de la lírica infantil mexicana A instancias de ella, con mis hermanos Paco (qepd), Armando Augusto, Rico Alberto y Martha Leticia (La gogis o La burbujita) tomé las primeras lecciones de piano en la colonia Roma que diera la tía Margota, brillante pero gélida, aburridas clases hasta que logré dominar el instrumental "Tambores indios" a dos manos con acentos contrapuestos a ambos lados de diferentes teclados, eso sí: leyendo las notas pautadas En esto de los cánticos maternos de la niñez hay felicidad, nostalgia y también, tristeza: sentimental, Marle quebraba su bien templada garganta derramando una que otra lagrimita sincera al prepararnos la comida, mientras entonaba aquel bolerazo de Pedro Flores, famoso por la tonificante vocalista María Luisa Landín: Amor perdido, si como dicen es cierto que vives dichoso sin mí, vive dichoso; quizá otros besos te den la fortuna que yo no te di? Sin mi Marle, difícilmente habría penetrado al universo sonoro de México No es poco lo que le debo musicalmente Ella vivificaba lo que en las bocinas de la radio y los surcos del tocadiscos hogareño en la calle Medellín, número 327, departamento 13, yo imaginaba, una pizca de aliento con mis eventuales "maestros" a, quienes el destino me permitiría saludar personalmente Su ídolo era Jorge Negrete, El charro cantor ("Adiós pampa mía", "Begin the Beguine"); el mío, Eulalio González, El piporro ("Los ojos de Pancha") Una por una, las estrellas iluminaron de amoroso canto rodado, en nuestra lengua, el cielo sonoro de casa: el Flaco de Oro Agustín Lara ("Solamente una vez", versión de José Mojica); Alfonso Ortiz Tirado (con el tango "Clavel del aire" y "Amapola"); Luis Hill Olvera y su órgano parlante ("Pancho López"); Toña La Negra (pregonando piedad para el que sufre y una "Oración caribe"); Pedro Vargas, El tenor continental ("Monasterio santa Clara"); Francisco Gabilondo Soler, Cri Cri ("La patita", "Caminito de la escuela")? Por las tardes, en la tele en blanco y negro (única del edificio) veíamos al Tío Herminio, siempre gentil al piano valseando "Las rejas de Chapultepec" y "Un gatito de buena familia" Curiosamente, Marle gustaba tanto de un semirocker como Manolo Muñoz (a mis seis años, "Speedy González" y a mis 30, "Llamarada"), como la baladalista de Novia de México Angélica María ("Dile adiós") y prendidos a la antena de Telesistema Mexicano, el fantasma de Armando Manzanero diciendo con el teclado la sencilla rúbrica musical de una telenovela ("Esta tarde vi llover") Mamá trabajaba en los juzgados de distrito en Bucareli, frente al Excélsior y un día se hizo presente el simpa Salvador Flores Rivera, Chava Flores ("Pobre Tom"), para responder a una demanda injusta en su contra, como él cuenta en su libro Relatos de mi barrio Y María Greever Y Los Bribones Y las Hermanas Águila Y Guty Cárdenas Y Nat King Cole Y muchos más? De aquellos nombres, me quedo con uno: Marle Nunca perdió su oído perfecto ni su voz agradable, tierna, dulcísima: recordaba corridos revolucionarios, zarzuelas, sones y lo mejor de "la época dorada del cine nacional" A mí me costaba acompasar su tono espléndido en la lira y perdía las armonías de un grandioso catálogo que guardaba su corazón "Canto rodado" es para ella: Mama, mamá, un bello sueño tuve ayer? El cajón cierra cual cancionero Picot, traduciendo el final de Reunión de la madre y el niño, por Paul Simon: Oh, pequeña niña mía, no puedo creer que sea así y a pesar de que suene extraño decirlo, jamás había caído en tal depresión de manera tan misteriosa Y el ciclo de la vida continúa regresando una y otra vez? Siempre que pude llevé mi repertorio infantil a hospicios, amén de cantos para asilos y otras piezas carceleras por prisiones de la República mexicana Pero incluso en mis rolas infantiles, la muerte tiene permiso: "El niño Luisito" narra cómo un pequeño es robado y aparece su rígido cuerpo emergiendo helado desde el fondo en pantanos de Tabasco: Nunca te separes de mi, Luisito, No puedo dormir si no te encuentro junto a mí Nunca me abandones, le dijo su madre al niño Luis? Luisito se perdió, no lo volvieron a ver regresó con la lluvia y cada que llueve Luisito ha de volver? Una anécdota más y punto final: Un amiguito vecino mío, el güero Juan Antonio Morales --de mi misma edad--, cuando nos mudamos a la colonia Avante, en Coyoacán, no tenía padre, era pobre y recuerdo que jugamos la única vez que ha nevado en el DF hace casi 50 años En cierta ocasión su mamá, Doña Lupe, nacida en Alvarado, Veracruz, lo regañó un Día de los Santos Reyes, por haber pedido prestado un juguete a otro chavo de la cuadra: --¡Cabrón, nunca pidas chichi ni nada a nadie que no sea yo, baboso! No existen los Santos Reyes Magos, ni el pinche Santa Claus! Tú no tendrás un padre, hijo de la fregada, pero siempre recuerda, cabrón, que tienes madre! ¡Me tienes a mí, yo soy tu madre y que nunca se te olvide Juanito: tú sí tienes madre?! ¿Me oíste, cabrón? Tú sí tienes madre? Yo también tuve a Marle Bueno, buenísimo tener una mamá, ser insustituible No elegimos a nuestros parientes, dicen, pero sí a los amigos Aunque yo, si volviera a reencarnar, la eligiría para ser mi mami nuevamente Por eso, hoy canto la muerte de Marle Tan triste Por eso

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