Otra del teléfono indiscreto
México, D F, 25 de diciembre (apro)- Mis queridísimos lectores: sí, de acuerdo, es feo, ¿qué digo?, ¡feísimo! escuchar, sin que ellos lo sospechen, las conversaciones íntimas entre dos personas Es de mala, de malísima educación Es un vicio, un pecado cuando se hace costumbre, cuando se convierte en hábito, lo admito, más, ¡ay de mí!, lectores queridísimos, es un hábito que un servidor practica
La culpa es del viejo, pesado y gris teléfono de disco de mi departamento, en el que frecuentemente se producen cruce de líneas El es el causante, como de la presente, de anteriores cartas a este buzón
Si me preguntan por, que ejercito, tan feísimo y sucio vicio, les respondo: porque es bueno, porque el mismo siembra la semilla de la duda en mis convicciones, en lo que digo, e incluso en lo que hago y me hace pensar Mis muy queridos lectores: ¿piensan que eso es malo? ¡Cuidado!, que con ello puede que estén tomando un camino equivocado Antes de expresar su opinión, recuerden lo que al respecto dijo sobre la duda y el pensar uno de los, dizque, padres de la filosofía moderna: René Descartes ¿Entonces? Mas dejémonos de explicaciones justificativas y vayamos a los motivos de la presente
No están ustedes para saberlo, lectores queridísimos, pero yo sí para informarles que éste, su servidor, era un firme convencido que la educación que el saber es la madre y cuna del progreso, tanto de los individuos como de las naciones ¿O a poco no es así? Convencido de ello, comulgaba fervorosamente con todas las campañas, promocionales, frases y consignas que la impulsan, exaltan o simplemente nos la recuerdan, a la educación, por supuesto, no me mal interpreten
Eso fue ayer; hoy no soy tan fervoroso comulgante de lo que se dice, e incluso de lo que se hace sobre y por la educación La culpa, como ya lo señalé, la tiene una conversación que escuché al marcar el número de un amigo que nunca contestó a la misma Al esperar que lo hiciera, mientras oí sonar el timbre de su aparato, un cruce de líneas, puso en mi oído la siguiente plática entre dos jóvenes que, por considerarla de interés, hago de su conocimiento, mis lectores, lo más fiel que recuerdo:
Uno, tratando de convencer: "¿Para que estudiar? Pues para saber más y poder competir, y así ser un triunfador en este mundo al que mueve la dinámica de la competencia"
El otro, burlón y rejego: "Ni maíz, manis ¿No te has enterado que, a nivel mundial, la educación ha educación ha sufrido un bajón Que en nuestro país, la misma deja mucho qué desear y no nos garantiza una buena preparación para ser competitivos?"
Uno, sin desanimarse: "Por poco que te enseñen, por poco que aprendas, es mejor que nada"
El otro, encabronado: "¡No te hagas! Vale madre que te quedes ciego leyendo libros Bien sabes que, cuando orgulloso, con tu título profesional bajo el brazo, vas tocando puertas para que te den empleo, te encuentras con trabajos mal pagados Te dicen que no pueden pagarte más porque no tienes experiencia y si, por desidia o cualquier otra causa, tardaste en titularte, que ya eres demasiado viejo ¡Uta!, total que terminas aceptando empleos mal pagados o trabajando en otras cosas que poco o nada tienen que ver con lo que has estudiado y también mal pagado Eso en el mejor de los casos, pues igual ni trabajo encuentras"
Uno, vacilante: "Bueno, sí, tienes razón Mi primo estudió derecho y anda de chofer de pesero y el novio de mi hermana, licenciado en comunicación, mejor anda de tamalero, pues dice que gana más"
El otro, remachando el clavo: "Y mi hermana, recién casada, ha tenido que pedir posada a los viejos, con todo y marido, ya que a ella la despidieron de la chamba por estar panzona y él, licenciado en publicidad, no encuentra empleo Decídete ¿Para qué seguimos estudiando? Mejor nos vamos al otro lado, ¿no? Allí podemos sacar en una hora lo que aquí nos pueden dar por un día de trabajo, y hasta más ¿Qué dices?"
Me quedé con las ganas de saber qué dijo el uno, pues en ese preciso momento mi teléfono comenzó a dar la señal de ocupado, al tiempo que al fondo se escuchaba, emitida por una emisora de radio, la canción ranchera "La vida no vale nada"
Lectores queridísimos, no es que me guste el chisme, ¡Pero qué desperdicio de tiempo y de talento nos muestra la charla que escuché sin querer! Y sabiendo que eso pasa en no pocos países de Africa, Asia y Latinoamérica, pregunto: ¿Por qué el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional se empecinan en recomendar (pues si no, no nos ayudan) recortes en el gasto público a dichos países; recortes que de una u otra manera terminan por afectar a la educación? ¿Y por qué sus gobiernos acatan sumisamente esas recomendaciones? ¿No que la educación es madre, cuna, faro y estrella polar del progreso en este planeta?
No sé si ustedes, lectores míos, pero éste, su servidor, no se explica esa contradicción Si alguno sí sabe la solución de la misma, mucho agradeceré la haga de mi conocimiento Gracias
Por siempre a sus órdenes, su amigo de verdad
PATO CHAMOY