Hamletiana

lunes, 16 de julio de 2007 · 01:00
México, D F, 16 de julio (apro)- Por desorientados, desconcertados vivientes: ¿ser o hacerse? He ahí su problema ¿Qué es más conveniente para sus vidas: dejar, por ignorancia, indiferencia o miedo, que la democracia que dicen vivir quede reducida por esas pulsiones al formalismo del nombre, en el simple formalismo de votar o no votar, en una suma o resta de votos por éste o aquel político, delegando así el poder de cada uno de ustedes en fulano o perengano sin saber a ciencia cierta el uso que hará del mismo, o no les valdría más, sacudiendo su ignorancia, indiferencia y miedo, sin temor a resultados resueltamente rechazar que ese poder delegado por ustedes en los político equis o zetas, por incompetencia, estupidez o malicia de los mismos, se convierta en bumerán y arremeta contra ustedes, contra sus intereses, y hacer que ese poder delegado en verdad trabaje en favor y por el bien de sus cuerpos y almas, de sus intereses tanto físicos como espirituales? Piensen y tengan en cuenta que esa tal resolución en la mayoría de ustedes, la de sacudirse la ignorancia, la apatía o la pusilanimidad, puede muy bien poner fin al pesar que les produce la incompetencia o la mala voluntad de los menos en que delegaron su poder de cada uno de ustedes, que son los más ¡Esa si que sería una decisión verdaderamente provechosa para la mayoría de ustedes! ¡Actuar, sí!, pero, repito, sacudiéndose la ignorancia, la indiferencia o el miedo, enemigos de la voluntad, esas zancadillas para las buenas y rectas decisiones que, forzoso es lo reconozcan, hace, en la democracia formal, que la fuerza de los menos, pero mejor organizados, se oponga, subordine, discrimine y, en ocasiones, incluso reprima a la fuerza del número, a los más cuando no están organizados ¿por falta de criterio, desidia o temor? He aquí uno de los hechos que da existencia y consistencia tan larga al infortunio de tantos de ustedes Ese aguantar por parte de la mayoría de ustedes los desaires e incluso ultrajes sociales la injuria del opresor, la afrenta del soberbio, la tardanza de la justicia, las insolencias del poder y las vejaciones que el paciente mérito recibe del hombre indigno, ¿a qué se debe? ¡Ah! Perdonen el atrevimiento, pero un servidor piensa que la causa de su aguante está en el mal entendimiento que tienen de la palabra democracia, sea por ignorancia de lo que la misma representa y es en esencia, de los alcances que, para el bien de ustedes, puede tener; sea por apatía, por desidia e incluso flojera para cumplir con los actos y acciones que la ponen y mantienen en marcha o bien por temor a asumir la responsabilidad y sufrir las consecuencias que les puede acarrear el obrar para conseguir que la misma, en verdad, sea medio por el cual puedan resolver sus deseos y necesidades ¡Mas tengan presente y no olviden que no prestarle palabras, oídos y obras a lo que es y representa la democracia, hace más sórdida y miserable sus vidas! ¡Pero ánimo, arriba corazones! Consideren que en sus manos está el poner remedio para que no tengan que soportar las duras cargas de la subordinación, de la marginación, de la pobreza, de gemir, de sudar bajo el peso de una vida afanosa ¿Más que estoy escribiendo? ¡Ay de mí! En el acaloramiento por convencerles a que actúan y así ser dueños de sus vidas, ¿acaso no he olvidado algo importante? ¡Sí! ¡Qué la democracia misma también puede tener parte, y no pequeña, en el deterioro y desprestigio que está sufriendo en la actualidad! ¿Cómo? ¡Sí! Si se medita el hecho, bien puedo considerar que se puede confirmar que se ha producido porque la democracia es una utopía tan atractiva para ustedes, los vivientes, los hombres de hoy, que es difícil que la rechacen y también que la destruyan ¿O tal vez es una realidad demasiado peligrosa para el egoísmo de cada uno de ustedes, y por lo tanto difícil, cuando no imposible, que la toleren? ¡Eso explicaría la apatía, la indiferencia de tantos de ustedes por llevarla a los hechos, de sus miedos a la misma de otros y la malicia para poder manipularla de otros más! ¿Así es? ¿O no es así? ¡He ahí el problema que ustedes, los que viven en democracia, tienen que resolver con sus pensamientos, palabras y obras! Con el sincero afecto del príncipe de Dinamarca Hamlet

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