Alrededor de la tortilla

lunes, 5 de febrero de 2007 · 01:00
México, D F, 5 de febrero (apro)- Lectores de mi consideración: lo siento, pero no puedo menos que celebrar el alza del precio de la tortilla No se me enojen, no me mal interpreten Me regocija ese hecho, porque refuerza, para mal de nuestra especie, la esencia de mi vieja y hoy tan olvidada teoría: la de la fisiocracia También me alegra porque es un buen pretexto y me da la oportunidad, para bien de ustedes, espero, de recordársela (la fisiocracia) con las enmiendas y rectificaciones que el tiempo le ha ido imponiendo, pues como bien se sabe, el mismo da sabiduría incluso al diablo y el cambiar es de sabios, como dicen Hecha esta observación, paso a darles, de manera sumaria, una reseña de mi vieja y renovada visión del mundo, de su mundo Teniendo en cuenta, como ya se decía en mis tiempos, que el hombre es una especie de máquina; de que toda máquina necesita combustible para su funcionamiento, para que le dé energía para hacer determinadas labores, y no ignorando que el combustible de la máquina humana es el alimento, pensé y sigo pensando que el principal factor de satisfactores para el hombre es la tierra, pues únicamente sus productos son capaces de alimentar, de nutrir y sostener e incluso conformar su existencia y personalidad ¡Ah!, que verdad encierran los refranes que dicen: "de la panza sale la danza" y el de "barriga llena corazón contento", ¿o qué, pueden negarlos? Y no hay que olvidar y tener siempre presente que cereales como el trigo, el arroz y el maíz han sido factores de creación de diferentes culturas Recordemos al respecto lo que fue el trigo para la denominada civilización occidental, el arroz para las culturas asiáticas y el maíz para la de los mayas, aztecas e incas, en América Y una mala alimentación, el hambre, ¿no es causa del abatimiento e incluso de posible degeneración tanto del individuo como de los pueblos? ¿Entonces? Conforme con lo expuesto hasta aquí, para mi teoría solo hay un factor que puede suministrar bienes consumibles: el cultivo de los productos de la tierra Los otros medios, la industria y el comercio son, todo lo más transformadores de los mismos De acuerdo con este principio, considero que hay dos clases de individuos: a) los de la clase productora, los que trabajan la tierra De inicio, únicamente estimo que pertenecía a la misma el agricultor, hoy juzgo que hay que integrar a los ganaderos, silvicultores, pescadores, acuaculturistas, a todo ecologista en general La otra clase, la b) pertenecen todos los individuos que se dedican a la industria o a las actividades del comercio, y la denominé clase estéril, por que no crea verdadera riqueza Esto enfrentó a mi teoría con la doctrina con la doctrina mercantilista, según la cual la riqueza de las naciones dependía del comercio Hoy, con experiencia más que centenaria, me doy cuenta que me equivoqué al decir que la industria y el comercio, que la gente que trabaja y vive del mismo eran estériles Debí de calificarlos de pirañas Ciertamente, no lo son todos, pero si muchos de los que integran los grupos de poder, de presión, de control de los medios de producción y del mercado, sean nacionales o extranjeros Hace años, más de dos centurias, el mercantilismo arrinconó a mi teoría Hoy siento un regocijo amargo al ver y comprobar que esa clase estéril, en la práctica, sí se comporta como clase piraña, que no pocos de sus integrantes, los más poderosos por lo general y cuyos nombres y rostros suelen ocultarse tras importantes asociaciones anónimas, son los causantes del paulatino deterioro y hasta del envenenamiento de la tierra, del agua y del aire, de la deforestación y de la consecuente desertización del planeta? del alza de la tortilla, de otros artículos básicos Permítanme que me ría, amargamente por supuesto, d3 la doctrina mercantilista que afirma que en el mercado está regido por una sabia mano invisible que todo lo regula y equilibra, cuando en realidad hay en el mismo manos negras y peludas que no dudan en hacer uso del acaparamiento, de la especulación, del dumping e incluso de la injusta y brutal guerra para satisfacer sus muy particulares afanes de lucro Ustedes, estimados lectores, tienen la palabra Ustedes dirán si estoy equivocado o no, si miento o la verdad me asiste Con el deseo de que la presente, cualquiera que sea su juicio sobre la misma, les sirva para que tengan una mejor vida, de ustedes hasta la muerte FRANCOIS QUESNAY

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