Historia de la interminable destrucción de bibliotecas, de Lucien X. Polastron

lunes, 19 de mayo de 2008 · 01:00
México, D F, 19 de mayo (apro)- Aunque titulado Libros en llamas, el volumen de Lucien X Polastron se vuelve mortalmente atractivo con el subtítulo: Historia de la interminable destrucción de bibliotecas, porque inmediatamente se nos viene a la mente la Biblioteca de Alejandría y la memoria del poeta Omar Kayám, así como la novela Fahrenheit 451, de Aldous Huxley Pero los temas que toca el gascón Polastron abarcan algo más que destrucción de libros por llamas, como señalan los editores, es decir, el Fondo de Cultura Económica y el gobierno francés: --La era del papiro, cuando florecieron Egipto, Grecia, Roma y Constantinopla; --El Islam, tanto en medio oriente y África como Europa; --La gente del libro: el pueblo judío y la persecución bibliográfica a la que se le ha sometido; --Los reinos asiáticos del bambú, la meditación y el pincel: China, India y Japón; --El occidente cristiano, de la edad medida a la era moderna, pasando por la voraz Inquisición; --Los nuevos biblioclastas: la Alemania nazi, la Rusia estalinista, los convulsos Balcanes, entre otros; --Las tragedias en tiempos de paz, cuando la naturaleza, el mar, el robo o la muerte cercenan los acervos bibliográficos: --El desmantelamiento contemporáneo de bibliotecas; --Las opiniones o ficciones de autores célebres acerca del peligro --o necesidad-- de destruir todos los libros Hacia el final, el autor nos regala una cronología selectiva, desde 1358 con la destrucción de las bibliotecas de Tebas, hasta 2003, con la destrucción de casi todas las bibliotecas iraquíes luego de la invasión estadunidense Sería interesante que Polastron clasificara el caso de la Megablioteca mexicana que lleva cerrada más de un año, * * * A continuación se presenta la Nota del Editor al volumen: La industria editorial no suele ser tea de interés de la industria editorial Aunque cada vez hay más libros, acerca de la edición de libros siguen siendo escasos y, salvo un par de excepciones en el ámbito de lengua española, están dispersos entre los catálogos de diversos editores Libros sobre Libros pretende ofrecer a los profesionales del libro, bajo un solo sello y de manera sistemática, por un lado herramientas prácticas para la diaria ejecución de sus labores y, por otro, reflexiones sobre los alcances y limitaciones de su quehacer La idea que anima la selección y preparación de las obras es contribuir a que los agentes involucrados en el ciclo del libro lleven a cabo su trabajo de mejor manera, con mayor facilidad y generando mayores beneficios, tanto culturales como económicos Hay pasiones que no admiten explicación Acumular libros es una de ellas y, ay, destruirlos es otra, a veces más enérgica que la primera, como verá el lector al cabo de estas pocas centenas de páginas Con una especie de masoquismo erudito --en el que sin embargo reverbera la tesitura del optimista--, Lucien X Polastron explora aquí la pasión bibliocida, esa malsana tendencia a quemar, dispersar, anular, colecciones de libros a lo largo de la historia Ha sido tan frecuente el ataque a las bibliotecas en todo el mundo que el esfuerzo de este autor no resulta tan caprichoso como habríamos querido los amantes del libro: saqueos, incendios, demoliciones, terremotos, inundaciones que aniquilan textos son un turbio correlato de los grandes logros de las civilizaciones Así este repaso de la insaciable sed destructora que ha aquejado a hombres de todas las regiones y todas las épocas es un doloroso recordatorio de la fragilidad del libro, pues su "cuerpo" --sea de arcilla, papiro, pergamino, seda, papel o evanescentes bits-- es víctima fácil de quien quieres erradicar su "espíritu" Afirma Polastron que ?el libro es un doble del hombre? y por ello ?quemarlo equivale a matar? a quien le dio forma Las destrucciones de bibliotecas son, entonces, además de un perverso espectáculo momentáneo, un asesinato simbólico, que a veces alcanza la magnitud del genocidio Los bibliocastas practican, pues, una especie de magia vudú con el castigo que infligen a los volúmenes vejados: cada hoja arrojada a la pira expresa el deseo inquisitorial de asar a un autor, cada colección desbaratada supone desmembramiento vicario de quienes la reunieron Tal vez podamos los lectores contemporáneos invertir esta lógica y emplearla a nuestro favor, de manera que cada ejemplar conservado --sea en la biblioteca persona o en las financiadas por el estado, sea en un minúsculo anaquel o en un edificio construido ex profeso-- constituya un homenaje y hasta un gesto cariñoso con quienes hicieron posible la existencia de ese libro: autores, ilustradores, editores, impresores, libreros, bibliotecarios, mecenas que distraen su fortuna para preservar la palabra escrita Al publicar libros sobre la historia del libro, esta colección busca difundir los rostros, sonrientes o con un mohín de dolor, con que se ha presentado la cultura escrita Que este recuento de caras acongojadas nos sirva de estímulo para defender la pasión del bibliófilo y erradicar la que condena a los libros su holocausto

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