AMLO: La fuerza ante las ideas
México, D F, 3 de julio (apro)- Uno siempre quiere darle un voto de confianza o el beneficio de la duda a Andrés Manuel López Obrador, líder carismático, de indudable capacidad de convocatoria e innegable presencia pública Pero él insiste en presentarse como un político bastante simple, muy obvio, y sin ánimo de allegarse simpatías de públicos diferentes y distantes de los que ciegamente le siguen, que son los únicos que fácilmente puede manipular y convencer, no por obra de la razón o la certeza del argumento, sino porque así es la masa, ávida de liderazgos que expresen su histórico, cultural, idiosincrásico y muy mexicano rechazo al gobierno, causa indubitable de todos los males nacionales y de todas nuestras penurias personales
Decepcionante resultó el discurso de López Obrador el domingo pasado en el Zócalo Siempre se adjudicó la paternidad del debate nacional sobre el petróleo, pero 13 foros en el Senado, unas cien participaciones ?de técnicos, políticos, académicos, funcionarios, especialistas, líderes sociales, de distinto tamaño y calibre-- y más de cien horas de discusiones, para lo único que le han servido es para decir "vamos ganando", como si de eso se tratara y no de entender en su complejidad el problema de la industria petrolera, para sacarla del bache en que se encuentra Los foros sobre el tema en universidades públicas, o los que han organizado grupos ciudadanos y organizaciones sociales, también le importaron un comino
Obviamente, López Obrador ni su equipo, han puesto la mínima atención a lo que en esos foros se ha dicho De haberlo hecho, habrían cambiado en algo su percepción de que "nos quieren robar el patrimonio nacional"; de que "el gobierno espurio quiere privatizar Pemex, entregarlo a las trasnacionales"? y simplezas por el estilo; y, de paso, con toda la riquísima información que han proveído los foros, tendrían ?el "gobierno legítimo", el FAP, el PRD, y sus acompañantes-- elementos para hacer una propuesta seria, decorosa, mínimamente detallada en sus aspectos técnicos, sobre qué y cómo hacer respecto de la industria petrolera nacional Pero no
Quedó claro que ni la patria ni la soberanía, ni el patrimonio nacional ni el petróleo, era lo que les importaba Desde la perspectiva de López Obrador, el debate importaba nada en su contenido, pero mucho por el espacio y el tiempo que les daba para organizarse "mejor", como él mismo dijo el domingo pasado, y seguir políticamente vivos Desde el inicio de la toma de las tribunas legislativas al día de hoy el tiempo se les congeló, en términos de conocer más del tema, no pasó nada; nada aprendieron
Entre la "asamblea" del 27 de abril en el Zócalo a la siguiente, el domingo 29 de junio, la actitud y el discurso de AMLO y seguidores no cambió un ápice, y no por cuestión de convicciones o de valores, sino porque el debate petrolero les valió gorro Siguen lucrando políticamente con los mismos fantasmas: la privatización, el entreguismo a las compañías petroleras extranjeras, el menoscabo de la soberanía y el patrimonio nacional; el "queremos seguir siendo un país, no una colonia de extranjeros"; "la corrupción del grupo Calderón-Mouriño y sus acuerdos inconfesables con las empresas extranjeras"
Decepcionante y desesperante el discurso y la actitud de AMLO el domingo Cuando se esperaba mesura, respeto por el esfuerzo intelectual en los debates, ánimo de comprender el tema petrolero en toda su complejidad y en todas sus vertientes, ganas de rectificar, de reconocer errores y percepciones dogmáticas y simplistas, de proponer alternativas viables y serias a las iniciativas del gobierno ?que nada de eso significa claudicar, sino mostrarse maduro políticamente--, salió con su batea de babas; lo mismito que al principio Es decir: oponerse a todo, no aceptar nada, no discutir ni lo más elemental
Entonces, cercano el fin del debate senatorial, la vuelta a las andadas: el amago, la amenaza, las movilizaciones que no dejarán pasar "las reformas entreguistas de la derecha"
Que no es otra cosa que el uso de la fuerza, pues; y que es más fácil y más lucrativo que contender, políticamente, en el terreno de las ideas