Negación y silencio
"¿Algo huele a podrido en Austria?", preguntó en un editorial el diario vienés Der Standart La formulación retórica de la cita de Hamlet refleja con acierto la inquietud de la opinión pública del país alpino, dice el reportaje que aparece en el número 1644 de Proceso
El caso de Josef Fritzl ?quien bajo una fachada de normalidad redujo a su propia hija a la esclavitud sexual y física al encerrarla durante 24 años en un sótano, cautiverio que también sufrieron tres de los siete hijos del forzado incesto? mantiene a la población austriaca entre el pasmo, la indignación y el oprobio
Muy fresco está todavía el caso de la joven Natascha Kampusch, difundido por la prensa en agosto pasado Wolfgang Priklopil, un técnico en comunicaciones, la redujo durante ocho años a la esclavitud sexual en otro sótano de Austria
Los medios extranjeros han difundido la pregunta medular: ¿son estos delitos producto de algún sesgo oscuro en la mentalidad austriaca o se trata de una repetición casual, que bien podría haber tenido por escenario otro rincón del mundo?
El propio canciller austriaco, Alfred Gusenbauer, se vio obligado a dar una respuesta El miércoles 30, después de una reunión del Consejo de Ministros, declaró a reporteros: "No hay un caso Amstetten No hay un caso Austria Hay solamente un caso particular" Y llamó a no inculpar indiscriminadamente a la población de su país por este hecho, destaca la edición 1644 de Proceso