Analistas en fuga

miércoles, 1 de febrero de 2006 · 01:00
México, D F, 31 de enero (apro)- El género de moda en México es la política ficción Esta vez no voy a hablar del "Borgues" del género, sino de los astutos comentaristas en medios y los locutores metidos a "líderes de opinión" Personalmente considero que éstos últimos contribuyen significativamente a racionalizar el proceso de sustitución política de las instituciones tradicionales por los principados mediáticos, que conducen a sus súbditos o públicos mediante valores que sustituyen y, a menudo, contradicen a los de la supra mencionada pero devaluada democracia Pero en tanto esa afirmación gana adeptos o se cae solita, quiero compartir un texto que encontré en internet, entre artículos de académicos vividores y de funcionarios del teclado El argentino Marcelo De Biase escribió en su página Super Chatarra Special, después de las crisis, socioeconómica y de gobernabilidad que padeció su país a principios de esta década: "Intentar analizar la política de estos días, es un acto de complicidad Es presuponer un componente de racionalidad para explicar los actos de lo que es, básicamente, una asociación ilícita delictiva La crisis del 2001 se resolvió del peor modo posible: con el mantenimiento de la coalición mafiosa que la desencadenó Y lo que es peor, no fue necesario ni intentar la represión por medios ilegales, porque la misma ciudadanía votó por la permanencia de los responsables Los pueblos que no aprenden de sus errores, están condenados a repetirlos "El concepto de la política como una herramienta de cambio de la realidad, hoy no existe (Lo sustituyen) carencias de la representatividad democrática potenciadas por la ausencia de una alternativa intelectual al modelo del Consenso de Washington "Ni siquiera se ve la necesidad de un cambio La realidad no es importante para rever las teorías No funcionan, pero se siguen aplicando Lo que es peor: se pone el empeño en convencernos de que hay que estar contentos del modo en que marcha el mundo Que es racional mantener este estado de cosas y que pensar en otras alternativas es un acto de voluntarismo, demagogia y fantasía La satisfacción de la mediocridad, del mantenimiento de la injusticia y de la desigualdad "En momentos de transición, como éstos, prospera el desaliento También la esperanza que la realidad está en otro lado, detrás de esa ficción cortesana en la que se ha convertido el poder político, nacional e internacional "Hacemos votos (sin muchas esperanzas, es cierto) que los cambios se están dando en el interior del alma humana, en esa multitud silenciosa que paga con su vida el precio de la mediocridad de los que medran en la cima del poder" ¿Quién no está de acuerdo? Supongo que muchos profesionales de la asesoría electoral que constataron la insuficiencia de su técnica hecha de citas de mercadólogos y especialistas académicos en temas "estratégicos" Los que no pudieron culminar su obra maestra con Montiel, con Enrique Jackson, con Santiago Creel, porque ignoraron el sencillo detalle de que sus clientes y socios tenían mucha cola que les pisaran en la realidad tridimensional Al menos pueden escribir su revancha Incluso es divertido constatar cómo su alarmismo crece conforme vislumbran, incluso ellos, que ni Calderón ni Madrazo podrán encabezar al país para remontar la crisis de la política La razón: representan dos lados del viejo sistema, que ya demostró su ineficacia a través de sus gobiernos Acción Nacional llegó a la Presidencia y no abonó nada a la deuda democrática, aunque intentó hacerlo con sus ideales doctrinarios más desfasados de las necesidades sociales mayoritarias Y el Revolucionario Institucional acabó por representar la antítesis de la revolución, del cambio (único logro de Fox en sus tiempos de candidato), para asumir junto con la candidatura de Madrazo su vocación de destructor de instituciones Instituciones destruidas: la administración pública en todos sus niveles, la educación básica, el Estado laico, la seguridad social, las corporaciones policíacas y el propio PRI No es racional mantener el actual estado de cosas, ni las cosas del Estado

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