¿Cierto?

lunes, 20 de febrero de 2006 · 01:00
México, D F, 20 de febrero (apro)- Según el sentir general, estimados lectores, puede decir que, en cuestión de política, estamos jodidos y no nos queda más que darnos el pésame unos a otros por tal motivo Y no me vengan, ingenuos o interesados, ha discutirme, a intentar convencerme de lo contrario Vayamos a la realidad: ¿No es sentimiento general, se informa, se comenta y hasta se publicita en los medios el tema de "la crisis de los partidos políticos"? Si por una parte se nos dice en todos los tonos y por todos los medios que vivimos en un hoy que es el mejor de los hoy posibles, pues se hace en democracia, por otra, ¿no vemos y comprobamos con desazón y angustia en ciertos casos que esa afirmación es más bien teórica? Pues, si como dicen, el bien social lo produce la buena política, lo que nos da que la misma es o debería ser, en esencia, el arte de administrar honestamente, con claridad y transparencia los asuntos y los bienes públicos, los hechos, ¿qué dicen al respecto? Que en el hoy que vivimos, democrático, no siempre es así, pues no pocas veces en él se bastardean los fines de la actuación de la política y se envilecen sus modos con la intriga e incluso bajezas ¿O acaso no es cierto que hay políticos que se valen de la mentira para propiciar y justificar crueles guerras de agresión? ¿No es cierto que existan políticos ladrones? ¿No es cierto que no falten políticos proclives al nepotismo, a aprovechar la información privilegiada a que tienen acceso en su propio beneficio o el de sus familiares? ¿No es cierto que existan partidos políticos que han avalado y avalan decisiones de poder que perjudican a las mayorías y benefician a personas determinadas o grupos minoritarios? ¿No es cierto que haya partidos políticos que son agentes o cómplices o encubridores de acciones como las citadas? No voy a dar nombres Seguro estoy, estimados lectores, que no pocos de ustedes pueden ponerlos a protagonistas de tan lamentables hechos ¿O no es cierto? Esos hechos lamentables, por su parte, ¿por cierto no han hecho y hacen posible que la democracia de la que tanto cacarea el hoy en que vivimos se reduzca, como dijo no recuerdo quién en este momento, a un proceso en el que sí, ciertamente libres, cada equis tiempo podemos elegir con entera libertad a quién o quiénes nos joderán por determinado tiempo? ¿O no es así? Cierto, nuestro es el voto, y con el podemos castigar a partidos políticos y a sus representantes en próximas elecciones ¿Pero no es también cierto "que palo dado ni Dios lo quita", como dic el refrán? ¿Entonces? Si todo lo anterior son, como lo son, hechos y verdades irrefutables, ¿Por qué extrañarse que tantos vivan las elecciones como un carnaval de veleidades o como un angustiosos problema existencial, sobre todo cuando, a juzgar por lo que dicen de sus contrincantes los políticos en campaña, se llega a la conclusión de que quien no es un ignorante es porque es estúpido o un pillo? Nieguen, si pueden, que no faltan, y más bien sobran, ciudadanos que en tiempos de elecciones son presas de la duda y tienen estos o parecidos pensamientos hamletianos: ¿Votar o no votar? ¡He ahí la cuestión! ¿Qué será más benéfico, dejar que el azar determine nuestro destino o intentar otra vez ser dueño del mismo, a riesgo de ser de nuevo víctima del engaño y con ello volver al margo desencanto, a la destructora frustración o a la ira que ciega y confunde? ¡Votar! ¿Pero por quién, si todos los políticos son iguales y con todos no se hace uno? ¿Votar o no votar? ¡Uta! ¡Hay que hacerlo!, porque de todas formas si uno no lo hace, ¡carajo!, otros más conscientes o más tontos, lo que no tiene la menor importancia, decidirán nuestro destino con su voto Y luego está que igual y salta la liebre y quién quita y se acierta por casualidad, ¿pues no existe la suerte? ¡Chin! ¡Me lleva?! ¡Que situación! ¿O no es ciertamente una desgracia que, una vez tomada la decisión de votar, por propia conveniencia, tengamos que hacerlo por el menos peor de los candidatos? Díganme si tan problemática y torturante situación no nos permite decir remedando a Hamlet: "Así, el pensar, hace de nosotros unos pusilánimes o unos cínicos calculadores con lo que los iniciales impulsos de la resolución desmayan con los toques del pensar y así las empresas de mayores alientos, por ello, tuercen su curso y dejan de tener nombre de grandeza" Ustedes, lectores, dirán si esto es cierto o no, pues suya es la palabra Pero ¡silencio!, que estoy llegando al final del espacio concedido y no tengo más remedio que cortar aquí la presente Así que, con mis mejores deseos, quedo de ustedes mis estimados, su seguro servidor, JUAN CONTRERAS

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