Tijuana, imperio de la muerte

domingo, 5 de octubre de 2008 · 01:00
En una explosión de horror, en sólo cinco días hubo en Tijuana 55 ejecuciones Agentes de la procuraduría de Baja California sólo atinan a explicar que se trata de una guerra entre el heredero del cártel de los Arellano Félix, conocido como El Ingeniero, y Teodoro García Simental, quien se escindió de ese grupo y ahora lo enfrenta, apoyado por una célula del cártel de Sinaloa Ante una guerra sin el menor signo de compasión, las autoridades municipales, estatales y federales exhiben su falta de coordinación La crueldad de la delincuencia organizada y la inoperancia de las policías se ven reflejadas en este reportaje que el semanario Proceso reproduce en su edición de esta semana y del cual procesocommx publica un extracto TIJUANA, BC- Los gobiernos municipal, estatal y federal son testigos de la encarnizada guerra que protagonizan el cártel de los hermanos Arellano Félix y Teodoro García Simental El Teo, quien hasta hace poco era uno de los más prominentes miembros de esa organización criminal En esta lucha, que tiene como escenario esta ciudad fronteriza, Fernando Sánchez Arellano, El Ingeniero, quien heredó de sus tíos Benjamín, Ramón y Francisco Javier Arellano Félix la estructura del cártel, se lanzó contra El Teo, quien a su vez cuenta con el respaldo de una célula del cártel de Sinaloa Y a pesar de que en sólo cinco días fueron ejecutadas 55 personas, incluidos los ocho cuerpos localizados el viernes 3, ni el presidente Felipe Calderón, ni el gobernador José Guadalupe Osuna Millán, ni el alcalde de Tijuana, Jorge Ramos Hernández, han desplegado ningún plan de acción para garantizar la seguridad de los tijuanenses y capturar a los sicarios de uno y otro bando; la PGR y la Procuraduría de Justicia del estado tampoco saben cómo actuar en este escenario que, a decir de los lugareños, "cada día se pone más feo" Y esta descoordinación es aprovechada por los sicarios de El Ingeniero y de sus rivales del cártel de Sinaloa que han sembrado el terror en las calles de Tijuana, convertidas ahora en tiradero de cadáveres

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