Miradas, 77 textos en prosa de Juan Gelman

lunes, 21 de agosto de 2006 · 01:00
México, D F, 21 de agosto (apro)- De mirada tierna y charla afable, el poeta argentino Juan Gelman (Buenos Aires, 1930) pareciera no ser un tenaz luchador social que, en 1967, sufrió y debió huir a Europa, perseguido por la dictadura militar de su país, debido a que formaba parte del Consejo Supremo del Grupo Guerrillero "Los Montoneros" Gelman radica en nuestro país, su segunda patria, donde ha recibido reconocimientos a su limpia labor poética (hace un lustro, el Instituto de Cultura Zacatecano "Ramón López Velarde" lo distinguió en Jerez, y Modesto López en Ediciones Pentagrama le grabó un disco con él leyendo algunos de sus mejores versos) Pero su patria no olvidará nunca cuando la Secretaría de Cultura lo invitó a Buenos Aires para otorgarle el Premio Nacional de Poesía 1994-1997, y Gelman lanzó un discurso explosivo y crítico al gobierno provocando un escándalo mayúsculo Su excusa a la directora de Cultura argentina fue lacónica: "No quisiera que lo `tomés` personal, pues no es así" El también periodista ha publicado, entre otros libros: Los poemas de Sydney West (1969); Salarios del impío (1982); Anunciaciones (1985); Tantear la noche (2000); Valer la pena (2001), y País que fue será (2004) Recibió en 2000 el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe "Juan Rulfo"; en 2005, el Premio Pablo Neruda, y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana Ahora, Biblioteca Era acaba de editar la primera edición de relatos y críticas de Gelman para la serie "Poetas, escritores y artistas", 241 páginas con 77 narraciones y análisis originalmente aparecidos en las páginas de un diario porteño Leemos en la contraportada de éste volumen, intitulado Miradas de Juan Gelman: "Las 77 crónicas que Juan Gelman recoge en este libro se distinguen por al mirada inconforme y puntual, irreverente y erudita que las alimenta --esa misma que ha hecho de su autor uno de los poetas más singulares y universales de la lengua-- A distancia de los estereotipos que suelen gobernar nuestros acercamientos al arte y la cultura, Gelman explora en estas páginas las soterradas contingencias que están en el origen de ciertas obras y que, por caminos a menudo misteriosos, han orientado su recepción entre el público y, en ocasiones, el destino de su creador "?Curioso impertinente?, el autor de Dibaxu husmea en esos pormenores que un crítico al uso dejaría de lado, lo que para un observador heterodoxo resulta definitorio: Virginia Wolf, durante sus raptos de locura, oye a los pájaros cantar en griego; Rothko, a quien los críticos consideraron apenas ?un exquisito pintor decorativo?, se va del mundo como un desesperado al cortarse las venas de ambos brazos Poco antes de morir, Platonov, el gran narrador ruso, trabaja como barrendero del Instituto de Moscú Nietzsche, apasionado de las dietas más austeras, se regala una pródiga cena un día antes de caer abatido por el colapso que lo dejó mudo los últimos 11 años de su vida "En una prosa veloz y deleitable, Gelman recrea las noticias más recónditas y concluyentes en torno a todas esas escrituras (el cine, la ciencia, las artes plásticas, la literatura, la política, la música, la guerra, el teatro, la poesía) que han modelado su imaginario personal --y el toda una época" Para nuestros lectores, hemos elegido Arder de ausencia (Safo), texto delicioso sobre la ancestral poeta griega Safo de este libro apasionante, todo un regalo de nuestro querido amigo Juanito Gelman (selección y transcripción por Guadalupe Cerrillo y Roberto Ponce) * * * Arder de ausencia (Safo) "¿Qué han hecho ustedes de mis poemas?", Jeannette Winterson hace decir a Safo en Arte y mentiras Safo también podría preguntar qué han hecho de su persona La gran poeta del siglo V antes de Cristo y ya moderna se atrevió a hablar del amor y la pasión entre mujeres y su obra contradice la visión de Foucault de la cultura griega clásica, como "un simposio austero, filosófico, platónico y pederasta" Es cierto que esa obra resulta excepcional --en más de un sentido-- porque expresa una sexualidad femenina activa, a diferencia de la figura de la mujer como objeto pasivo del deseo, entonces --y no sólo-- en boga No es menos cierto que en sus poemas Safo altera las pautas culturales dominantes en materia de sexualidad y de género; es decir, la heterosexualidad y/o esa relación homosexual entre adultos y efebos que Platón reveló sin sobresaltos y que, en realidad, giraba en torno a las cuestiones de poder y de control masculinos en la antigua Grecia Los versos de Safo cuestionan esa sociedad jerarquizada, tal vez sin proponérselo En cualquier caso, sus contemporáneos hombres no se dieron por aludidos y la bautizaron "la musa de la voz de miel" El tiempo ha ido convirtiendo a Safo en lo que cada época histórica necesitaba Cierta moral del siglo III de nuestra era la dividió en dos Safos: una poeta y casta; la otra, una suerte de madama que regenteaba a jóvenes lesbias en el que dicen es el oficio más viejo del mundo Esa moral no podía reunir en una sola persona la autoría de versos resplandecientes y una práctica sexual consideraba aberrante En el XIX incluso no faltaron quienes se ocupaban de "reivindicar" la pureza moral de Safo como una maestra que enseñaba música, canto, danza y poesía a sus alumnas Varios filósofos alemanes se empeñaron en producir una Safo inmaculada para no lastimar el ideal helénico que debía modelar la cultura de su nación El XX la ha vuelto un icono del feminismo moderno Abundan ahora las interpretaciones variopintas Margaret Williamson sugiere que el discurso del deseo es en Safo distinto que en un poeta como Anacreonte --aunque la diferencia, si existe, quizá no se deba al género, sino a la subjetividad de cada quien--, y Marylin Skinner propone que tal discurso es "notablemente no fálico" Ambas se abstienen de tomar en cuenta la línea en que la poeta griega aparentemente se refiere al uso de un consolador Claude Calame especula que el círculo femenino de Safo "consagraba los lazos homoeróticos entre amante y amada mediante una iniciación sexual adecuada para adolescentes, a fin de enseñar a las muchachas los valores de la heterosexualidad adulta El carácter transitorio e inestable de estos vínculos puede provocar en una persona con inclinaciones homosexuales estados de ansiedad y depresión como los que pueden probablemente rastrearse en casi todos los poemas de Safo" Como las sociológicas, ese tipo de explicaciones no explica nada Por ejemplo, la belleza de estos versos: "? yo te buscaba y llegaste/y has refrescado mi alma que ardía de ausencia" Y quién sabe cuántas ausencias en esa ausencia caben Es imposible reconstruir a fondo la cultura de la Lesbos arcaica donde Safo nació De su obra nos han llegado únicamente fragmentos --unos 200 versos-- y sólo dos poemas completos conservados en derruidos pergaminos y citas de eruditos de la Alta Edad Media, y no se conoce cómo se difundía entre sus coetáneos Williamson aventura, con verosimilitud, que Safo cantaría sus versos en bodas y rituales religiosos y quizás en reuniones privadas del medio aristocrático al que pertenecía Componía en el dialecto eólico de Lesbos y no en lenguaje culto, pero el gran poeta latino Catulo la llamó "docta" Habló de mores, celos y odios entre mujeres, y no desde la mujer confinada en la domesticidad Así contravino los códices de la época, pero nuevamente, eso no aclara el porqué del esplendor de esta estrofa: "?fresca suena el agua entre las ramas jóvenes/ y las rosas dan sombra al lugar/ y un sueño profundo de sus pétalos/ que tiemblan, baja" Desde Safo se han escrito millones de poemas de amor, pero no muchos alcanzan la pasión, la intensidad y la frescura de este apenas fragmento: "Me parece igual a los dioses ese/ hombre que ahora, sentado frente a ti,/ tu dulce voz a tu lado escucha/ mientras le hablas/ y tu amable risa; eso, te juro, / me hizo saltar el alma dentro del pecho:/ te miro y mis palabras/ ya no salen,/ tengo la lengua rota y, suave, /un fuego me recorre la piel, / por mis ojos nada veo y oigo/ nada más que un zumbido, /destilo un sudor frío y un temblor/ me apresa entera, estoy/ amarilla como paja y siento cercana/ mi muerte" O de este otro: "Amor me ha agitado los sentidos/ como el viento que se arroja a los pinos del bosque O: Las Pléyades ya se hundieron/ y la luna La noche/ pasa, la hora pasa/ y voy a acostarme sola" O de este verso, el único que se conserva de uno de sus poemas: "Pero pienso que alguien aún me recordará" Tuvo razón (Juan Gelman, 16 de enero de 2000)

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