¿Ley o moralidad?

lunes, 7 de abril de 2008 · 01:00
México, D F, 7 de abril (apro)- Confusos por confundidos humanos: gracias les damos, pues por sus dudas, abstenciones y sus contradictorias decisiones han contribuido, en grado sumo, a que nos reivindiquemos a nuestros propios ojos, a que rescatemos nuestra dignidad, tan vapuleada en lo físico y en lo psicológico por ustedes, por tantos siglos Tan satisfactorio hecho ocurrió en pasada reunión a la que acudieron ilustres representantes de nuestra especie En la misma, el de Buridán expresó su estupor y su regocijo por ver que ustedes, con eso de que, por lo general, están convencidos de que no existen los absolutos y todo lo consideran relativo, estén cayendo en la duda cada vez en mayor número; duda que los inmoviliza, que los inutiliza para tomar decisiones en no pocos casos; duda que, en ese su mundo de hoy, libre, democrático y globalizador no les permite decidir y aclarar qué es lo más importante para su sociedad, si la ley o la moral Y eso lo regocija y nos regocija a todos, pues pone de relieve que él, el de Buridán, no es ejemplo tan negativo ni tan exclusivo de nuestra especie, como ustedes lo han pretendido y expuesto por siglos El general regocijo no enturbió nuestro juicio, el Flautista atinadamente nos hizo observar que no había que exagerar, que viéramos que no faltaban, y más bien sobraban, entre ustedes quienes sin mayores razones, al parecer por casualidad, según él, se pronunciaban o bien por la ley o bien por la moral y había que admitir que la mayoría se inclinaba porque la ley fuera la conformadora y regidora de la sociedad El de Sancho lo apoyó al decir que eso era lo correcto, tanto en política como en sociología; que lo correcto era, insistió, poner a la ley por delante de la moral, por supuesto, para ustedes, ya que la ley les es imprescindible para darse forma a sí mismos y a las sociedades que puedan formar Platero, tímido y manso, arrojó una bomba a la plática al sembrar la duda en la misma, al advertir que se tuviera en cuenta que la ley y la legalidad no era lo mismo que la moralidad, que recordáramos que, a la luz de los hechos, bien se puede decir: "¡Ah, legalidad, cuantas injusticias e incluso crímenes se cometen en tu nombre!" La de Balaam, que en expectante silencio había escuchado todas las anteriores razones, rompió el mismo para decir que Platero tenía razón; que a pesar de que muchos de los humanos creen que la ley establece principios morales, están en el error, ya que una legislación no es suficiente ni garantiza que una sociedad, la que sea, se vuelva moral; que incluso en una sociedad libre, democrática, apegada a la ley y regida conforme a derecho, como presume la globalidad en que viven actualmente los humanos, no faltan los casos de nepotismo, el tráfico de información privilegiada y el de influencias, el fraude fiscal y hasta el peculado, es decir, las inexactitudes conscientes, los abusos de confianza que producen o preparan el hurto, el robo al erario o bienes públicos por parte y en beneficio de servidores, de funcionarios del Estado y otras corrupciones parecidas, entre las que está la suprema: la de dejar impune, sin castigo e incluso legaliza a toda corrupción con la idea y la práctica de que una acción puede ser inmoral pero no ilegal Con estos claros razonamientos de la de Balaam, todos entendimos y nos explicamos por qué tantos de ustedes, los humanos, se sienten tan avergonzados e indignados por la baja moral en que se ven obligados a vivir, así como de la cínica arrogancia de otros más ¿Y todo por qué? ¡Por no creer en absolutos y pensar que todo es relativo! Y también por plantearse mal la pregunta, pues no es cuestión de que tengan que vivir con la ley o la moral, ya que ambas son pilares sobre los que se afirma el suelo de lo social Y tengan en cuenta y no olviden que todo servido público que no conjunta, que no hace uno con la ley y la moral, que se deja guiar por la idea de que lo que no está prohibido esta permitido y de que toda acción está permitida mientras sea legal aunque sea inmoral, es un funcionario público expuesto a la corrupción y, lo quiera o no, por su ideología, uno de los grandes corruptores de la sociedad Convencidos, por lo hasta aquí expuesto, de que sí, de que nosotros podemos ser desorientados e incluso inmovilizados por la duda, pensar que el cargado de oro lo puede todo o acertar por casualidad y creernos maestros, pero también regocijados porque lo mismo les sucede a ustedes, los humanos, terminamos nuestra reunión Sin más por el momento y deseándoles que la sensatez sea con ustedes, a nombre de la Burra de Balaam, el Asno de Buridán, el Burro Flautista, Platero, el Asno cargado de oro y Rucio se despide de ustedes EL BURRITO IGOR

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