Emblema del tiempo

lunes, 29 de mayo de 2006 · 01:00
México, D F, 29 de mayo (apro)- ¡Alegrémonos!, respetables y respetados lectores, alegrémonos porque tenemos motivos para ello; porque más allá, como hay quienes creen, de que sea obra basada en errores e incluso falsedades; de que, independientemente, como piensan algunos sea producto de una calculada provocación o, como piensan otros más, forme parte de una oscura y mal intencionada pero bien armada conjura, de que, en lo personal, como lo es para tantos, excite nuestra curiosidad o despierte nuestra indignación y rechazo, alegrémonos, digo, pues El Código Da Vinci, en novela o película, son, para bien y para mal, emblema de nuestro agitado y confuso tiempo Bueno, al menos de la tribu perteneciente a la llamada Cultura Occidental y Cristiana Veamos: nadie está en posibilidad de negar, pues los hechos lo demuestran palpablemente, que los miembros de la citada tribu, aunque conserven en la misma bolsones de recalcitrantes conservadores y aún de rabiosos reaccionarios, es, por lo general y en conjunto, cada vez menos fanática y dogmática en cuanto a religión se refiere Y eso viene dándose desde lo que conocemos con el nombre de Renacimiento a la fecha, debido principalmente al libre ejercicio del quehacer científico y a sus avances ¿Digo bien o me equivoco? ¡Qué bueno que haya sido así! ¿Lo dudan? Si así es, nada más imaginen si Dan Brown hubiera escrito su libro en la Edad Media o incluso en el Renacimiento ¡Uta, lo que hubiera sufrido! En el mejor de los casos, de inicio le habría llamado a cuentas el poder espiritual y temporal del momento, la Iglesia católica, para que reconociera su error y abjurara del mismo Si así lo hiciera, de todos los modos habría sido humillado, expuesto a la vergüenza pública como penitencia y después confinado en un convento, como le ocurrió a Abelardo y otros Si por casualidad, por convicción firme en lo que hacía, no hubiera renegado de lo hecho, le habrían sometido a brutales y crueles torturas para forzarlo a hacerlo, y si aún persistía en sus trece, por obstinado en ese número de mala suerte, el piadoso, que también presumía de eso, Santo Oficio, lo condenaría a muerte y el verdugo, con toda seguridad, primero habría quemado en plaza pública tan nefando libro, ya puesto en el índex de los prohibidos y antes de ultimar a su autor, también en plaza pública, le habría cortado la lengua y la mano, ¿derecha o izquierda?, que tales impiedades habían sostenido y escrito Después le habría llevado a la hoguera, a ser quemado vivo para que las llamas ardientes acabaran con la existencia terrena del hereje capaz de tales impías y blasfemas ideas Esto en cuanto respecta del autor de la novela, pero, estimados lectores, no olviden y tengan muy en cuenta que todos de los que nosotros hubiéramos leído el libro de Dan Brown en esa época de fervorosa fe, así lo hubiésemos hecho por curiosidad o por no más que entretenimiento, por ese simple hecho ya tendríamos al omnipotente Santo Oficio sobre nosotros Habríamos sido sospechosos de impiedad, de herejes, de blasfemos, y como tales presos, sometidos a hábiles y sutiles interrogatorios En caso de admitir sumisos nuestra culpa, como escarmiento para los otros, habríamos sido expuestos a la vergüenza pública, al escarnio Por el contrario, en caso de no admitir, de negar toda culpa y nos aferráramos en declararnos inocentes de toda aviesa intención en la lectura de El Código Da Vinci, muy posiblemente también habríamos sido sometidos a despiadadas torturas y condenados a que nuestra empecatada existencia terrena terminara por ser convertida en humo y ceniza por la acción de las abrasadoras llamas Coincidirán con un servidor que, gracias al ejercicio de la ciencia y a sus progresos, que esos horrores no ocurran ya tan fácilmente Bueno, al menos en la tribu conocida con el nombre de Cultura Occidental y Cristiana y el espacio que ocupa, lo que ya es algo ¿O no? Para terminar: como lo expuesto no es ninguna fantasía y si una muy segura realidad de lo que le habría ocurrido a nuestro presente en ese pasado de fe dogmática y fanatismo, es por lo que considero que tenía y tengo razón al decir: ¡alegrémonos! Y creer, para bien y para mal, emblema de nuestro tiempo a la novela El Código Da Vinci y a la película basada en la misma Para bien, porque muestra que puede venerarse y existir ese hecho en nuestra gran aldea, en la tribu Occidental y Cristiana y el barrio que ocupa en la misma, para mal, el que desgraciadamente no puede darse ese mismo hecho por y con las creencias de otras tribus de otros barrios Espero haberme dado a entender Respetables y respetados lectores, con el deseo de que no me tomen por un arrogante egotista, servidor de ustedes EL CÓDIGO DA VINCI

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