"Juárez, el rostro de piedra", de Eduardo Antonio Parra

jueves, 4 de diciembre de 2008 · 01:00
MÉXICO D F, 3 de diciembre (apro)- El Benito Juárez que aborda Eduardo Antonio Parra en su más reciente novela, publicada por Grijalbo-Random House Mondadori, "es el patriota que luchó contra Antonio López de Santa Anna, el mandatario triunfante que recuerda sus días de reclusión en el castillo de San Juan de Ulúa y el estratega político que derrotó a Marimón durante la Guerra de Reforma y, unos años después, a Maximiliano de Habsburgo y la intervención de Napoleón III en México, siempre con el apoyo de su esposa Margarita Maza y los liberales de su tiempo, acaso los hombres más brillantes que han existido en el país Pero también es el hombre enamorado de su propio mito, que no tiene intenciones de abandonar el poder y cada vez se encuentra más solo ante una legión de adversarios que jamás descansa" Parra, originario de León, Guanajuato (1965), su Juárez, rostro de piedra culmina una trayectoria literaria que integra libros de relatos como Los límites de la noche (1996), Tierra de nadie (1999), Nadie los vio salir (2001) y Parábolas del silencio (2006) Cuenta con otra novela, Nostalgia de la sombra (2002), y en el 2000 obtuvo el prestigiado Premio de Cuento Juan Rulfo que otorga Radio-France International Compuesta por 19 capítulos, la novela sobre el Benemérito arranca con "Paseos Nocturnos (Palacio Nacional, 1871)", del cual tomamos el inicio: "Un vibrar intenso, incisivo: el batir de las alas de una mosca que se estrella y se vuelve a estrellar contra el vidrio de un espejo al confundirlo con una ruta de huida O el galope de cientos de caballos durante el fragor de una batalla O el murmullo de la muchedumbre abarrotando las calles y plazas de la ciudad, de todas las ciudades de la nación: gargantas que gritan y exigen, que ofrecen apoyo incondicional, dan aliento, aclaman, que hablan suavecito para convencer, que se pronuncias contra el supremo gobierno con un plan revolucionario o apoyan sus iniciativas con las armas en la mano, que declaran la guerra en otras lenguas para mutilar el territorio nacional, que corean vivas o mueras según las conveniencias del momento: un zumbido sordo Y estampas descosidas, sin orden ni secuencia: cuadros teñidos de sangre, rostros severos en torno a la mesa donde se deciden los destinos de la patria, titulares de prensa, muecas de angustia e incertidumbre, pero también expresiones de alegría, de esperanza, de odio y de amor Sí Las imágenes donde es posible contemplar en la mirada de los otros las máscaras que uno ha encarnado, los hombres que ha sido Eso es la memoria, piensa Juárez Eso y nada más Lo raro es que vino a descubrirlo y ahora, después de la muerte de su esposa, cuando un insomnio tenaz loa roja de la cama noche tras noche a deambular por los pasillos del palacio como si esperara encontrar entre las sombras, o en ese terco zumbido que lo acompaña, la solución a las tribulaciones de un país cuya característica más visible es que no tiene solución"

Comentarios