Johnny & June: pasión y locura

lunes, 13 de febrero de 2006 · 01:00
México, D F, 13 de febrero (apro)- Viajar doce horas en avión clase turista se ha convertido en una verdadera pesadilla Los pasajeros deben haber llenado dos horas antes un montón de formularios, pasar un mundillo de revisiones, sufrir dos que tres vejaciones y tragarse suspicacias ajenas antes de abordar; pero lo más grave para mí ha sido aguantar vara, asardinado mortal en un asiento chafa dentro de la aeronave, a los demás viajeros en cruel destino durante la prolongada travesía oceánica, más la comida chatarrera, amén de un chorral de aromas y en fin: una odisea carcelaria a no ser por el efímero espectáculo visual de alguna azafata pechugona y una que otra buena película a bordo (pese a estar dobladas y para colmo, mal) Así me sucedió en reciente viaje al Viejo Mundo con Air France, donde no dudé en ver la cinta "I Walk The Line" sobre la vida del maestro de la música campirana Johnny Cash, fallecido a mediados de septiembre del año pasado, cuyo papel es interpretado dignamente en la película por Joaquín Phoenix En México la cinta se acaba de estrenar como "Johnny & June: pasión y locura", no faltando algún crítico sabelotodo quien supuso que dicho apelativo viene porque Johnny Cash no fue tan conocido en México como, por ejemplo, Ray Charles, cuyo filme el año pasado ganó Oscar de la Academia Para quien ama la música popular y específicamente, quien conoce la música "country" o los orígenes del rock?n?roll en el sur de Estados Unidos a mediados de la década de los cincuenta, Johnny Cash es un nombre im-pres-cin-di-ble y fue el rey de la música campirana estadunidense en los sesenta Esta historia llevada a la pantalla grande abarca relativamente pocos años, y va desde sus principios, grabando sus rolas carcelarias en los mismos Sun Studios de Sam Phillips, en Memphis (donde en 1954 una mujer llamada Marion Keiser descubriera a Elvis Presley); sigue rumbo al caos provocado por la afición de Cash, al abusar de la estimulante dexedrina y otras pastas depresivas a partir de 1961, concluyendo poco después de 1969, cuando su segunda mujer y cantautora June Carter (Reese Whitespoon) lo rescata del vicio Tal vez el barítono Johnny Cash no fuese tan conocido en la Ciudad de México por los fabulosos 60, pero para los mexicanos de la frontera norte sí que sus canciones tenían fuerte pegue en las estaciones a lo largo de la franja del río Bravo, así como las otras muchas que grababa June Carter, una chamaca prodigiosa perteneciente a la célebre Familia Carter que ella integraba musicalmente con su madre Maybelle y dos hermanas más, Helen y Anita Nada de esto se refleja en la cinta y no parece importar John R Cash nació el 26 de febrero de 1932 en un hogar miserable de Kingsland, Arkansas, y lo que cuentan el director James Mangold y su guionista Gill Dennos en la película "Pasión y locura" está más o menos apegado a la verdad sólo que ¡lástima!: como los gringos siempre creen que son ellos el ombligo del mundo, omiten cuán importante fue la frontera mexicana para la sensibilidad y la trayectoria de un tipo duro como Cash Es bueno reparar en el maquillaje Hollywood y mencionar que las cosas sucedieron de manera ligeramente distinta como las vemos en el filme, pues el futuro estrella del "country" vivía en Memphis hacia 1954, cuando su hermano Roy le presentó dos músicos con quienes formaría los Tennessee Two: el guitarrista Luther Perkins y Marshall Grant, contrabajo Los tres fueron a los ahora legendarios Sun Records con su balada "Hey Porter" ("Oye, portero") y como para entonces Sam Phillips ya tenía al rebelde Elvis, le pareció interesante la voz grave de Cash y les pidió otra pieza para grabar al reverso del disco Johnny prometió llevarla al día siguiente y se puso a componer su primer éxito: "Cry, Cry, Cry" ("Llora, llora, llora"), consagrándose en 1956 con "Blues de Folsom Prision": "Cuando era pequeñito, mi padre me advirtió que no me metiera en problemas, pero asesiné a un hombre en Reno, sólo para ver cómo moría?" Algo que tampoco aparece en la película es que para grabar en Sun Studios un sonido de mayor percusión a su rock "Get Rythm" ("Ponte rítmico"), Cash colocó entre las cuerdas, a la altura del cuello de su guitarra, un billete de a un dólar, y así provocó mayor efecto rítmico, en tanto que su pieza "I Walk The Line" ("Seguiré mi destino") la compuso para su ya esposa June (y no su amante, como se presenta en la cinta) En octubre 1965, Cash regresaba de México, un país que le agradaba bastante y fue apañado al volver al sueño americano en el aeropuerto internacional de El Paso, Texas, con unas mil píldoras (668 "acelerantes" y 475 tranquilizantes); fue encarcelado y su esposa Vivian, de origen italiano con quien tenía cuatro hijas, terminaría pidiéndole el divorcio Un incidente agravó la desgraciada situación del músico en 1967, pues lo "embotellaron" de regreso en un pueblito de Georgia, y el racista Ku-Klux-Klan criticó a la "basura" de Cash, llamó a su esposa "negroide" y "mestizoides" a sus pequeñas Sólo se bosqueja su longeva amistad con Bob Dylan, con quien grabó "Chiquilla del País Norte" del disco "Nashville Skyline" (en 1969, para el que escribió Cash el texto de la contraportada), lo cual resulta un resbalón histórico bastante torpe, ya que había un filón que rascar: Cash se vanagloriaba de su sangre cherooke pero apoyaba la Guerra de Vietnam Y ni modo, se les pasa el periodo de resurgimiento donde Cash volvió al ataque con tremendo programa televisivo un año atrás en ABC, "El show de Johnny Cash", que le redituara más de 2 millones de dólares en Grand Ole Opry y al cual invitó a grandes luminarias del sonido Nashville, como las Hermanas Carter o Glenn Campbell (así como a nuestra Vikki Carr nacida en El Paso bajo el nombre de Florencia Vicenza de Casillas Martínez Cardona) Un montón de anacronismos, errores de continuidad y de sincronización audio-musical del filme han sido criticados (ver wwwimbdcom/title/tt0853273/goofs) y, no obstante tantos recortes, la cinta sale a flote en gran parte gracias a la enorme figura pujante de Cash y al talento vital de la guapa June Por supuesto, yo que soy un fan de Johnny Cash desde los sesenta sinceramente me divierte que la crítica en México empiece a desvelar su leyenda a partir de la película y no a través de su música Porque nada es mejor que recordarlo en su disco "A Boy Named Sue" ("Un chico llamado Sue") cuando en 1969 pegó con tubo en la radio mexicana y, ¡cámara!, me puse a llorar cuando escuché los versos iniciales de una gigante rola suya grabada en una prisión gaba, "San Quintín", al otro lado del plato, con las frases: "San Quintín, has sido mi infierno desde 1963 desde que soy tu huésped, veo a los prisioneros llegar e irse, pero odio cada pulgada de ti, me has quebrado?" Claro, quizás fue porque yo mismo me sentí así, apresado doce horas al ver este filme en un avión de Air France volando a París, clase turista, al fin periodista claustrofóbico Y aunque Cash se vanagloriaba de haber matado a un hombre en Reno, ser chico malo y golpeador, en realidad sólo estuvo dos noches tras los barrotes y todo por llevar pastillas que pudo conseguir de haber tenido una simple receta médica en Tijuana Lo demás es leyenda y no me trago aquello de que vestía de negro, pues odiaba al sistema penitenciario norteamericano, como reza el filme Quien debe saberlo mejor es Jesús Quintero, quien escribió amplio sobre el tema de Cash, Elvis y acompañantes en "El renovable sol de Sam Phillips" para la revista zacatecana "Dosfilos", número 97, de los pasados meses de septiembre y octubre del 2005

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