Otra más del diablo

lunes, 10 de julio de 2006 · 01:00
México, D F, 10 de julio (apro)- Lectores de todo mi aprecio: siguiendo con mi papel de abogado del Diablo, a continuación ofrezco a su buen juicio otra de las infernales misivas contenidas en el negro portafolio del que el destino me hizo dueño y heredero como ya les di cuenta en anterior a este mismo buzón Ahí les va: --"¡Señor, señor, no abogues, no los protejas, pues en verdad no merecen tus desvelos! ni los míos tampoco, por supuesto Más bien lloremos por ellos y déjalos abandonados a su suerte, pues los dos tenemos sobrados motivos para hacerlo y darnos mutuamente el pésame a causa del pensar, decir y actuar de la humana criatura "Recordemos hechos que justifican mi aseveración "Tú, Señor, en tu infinita bondad, para evitar que actuaran a lo loco y así cayeran fácilmente en el error, les proporcionaste el libre albedrío, o sea la potestad de obrar por reflexión y lección y así pudieran acercarse más y mejor a la realidad, a la verdad, con lo cual evitarían el pecado y los castigos que merece el mismo "Por mi parte, Tú lo sabes bien, Señor, les hice comer del fruto prohibido del árbol del bien y del mal, y gracias a ello la humana criatura adquirió la facultad de saber qué diferencia lo bueno de lo malo, qué acciones lo fomentan y cuáles evitan el mal e incluso lo combaten "Pregunto: ¿de qué les ha servido nuestra generosidad? "Aparte de tu suprema sabiduría, en lo personal considero que el darles a tan fatuas y maliciosas criaturas esas esplendorosas facultades ?el libre albedrío y el conocimiento del bien y el mal? fue excesivo, ya que les dimos una muy clara e ineludible línea de conducta y responsabilidad, a una criatura de tan caprichosa, ególatra y taimada naturaleza como es el hombre Bien, dotado tan generosamente por nosotros con tales primordiales y valiosas facultades, la humana criatura bien ha podido y puede abstenerse del mal y practicar el bien, ¿y qué ha hecho y sigue haciendo? Pues pudiendo obrar de una manera o de otra, o de no obrar para beneficiar o no perjudicar al bien, por lo general obra en su propio beneficio sin que le preocupe mayormente el mal que su obra puede causar a otros, a los que tu ley, Señor, pide considerar como a sus hermanos "En verdad que sería cosa de risa, si no fuera como para llorar, el ver cómo tu vil criatura ha echado y echa mano a toda estratagema para encontrar coartadas que lo liberen del pecado de obrar mal Veamos algunas: lo achacó a la ignorancia con Sócrates; con Platón con eso de las ideas madres y su imperfecto reflejo en la realidad, lo atribuyó a la imposibilidad de no ser Con el cristianismo, durante toda la Edad Media, se preguntó que cómo era posible que siendo un Dios omnipotente e infinitamente bondadoso el creador del mundo, fuera posible que existiera el mal en el mismo El problema se zanjó haciendo responsable del mal al libre albedrío del hombre, pero como eso equivalía a tener que caminar por la dura senda de la responsabilidad, se cansó, y ya para el Renacimiento había tramado que era inadecuada la interpretación antropomórfica de la realidad Entonces Campanella dijo que la consideración filosófica de la unidad del todo, excluía la existencia del mal; Spinoza, por su parte, opinó que el mal era una noción mental sin existencia en la realidad; Leibniz aceptó la existencia del mal, pero creyó y afirmó que era útil al orden y el bien del mundo considerado como un todo Para Nietzsche no era más que una invención de los débiles "Por esos caminos se llegó a la posmodernidad en la que, ¡oh, maravillosa!, tras profundas reflexiones y sesudos análisis se ha conformado lo que por siglos venía diciendo la sabiduría popular: "Que nada es verdad ni mentira, que todo es según el color del cristal con que se mira"; el que "cada cual cuenta la feria según le va", con lo que no pocos, sobre todo los más fuertes o los más organizados, tienen elementos suficientes para eludir responsabilidades e incluso justificar sus acciones más egoístas "Por lo expuesto, vuelvo a suplicarte: ¡Señor, no protejas a tus patéticas criaturas! No lo merecen Ya que les diste el libre albedrío, deja que tengan el destino a los que les lleve su pensamiento, palabra y obra" Y así termina esta carta del Diablo, misma que he ofrecido a su buen juicio no con el afán de condicionarlo, sino por considerarla digna de que ustedes, mis estimados, la conozcan y reflexionen sobre la misma Que Dios sea con ustedes y hasta la próxima EL ABOGADO DEL DIABLO

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