Obama: la discriminación
Obama: la discriminación
J Jesús Esquivel
WASHINGTON, 5 de diciembre (apro)- La nominación de Bill Richardson para el puesto de secretario de Comercio, según Barack Obama, el presidente electo de Estados Unidos, no es un premio de consolación para la comunidad hispana por no haberlo elegido para el Departamento de Estado, pese a las excelentes credenciales diplomáticas que tiene el gobernador de Nuevo México
Obama puede estar en lo cierto, tal vez no sea un premio de consolación; pero sí es un acto de favoritismo indiscriminado del presidente electo entre un hispano muy calificado y una mujer muy popular y reconocida en todo el mundo por su apellido de casada: Hillary Rodham Clinton, su candidata para ser secretaria de Estado
A Richardson, el funcionario público de origen hispano más reconocido y respetado en Estados Unidos, no le sirvió de nada traicionar la amistad y lealtad que tenía con el expresidente Bill Clinton, al no apoyar la candidatura presidencial de Hillary por respaldar a Obama, quien resultó no sólo el ganador de la nominación presidencial del Partido Demócrata, sino de la Presidencia de Estados Unidos
Era obvio que Richardson quería y que se veía en el puesto de secretario de Estado en la presidencia de Obama, pero de nada le sirvió su intachable y probado currículo en política exterior ante la popularidad de la exprimera dama y el peso político que en ella ejerce el hecho de estar casada con el expresidente mas popular entre la población estadunidense y la comunidad internacional
A Clinton, todavía senadora por el estado de Nueva York, se le achaca una larga y minuciosa experiencia en asuntos de política exterior que, objetivamente, no ensombrece a la de Richardson
Exembajador ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), exsecretario de Energía, 14 anos legislador federal por el estado de Nuevo México (integrante del Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes) y en más de una decena de veces enviado especial de Estados Unidos para negociaciones especiales con Irak, Irán, Corea del Norte y Sudán
Además, por iniciativa propia utilizó sus oficios diplomáticos para negociar personalmente con Fidel Castro, Saddam Hussein, y en 1998 logro la liberación de 3 trabajadores de la Cruz Roja Internacional que tenían varias semanas como rehenes del gobierno de Sudán
Estos son sólo algunos aspectos del historial como funcionario público que respaldaban la legítima aspiración de Richardson para encabezar al Departamento de Estado en la presidencia de Obama
Hillary, por su parte, tiene en su haber el privilegio de que durante los 8 años de la presidencia de marido viajó a más de 80 países, pero en el papel de primera dama
Para Obama, quien en lo personal no ha salido mucho del territorio estadunidense en su etapa adulta, ni como legislador estatal de Illinois ni como senador federal por el mismo estado, es más impresionante e importante el papel de viajera constante de Hillary que las probadas y efectivas credenciales de Richardson en la diplomacia internacional y en el diseño de los temas de política exterior desde el Capitolio en Washington
El presidente electo promete e insiste en que quiere cambiarle el rostro a la diplomacia estadunidense y reintegrar a su país como un miembro activo y plural en la comunidad internacional
Para un reto de esta envergadura y frente la realidad de que del presidente George W Bush, Obama hereda un país con reputación mundial desprestigiada y con la imagen de arrogante e imperialista
Frente a todo esto, la opción natural y lógica para el Departamento de Estado debió ser Richardson, a menos que el presidente electo tenga la esperanza y, tal vez, hasta la certeza de que quien en realidad diseñará la política exterior de su gobierno sea Bill Clinton y no Hillary