"El florido pensil"
MÉXICO, D F, 3 de diciembre (apro)- Como parte de la Plataforma Vasca que se integró a la 3ª Muestra de Artes Escénicas de la Ciudad de México, en el Teatro de la Ciudad se presentó El florido pensil (Memoria de la escuela nacional católica), texto de Juan José Porto, basado en la obra homónima de Andrés Sopeña Monsalve, bajo la dirección de Fernando Bernués y Mireia Gabilondo
Más allá de sus contenidos históricos e ideológicos, El florido pensil es un divertimento que narra las aventuras de un grupo de muchachos sometidos a la absurda e ilógica brutalidad del sistema educativo de la España franquista de la postguerra
Más que la educación, la obra muestra con un gran sentido del humor el adoctrinamiento al que eran sometidos los jóvenes estudiantes, en circunstancias aparentemente alejadas de la realidad mexicana pero que tienen que ver mucho con nuestra propia formación y herencia cultural proveniente de la "madre patria"
Las acciones se desarrollan en España, entre las décadas de los 40 y los 60, tomando como base el libro donde Andrés Sopeña narra su infancia y cómo era su quehacer diario en la escuela y en el pueblo Con un extraordinario manejo de la ironía, Sopeña adulto (personaje protagónico de la obra) evoca desde el presente sus recuerdos infantiles: la escuela, los mensajes radiofónicos de la época, los tebeos de Roberto Alcazar, el cine de los jueves con Franco inaugurando pantanos y "Yon Güein" persiguiendo y matando indios
A través de esa mirada infantil, los integrantes de la compañía vasca Teatroa Tanttaka muestran en escena una manera de entender el mundo, la sociedad y una España "de glorias florido pensil", tal y como se cantaba en el himno nacional español de aquellos años
"Quienes recordamos episodios de nuestra infancia en la escuela franquista --dice Juan A Ríos, quien también dirigiera esta obra--, sentimos escalofrío cuando pensamos en aquellos tiempos Andrés Sopeña no nos propone un ejercicio de nostalgia bobalicona al modo de algunos programas televisivos, sino una forma lúdica de ejercer la siempre necesaria memoria histórica
"Mediante la misma comprendemos el absurdo de un sistema educativo autoritario, absurdo incrementado por el paso del tiempo, pero que durante 40 años fue un dogma impuesto por la fuerza y padecido por quienes sentimos alivio al recordar con humor aquello que a tantos amargó Para los más jóvenes sólo cabe decir que nada es inventado y que lo insólito o absurdo en realidad se padeció sin tanto sentido del humor"
La escenografía (una escuela española de los años 50) es de Fernando Bernués, la iluminación de Xabier Lozano, el vestuario de Pepi Soroiz, con las actuaciones de Enrique Díaz de Rada, Zorion Eguileor, Ricardo Moya, Julio Perugorría y José Ramón Soroiz