Teléfono indiscreto

lunes, 19 de junio de 2006 · 01:00
México, D F, 19 de junio (apro)- Estimados lectores: involuntariamente he sido testigo de lo peligroso que puede ser estar informado, lo violenta que puede ser la política y que muchas cosas pueden no ser como parecen, ¡y todo debido a un teléfono! Han de saber ustedes que el teléfono de mi departamento es uno de esos vetustos, macizos y grisáceos aparatos accionados por un simple disco numerado del 1 al 0, de pesada bocina, que da aviso de las llamadas con un estridente y monótono timbre y que, por añadidura, sufre cruce delineas, por lo cual, cuando hablo, tengo de fondo el programa de alguna estación de radio, musical o hablado o el de otras conversaciones telefónicas Resulta que, en días pasados, en el estacionamiento del edificio donde tengo mi departamento, coincidí con una vecina con la que apenas cruzo palabra, no porque el servidor sea tímido, sino porque ella, al menos conmigo, tiene una actitud de: "¡ni lo intente, que ya estoy emparejada y muy bien!" Me he fijado en ella por ser de buen ver y tiene unos bonitos ojos verdes, por lo que me extrañó que llevara unos grandes lentes obscuros Raro, porque siempre los presume Aunque ni la vi bien, por no pecar de impertinente, me pareció que los llevaba para disimular un moretón en el ojo derecho, suposición que confirmó unas palabras que cruzó con otra vecina con la que se lleva de abrazo y beso Fingiéndome ocupado en mi carro, puede enterarme que se había golpeado con la esquina de la mesa al agacharse para impedir que se estrellara contra el suelo un vaso ¡Pobrecita! Más tarde, ese mismo día, levanté la bocina de mi teléfono, comprobé que había línea y marque el número de un amigo Mientras esperaba a que respondiera a mi llamada, tenía de fondo la conversación entre un hombre y una mujer, tan curiosa que con vergüenza tengo que confesar que continué escuchándola cuando dejé el recado en la contestadora del teléfono de mi amigo Por las insólitas coincidencias de la citada conversación y las enseñanzas que pueden derivarse de la misma, me tomo la libertad de transcribirla con toda la fidelidad que es capaz mi memoria Aquí la tienen: Mujer- (lacrimosa) ¡Si, sí, el muy? me pegó, me pegó! Hombre- (furioso) ¡Ah, que cab?! (con alarma) ¿No lo habrá hecho porque sabe algo? M- (Tranquilizándolo, mimosa) No, mi amor Descuida Ni idea tiene, no sospecha de lo de nosotros H- (Sorprendido) ¿Por qué lo hizo? M- Porque nos pusimos hablar de política Y ya sabes que a mí eso de que la globalidad es democrática, incluyente y está por la libertad no me lo trago y le dije? H- (Como reclamándole) ¡Como se te ocurrió! Con lo partidario furibundo y defensor acérrimo que es de la globalidad (Con envidia) ¡Y buen dinero le deja el escribir y dar conferencias a favor de la misma! ¿Qué le dijiste que lo enfureció al punto de ponerte la mano encima? M- (En ingenua) ¡Ay, nada! Bueno, lo que he leído en libros, periódicos y revistas o lo que he escuchado en radio y televisión, de que si en la globalidad, como escribió un tal Bunge, lo único que tiene libertad para atravesar las fronteras es el capital, principalmente el financiero, las malas costumbres gringas y los gérmenes patógenos, mientras se destruyen las industrias domésticas y los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres, con eso del crecimiento de la desigualdad de ingresos Que la globalidad, con su amenaza de homogeneizar, de hacer que todos seamos iguales en pensamiento, palabra y obra puede convertirnos en idiotas, pues no toma en cuenta el sabio dicho de que, donde todos piensan igual, se piensa poco O lo que ha dicho por estos días un latinoamericano, cuyo nombre no recuerdo, que la globalidad, con toda su retórica democrática y promesas de cambio, de sus promesas de oportunidad para todos, ha sido y es, al menos hasta hoy, de cambiar que los hijos de los pobres coman peor que los perros de los ricos y? H- (Un tanto hastiado) ¡Uta! Conociéndolo como lo conozco, con eso que le dijiste no me extraña que se enfureciera y te pegara Mira, amorcito, tengo un pendiente, nos vemos mañana ¿Te parece? M- ¡Ay, no! Yo te aviso Estoy hasta de que todos me miren y tener que mentir a los conocidos diciéndoles que el moretón del ojo me lo hice con la esquina de la mesa, al agacharme para evitar que un vaso se estrellara en el piso? Esta fue en esencia la conversación que me llegó por el teléfono Que conste: no les informo de la misma por ser un vulgar chismoso, sino, como les dije al inicio de la presente, por considerar que se pueden sacar provechosas enseñanzas de la misma, entre otras, de que puede ser peligrosa la lectura; peligroso tener información y darla a conocer, difundirla; que la política puede ser violenta y que muchas cosas pueden no ser lo que parecen Siempre a su servicio, su sincero servidor Pato Chamoy

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