¡Qué día!

lunes, 24 de marzo de 2008 · 01:00
México, D F, 24 de marzo (apro)- ¿Ay de nosotras! Estamos atrapadas, sí, enredadas entre los sutiles hilos de la tela de araña de la ley, que dizque que nos aseguran derechos y dignidad y los de la férrea realidad, que enfrentan y en no pocas ocasiones niegan los anteriores Ante esto, digo y sostengo que poco significa el 8 de marzo, día en el que tanto se nos dora la píldora Vean por qué lo digo Estarán de acuerdo con esta servidora de ustedes de que una sociedad, la que sea, bien puede ser juzgada por los grados de igualdad, justicia, equidad en que hace vivir a las personas y grupos de las mismas que la integran ¿O no es así? Si están de acuerdo en ello, les invito a que analicen, reflexionen y digan que juicio merece una sociedad en la que la mitad de la misma es considerada como constituida por menores de edad; esto es, por seres sin razón suficiente para guiarse por si mismos y, por tanto, tiene que ser tutelada, por fuerza, por la otra mitad; una sociedad en la que esa mitad integrada por personas de segunda y tercera clase, según los que las tutelan, se les limita o de plano les son negados el derecho a decidir, a disponer de su persona, a resolver como debe usar su cuerpo incluso; qué pensar de una sociedad que diciéndose democrática y presume que sus leyes garantizan a todos que a la misma pertenecen el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de sus personas, que se preocupa y rompe lanzas por los derechos de opinión, expresión, de libertad de conciencia, de propiedad y de movimiento; qué pensar, repito, de una sociedad así y ver y comprobar que al mismo tiempo, en la práctica, no es tan celosa del derecho a la vida, en particular de la mitad de sus integrantes considerados menores de edad; confirmar, digo, que esa misma sociedad, en los hechos, consiente actos y situaciones que poco afirman y menos defienden el derecho que toda persona tiene a un nivel de vida adecuado, que asegura su dignidad y condiciones básicas de subsistencia Qué calificativo merece, insisto, una sociedad que se dice y alardea de liberal e igualitaria y, al mismo tiempo, en la práctica, discrimina e incluso reprime a la mitad de las personas que la componen y que, cuando presumiendo de adelantada, generosa y equitativa, les ofrece dizque nuevas oportunidades abriéndoles las puertas del mercado laboral, lo hace con la condición con la que los tiene catalogados; esto es, como personas de segunda o tercera clase; es decir, les ofrece empleos poco o nada calificados, los empela como obreros discriminados y peor pagados, con lo que alimenta y afirma el mal reparto de la riqueza, con lo que alimenta y afirma la desigualdad social, con lo que alimenta y afirma el privilegio de unos pocos, con lo que alimenta y afirma cada vez más la concentración de la riqueza en menos manos Por si todo lo anterior no fuera suficiente, tenemos que este abrir las puertas al mercado laboral a la mitad de su población como obreros discriminados y peor pagados, sirve a los empleadores; o sea, a los privilegiados, a los que van concentrando la riqueza en sus manos, para mantener el salario de todos los obreros al más bajo nivel posible, con lo que pueden aumentar más sus beneficios, lo que les da la oportunidad de alimentar, de robustecer, de seguir manteniendo su condición de privilegio en la sociedad Y el colmo, por si algo faltara, tenemos por añadidura que en esa sociedad de Iglesia, fiel a su estructura patriarcal, misógina, también discrimina y reprime a las mismas personas que forman la mitad de la misma, cuando lo sabio y justo sería que se sirviera de ellas para, con los hechos, fomentara e hiciera posible una convivencia de igualdad, participación y comunión, de amor incluyente y liberado, como predicó Cristo Y no, no ocurre así e, incluso, no pocas veces, juzga y condena severamente a esas personas, o grupos de las mismas, cuando ejercen su legítimo derecho a decidir Por todo lo expuesto, estimados lectores y lectoras, como asenté al inicio de la presente, considero que el 8 de marzo, día que la tal sociedad nos dedica con bombo y platillo, me parece un sarcasmo, una fecha en la que coinciden, más que otras cosas, las lágrimas de cocodrilo y las risas de la hiena Bueno, eso es lo que pensé en nuestro día, ustedes, estimados lectores y lectoras, juzgarán si estoy o no en lo cierto Con todo mi amor Zoila Libertad

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